lunes, 19 de enero de 2015

El cinturón aduanero andaluz y los almojarifazgos

    A comienzos del siglo XVI el tráfico marítimo de Andalucía adquiere unas dimensiones mundiales, por lo que es preciso para Castilla regular y fiscalizar ese gran flujo de mercancías que llegaban o salían de la costa andaluza, ya que esta área concentraba una importante actividad comercial. Esto fue aprovechado por la Hacienda Real, ya que grabar el comercio suponía una fuente de ingresos derivados de las tasas arancelarias fundamentales para financiar las necesidades de la Monarquía.

    El origen del cinturón aduanero andaluz es medieval, y en época moderna se pretendía adecuar a las nuevas necesidades y exigencias por medio de la centralización de la administración, la ampliación de plantillas de oficiales en el área andaluza y el corregimiento de las desigualdades locales en cuanto a los recargos impuestos a las mercancías. Sin embargo,  esas intenciones se vieron frenadas con obstáculos derivados de factores que tenían origen en siglos anteriores, como la diferenciación de los reinos de Sevilla, granada y Murcia, cada una de ellas con sus propios privilegios y exenciones.

    El cinturón aduanero estaba formado por un conjunto de “tablas” que rodeaban la costa andaluza y penetraban por el extremo oriental hacia Murcia. El Almojarifazgo Mayor integraba a 39 localidades en 1620, distribuidas de forma desigual por la península, estando situadas la mayor parte de ellas en Huelva y Murcia, lo cual podría explicarse por la función de vigilancia que ejercían de la frontera. La aduana de Murcia era de dimensiones reducidas y las personas encargadas de su administración eran muchas menos si las comparamos con otros puertos de Andalucía.  Sin embargo, la organización aduanera de Sevilla era mucho más compleja y de mayor dimensión debido a su importantísima actividad mercantil. El volumen de comercio que concentraba Sevilla hace que tuviera un conjunto muy elevado de personas a su servicio para recaudar los impuestos. Sevilla fue uno de los centros comerciales más importantes del continente europeo hasta mediados del siglo XVII, ya que estaba vinculado al monopolio colonial y a la redistribución de importaciones extranjeras en la región. Sevilla centralizaba dos funciones vinculadas a la recaudación sobre el comercio: la recepción de los ingresos percibidos en los restantes puestos aduaneros y el pago de las cantidades de dinero que debían de satisfacer a los poseedores de títulos de deuda situados sobre la renta, es decir, la administración general de la renta.

    En cuanto a los almojarifazgos, como ya sabemos, se trataba de un impuesto aduanero que gravaba las mercancías, tanto las que entraban como las que salían de los puertos de España, ya fueran del comercio interior peninsular o del comercio exterior. Los almojarifazgos, además de gravar las aduanas del tráfico comercial, incluían la recaudación de rentas que gravaban otras actividades económicas, de las que se tienen menos noticias. Fue creado por Alfonso X, y a pesar de los beneficios que otorgaba a la Hacienda castellana, fue abolido en 1783 (aunque fue suprimido, su recaudación se traspasó a los aranceles comerciales, por lo que la Corona no perdió dinero con esta supresión). La administración central de los almojarifazgos durante la Edad Moderna se ubicaba en Sevilla, ciudad que aunaba funciones burocráticas, recaudatorias y financieras, debido a la centralización fiscal.


Bibliografía:

PULIDO BUENO, Ildefonso., Almojarifazgos y comercio exterior en Andalucía durante la época mercantilista. 1526-1740, Huelva, 1993.


GONZÁLEZ ARCE, José Damián., “La composición de los almojarifazgos señoriales del reino de Sevilla, siglos XIII-XV”, Historia. Instituciones. Documentos, N. º 41 (2014), Universidad de Sevilla, Sevilla, pp. 243-273.

Las migraciones durante la Edad Moderna

                Tradicionalmente se considera que la población de la Edad Moderna, era fundamentalmente estática, sin apenas movimientos migracionales, sin embargo, durante la Edad Moderna, se produjeron multitud de movimientos poblacionales de múltiples características, algunos que afectan a individuos únicos y otros, que por el contrario, lo hacen sobre grandes poblaciones.
            Por una parte, nos encontramos con migraciones temporales, llevabas a cabo, por una parte de la población sobre todo del tercer estado, se movilizaba por causas laborales, como pueden ser los ganaderos con una ganadería trashumante o incluso, jornaleros que se mueven por toda Europa, en búsqueda de jornal, ya que no era suficiente el que recibía en sus tierras o simplemente, porque en el ámbito agrario de sus lugares de origen no tenían cabida. Este último grupo, como algunos pescadores especializados en sectores como la pesca del bacalao o del atún, podían fácilmente revertir esa condición de migración estacional y convertirla en definitiva.
            Otra de estas pequeñas migraciones de carácter personal, es la de los vagabundos y gente empobrecida, excluidos sociales que vagaban de ciudad en ciudad buscando caridad, y que, en épocas de crisis, su acumulación en las ciudades, llegó a preocupar a las autoridades y a eruditos, como Juan Luis Vives, que, incluso llega a publicar en  1525, De subentione pauperum, donde propugnaba un cambio en la idea de pobreza.
            Otro tipo de migración, sería la del campo a la ciudad, el llamado éxodo rural, que tuvo como consecuencia el crecimiento demográfico de las ciudades y, con ello, el auge del mundo urbano. Esto, no estaría exento de consecuencias, entre las que encontraríamos la difusión de conocimientos, o la modificación de las estructuras sociales.
            Por último podemos tratar las migraciones masivas de poblaciones a otros países, o incluso, continentes, estas pueden ser de dos tipos, o bien forzosas, o voluntarias. Dentro de las primeras, podemos destacar las de corriente ideológica, insertas en una época donde la religión era importante, como las expulsiones de los judíos, que fueron sin duda los más perjudicados durante esta época, los moriscos, o en menor medida, también los gitanos.
            Otro tipo de migraciones de carácter forzoso, son los destierros o exilios, habituales en la Edad Moderna, en los cuales se enviaba a la población condenada, a territorios alejados del centro del imperio; ejemplos de ello podríamos destacar la Corona Hispánica en América o Portugal por Brasil y por sus colonias en el Índico. Llama la atención que muchos de estos destinos, son tomados por la población como el inicio de una nueva vida, en la que en muchas ocasiones, no cambian sus actividades ilegales por las que han sido castigados, como el caso de la brujería o la hechicería.
            El auge de los imperios coloniales y la explotación de tierras, hizo que el comercio de esclavos se convirtiese en un negocio lucrativo, que tuvo su culminación en el siglo XVIII. Estas poblaciones de esclavos, movilizaron a gran cantidad de poblaciones desde África subsahariana hacia América, Europa y Asia.
            Por último, hacer referencia a las migraciones de carácter voluntario hacia América, cuyo descubrimiento supuso un gran movimiento de población hacia el nuevo continente. Portugal y la Corona de Castilla fueron las más afectadas, pues el monopolio que tuvieron en la explotación de las nuevas tierras y en las rutas del Atlántico, se mantuvo durante prácticamente toda la Edad Moderna. Estas migraciones afectaban a todos los estratos de la población de la época, desde mercaderes, soldados para defender las posesiones, clérigos para evangelizar a las poblaciones, o nobles, sobre todo segundones que emigran a América para ennoblecerse.

            Bibliografía:
-Floristán, A. (coord.), Historia moderna universal, Barcelona, Ariel, 2011.

-Ribot García, L. A. (coord.), Historia del mundo moderno, Madrid, Actas, 2010.

Los entrepostos comerciales de Compañía de las Indias Holandesa durante el siglo XVII

En 1604, la VOC establece la primera factoría del Índico en Calicut (Malabar) y luego llegarían las de Masulipatam y Golconda en Coromandel. La primera posesión territorial fue en Amboina, tras arrebatar el fuerte a los portugueses en1605.

Lo más importante fue la apertura de negociaciones con Japón, donde se chocó por 1ª vez con la Compañía inglesa y se abrió la factoría de Hirado, 1610, así como la fundación de Fort Nassau en Banda en 1609. Estos resultados apenas fueron beneficiosos en primera instancia, dado que los ibéricos seguían controlando las islas menores de las especias y los ingleses apretaban. Para resolver tal situación se decidió establecer un gobierno central en Bantam con autoridad total sobre la VOC. Finalmente, se eligió Yakarta, donde sí se halló un entorno favorable.

A pesar de no poder establecerse en Macao, se abrió una factoría en las islas Pescadores y luego en Formosa en 1624, así como se emprendió la sangrienta conquista de las islas de Banda en 1621. En 1624 se abrió la factoría de Gamron, que fue renombrada como Bender-Abbas, situada frente a la isla de Ormuz. A pesar de ello se mantuvo la colaboración con los ingleses en Surat para frenar a los portugueses y ganarse el favor del emperador Mogol.

En 1645, el poder holandés sobre el Índico estaba consolidado y articulado de forma centralizada en torno a Batavia. Java fue pacificada y controlada, si bien sin lograr el exclusivo monopolio comercial de las especias.

El primer paso con respecto a la costa de Malabar, de donde se tendría que expulsar a los portugueses. Se inició con un bloqueo que dejó las naves lusas aferradas a la bahía de Goa y otras factorías aledañas. Sin conexión con Macao, ni con Malaca, los portugueses quisieron lograr el apoyo inglés. En 1641 perdieron Malaca ante la VOC, y Ceilán y Goa eran susceptibles de caer, pero el rey Joao IV firmó una tregua de 10 años con las Provincias Unidas y se pararon las hostilidades. En 1647 se establece la primera factoría holandesa en Malabar, Kayamkulam.

El fin de la tregua en 1652 alentó el retomar la idea de conquistar Ceilán y el sur de la India. En Ceilán la VOC tenía ya la factoría de Pulicat. Por otro lado, con la conquista de Malaca, la VOC se había garantizado una situación muy favorable en la península malaya y las islas mayores del archipiélago indonesio, Java y Sumatra, afectando los intereses de los comerciantes gujaratis, que reclamaron al emperador mogol medidas contra la VOC.

En el caso de Bengala el interés hasta la fecha había sido escaso, pues se controlaba parte de la Costa de Coromandel. En los 50 se establecieron factorías mayores que las existentes buscando abrirse un nuevo mercado con seda y salitre, pero los intentos por hacer de esta región un mercado beneficioso fracasaron por varios motivos.

Algo similar ocurrió en Indochina, donde las factorías fueron progresivamente abandonadas, excepto la de Tonkín. En el caso de Japón las relaciones nunca fueron fáciles, especialmente tras la toma de Formosa. Estos consiguieron alentar al shogun para que expulsase a los portugueses de Deshima, con el famoso Edicto Sakoku de 1638.

La posición holandesa fue exclusiva, pero aún así frágil y dependiente de la benevolencia del shogun, que ordenó trasladar la factoría a Deshima en 1641. A pesar de ello, esta factoría fue una de las más ricas y beneficiosas de la VOC. Por otro lado, se descubrieron las islas Kuriles y Fidji, Toga, Tasmania, la costa de Australia y Nueva Zelanda, todas ellas bajo el mando del comandante Abel Tasman, que dio nombre a Tasmania tras su muerte.

Bibliografía:

-BOXER, C.R., The dutch seaborne empire, 1600-1800, London, Hutchinson, 1966.

-CIPOLLA, C.M., Historia económica de Europa (2), siglos XVI-XVII, Barcelona, Ariel, 1979.

-GLAMANN, K., Dutch-Asiatic trade 1620-1740, Gavenhage, 1981.

-GOETZMANN, W.N., Los orígenes de las finanzas: las innovaciones que crearon los modernos mercados de capitales, Madrid, Escuela de finanzas aplicadas, 2006.

-MASSA, P., BRACCO, G., [et al.], VITTORIO, A. DI (coord.), Historia económica de Europa: siglos XV-XX, Barcelona, Crítica, 2007.

-PRICE, J.L., The Dutch Republic in the seventeenth century, Basingstoke, Macmillan, 1998.


-SCHULTZ, H., Historia económica de Europa; 1500-1800, artesanos, mercaderes y banqueros, Madrid, Siglo XXI de España, 2001.

Aspectos económicos del Islam

En clase hemos visto que el pensamiento católico y la Biblia afectaron en algunos aspectos de la economía en la Edad Media y la Edad Moderna, así como en el pensamiento económico de ciertos autores como Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, otra de las religiones mayoritarias en Europa, la musulmana con fuente principal el Corán, tiene su propia visión económica, como veremos a continuación.
-Respecto a la propiedad
            El Corán tiene como premisa básica que todo lo que ha sido creado por Dios, ha sido otorgado a los hombres, los cuales tienen la responsabilidad de cuidarlo y de compartirlo. Sin embargo, un aspecto reseñable, es que se considera que determinados recursos como los minerales o los de procedencia marítima, no deben ser de propiedad individual y tienen que estar al servicio de toda la comunidad.
            Relacionado con la propiedad podemos incluir el concepto de herencia en el Islam, pues ésta se reparte entre los herederos, por lo que se evita la acumulación de muchos bienes en manos de un solo hombre.
-Impuesto de purificación: Zakaat
            Otra de las dimensiones económicas importantes del Islam, es el tributo denominado Zakaat, prescrito en el Corán, siendo uno de los 5 preceptos de la religión musulmana,  Mediante este impuesto se tributaba un pequeño porcentaje en relación con los bienes disponibles. El objetivo de dicho tributo era fundamentalmente  ayudar a los más necesitados, sin embargo, este impuesto también tenía otros objetivos, como garantizar la fluidez y la rapidez de la circulación monetaria, agilizar la economía nacional, incitar a la inversión económica, impedir la inflación y el desempleo y la creación de un ambiente de solidaridad basado en el derecho[1].
            Por lo tanto, podemos ver como este impuesto impulsa el sistema económico musulmán y, además impulsa la creación de pequeñas y medianas empresas mediante la asociación de pequeños y medianos empresarios.
            -Interés y usura
Respecto al interés y a la usura, el sistema económico musulmán se caracteriza por una total ausencia de ambos,  sin embargo, no podemos concluir que la supresión del interés esté relacionada directamente con la inflación. La mención en el Corán tanto al interés como a la usura, según  Mirza Tahir Ahmad, lo haría seguido de una mención a la guerra que sería declarada por Dios a los hombres, para volver a instaurar un sistema económico sin interés. 
-Préstamo de dinero
El Corán también explicita el préstamo de dinero en caso de necesidad, éste deberá ser sin interés, pues se debe ayudar a las clases financieras menos pudientes, además si el receptor del préstamo no pudiese devolver el dinero en el plazo acordado, se le deberá de otorgar una prórroga, e incluso, si el prestador puede condenar la deuda, será valorado positivamente a ojos de Dios, no obstante, en el caso de que el deudor pueda restituir el pago, deberá hacerlo.
            Aunque el préstamo se realiza sin interés, el Corán deja margen a un donativo, que sería decisión personal del deudor, para añadir una cantidad "ex-gratia". Además también exige que estos negocios se realicen en presencia de testigos (dos hombres, o un hombre y dos mujeres), y sea anotado por escrito la cantidad exacta del préstamo y las condiciones del mismo, para evitar malentendidos. También obliga a los contrayentes, a ser honestos y sinceros, tanto con Dios como entre ellos.
            De esta manera el prestamista no tiene cabida en el mundo islámico. Además, el dinero no fluctúa entre capas sociales semejantes, sino de arriba hacia abajo, haciendo a los menos pudientes partícipes en la economía.
            -Otros aspectos
            Respecto a otros aspectos, el Islam posee muchas semejanzas respecto a los aspectos económicos, con el cristianismo, así ambos prohíben la acumulación de riqueza, y optan por un estilo de vida más sencillo, prohibiendo el derroche. Sin embargo, es cierto que el Islam permite a sus creyentes, la libertad para obtener dinero de forma lícita,  así como la libertad para gastarlo o emplearlo, aspectos donde el Estado islámico no tiene cabida. No obstante, la religión sí dirige en cierto sentido los gastos de la población, pues la prohibición de bebidas alcohólicas, los juegos de azar o ciertos tipos de placer, están dirigidos a guiar a sus acólitos en el buen camino.
            Por último, un aspecto reseñable, aunque no es totalmente económico, sin embargo, marca una diferencia importante respecto al cristianismo: la relación de las clases pudientes con las pobres. En las fiestas, como en las de recepción, se impone la obligación de invitar a los pobres, su incumplimiento supondría un castigo divino, así pues, los pobres se mezclarían con los ricos, pudiendo los primeros probar los manjares de los que la clase pudiente disfruta, mientras que los solventes económicamente, supondría una reflexión en su modo de vida.  Otra muestra de la relación entre ambas clases, es la imposición a los ricos de aceptar la invitación de los necesitados a sus hogares. Por lo que podemos concluir una buena relación entre las clases.
           
 Fuentes:
-http://www.islamahmadiyya.es/islam/aspectos_economicos.html#
-http://www.nurelislam.com/capitulo5.htm
-http://es.financialislam.com/zakat.html
-Tahir Ahmad, M., Islam’s Response to Contemporary Issues, Londres, Islam International Publicatio, 2007



[1] http://es.financialislam.com/zakat.html

La crisis demográfica del siglo XVII

        Durante el siglo XVI, Europa experimentó un proceso de crecimiento económico y demográfico, sin embargo, a finales de siglo, comenzarían a vislumbrarse los primeros problemas de una crisis que tendrá su mayor expresión durante el siglo XVII.
            Durante el siglo XVI, la población sufrió un gran aumento, y, para hacer frente a las mayores necesidades de alimentos, se pusieron en cultivo las tierras marginales, se araron parte de las tierras pedregosas y se destruyeron bosques y selvas. Pero todo ello no solventó los problemas de alimentar a un gran volumen de población que crecía a pasos agigantados.
            Sin embargo, a partir de 1590 ciertas áreas europeas, se vieron castigadas por crisis de subsistencias debido a una sucesión de malas cosechas producidas por un cambio climático unido al mal estado de las tierras. Muy pronto, ello derivó en” una crisis estructural que modificó el equilibrio económico de gran parte del continente”[1]. No obstante, esta crisis no se sintió igual en todas partes del continente.
            Dentro de esta crisis demográfica, podemos diferenciar tres fases, según M. Morineau. La primera de ellas afectaría a zonas geográficamente distantes: Castilla, Rusia central y el Languedoc, donde se experimentó un estancamiento demográfico.
            La segunda fase, tuvo consecuencias más drásticas, pues coincidió con la guerra de los Treinta Años (1618-1648), resultando la zona central de Europa como la más castigada. Además, a partir de 1620-1630, la peste se expande por Europa, aumentando la tasa de mortalidad. Los territorios pertenecientes al Imperio, fueron los más afectados, llegando a sufrir un continuo estancamiento económico debido a ambos factores. La región más afectada en este caso, fue la llanura del Po, pues suponía el punto de confluencia de dos corrientes epidémicas, la primera procedente del Mediterráneo y la segunda de las llanuras orientales.
            La tercera fase de esta crisis, también como resultado de las epidemias, afecto a España, en donde, a excepción de Cataluña, en tan sólo un período de nueve años (1647-1656), la población se redujo una quinta parte. También afecto de igual manera a Italia, que, como España, ya había sufrido pérdidas anteriores. Otras poblaciones afectadas por la peste fueron Francia, Irlanda e Inglaterra, pero en estas regiones no tuvo el efecto dramático que sí se produjo en las anteriores.
            A finales de siglo, en Finlandia, Rusia y Francia, se experimentó otra crisis de carácter agrario, cuyas casusas fueron, esta vez, de cariz climático. No obstante, tuvo un efecto dramático para estas regiones que vieron como descendía un cuarto de la población.
            Como vemos la tríada de malas cosechas, guerra y epidemias que se sucedieron durante el siglo XVII, produjo un gran aumento de las tasas de mortalidad. El sector que más bajas registró fue el primario, el dominante en la economía del momento.
            La crisis demográfica trajo consigo la disminución del espacio cultivable en beneficio de los pastos, lo que produjo una mejor calidad de las cosechas, además en muchas regiones el valor de la tierra, disminuyó. Respecto a los salarios, sufrieron un aumento, debido a la menor población disponible para el trabajo, además los precios tras la crisis tendieron a bajar. Todo ello benefició a las clases menos pudientes, que experimentaros mejoras en sus condiciones de vida.

Bibliogafía:
-Di Vitorio, A. (coord.), Historia económica de Europa, siglo XV-XX, Barcelona, Crítica, 2003.
-Floristán, A. (coord.), Historia moderna universal, Barcelona, Ariel, 2011.
-Ribot García, L. A. (coord.), Historia del mundo moderno, Madrid, Actas, 2010.




[1] Guenzi, A. “La expansión europea en el siglo XVII” en Di Vitorio, A. (coord.), Historia económica de Europa, siglo XV-XX, Barcelona, Crítica, pp. 81.

domingo, 18 de enero de 2015

David Ricardo, una pequeña introducción a la teoría del valor

David Ricardo (1772-1823) fue un economista ingles de origen judío, miembro de la escuela del pensamiento clásico económico. Hijo de un corredor de bolsa de origen holandés, recibiría una educación sencilla en escuelas locales, para más tarde trasladarle a estudiar a Ámsterdam (Holanda), desde donde volvería para convertirse en corredor de bolsa, donde alcanzaría gran fortuna además de un prestigio moral entre sus coetáneos.

Se interesaría por la economía a raíz de su lectura de La riqueza de las naciones de Adam Smith, utilizando su análisis y conocimientos sobre la misma para defender los intereses de una burguesía industrial que por aquel entonces se encontraba en auge.

Escribiría artículos periodísticos, libros y folletos, entre los cuales nos podemos encontrar El alto precio del lingote, una prueba de la depreciación del billete de banco (1810) o El plan lingote (Ingot Plan, 1811). Fue un hombre que se interesaría por la política, accediendo a ella y ocupando un asiento en el Parlamento inglés, lugar desde donde se interesaría por los problemas monetarios o la deuda pública, llegando a proponer el establecimiento de un impuesto sobre el capital para amortizar esta última.

Entre las teorías que formularia este economista, cabe destacar la teoría del valor de la distribución del producto nacional  entre los factores de producción, siendo este uno de los asuntos que más interés causara en David Ricardo, debido a lo cual en esta entrada realizaremos una pequeña introducción. 

Para llevar a cabo esta teoría, realizara un estudio previo a ella, en el que analizaría el valor del cambio para poder determinar la retribución del trabajo y la del capital. Gracias a este analisis se daría cuenta que el valor de cambio no podía explicar la propia renta de la tierra, ya que esta no incidía en el establecimiento del precio de los bienes. La tierra no intervenía en la producción como lo bienes, según sostuvo. Para formular esta teoría, tratara tres puntos fundamentales:

A)    La renta de la tierra

La renta posee unos dueños debido a su disponibilidad limitada y a las diferencias que existen entre los distintos tipos de tierra y emplazamientos, por ello se paga una determinada renta, la cual no es un incentivo para atraer sus servicios, no entra en el precio del producto que más tarde se venderá (esto si ocurre con el capital y el trabajo). Ricardo mantendrá que:

"es la parte del producto de la tierra que se paga al terrateniente por el uso de las energías originarias e indestructibles del suelo"

Según Ricardo, el origen diferencial de la tierra está en la diferente cantidad de producto que se puede obtener con la misma inversión de capital y trabajo, siendo esto denominado como Teoría de la renta diferencial. Según la misma, esta diferencia en la cantidad de producto se debería a dos motivos básicamente:
  •           Diferencia de emplazamiento de la tierra o debido a su fertilidad
  •           Diferente rendimiento del mismo terreno debido a una serie de aumento del capital y del trabajo.

Ricardo mantiene que un determinado producto no se encarece debido al pago de una renta, si no que el pago de la renta es porque el producto es caro en sí mismo; no existiendo una reducción en el precio del producto aunque los arrendatarios sufriesen una bajada en el precio de arrendamiento de la tierra

B) Los salarios

Por otro lado, en lo que respecta a los salarios, sostendrá que la mano de obra se vende y se compra, aumentando o disminuyendo en cantidad, teniendo un:
  •  precio natural, el necesario para permitir a los trabajadores subsistir y reproducirse sin darse un incremento ni una disminución. Siendo este precio el que permitiría al trabajador sostenerse a el mismo y a su prole; Ricardo sostiene:

`[...] no depende de la cantidad de dinero que pueda percibir por concepto de salarios, sino de la cantidad de alimentos, productos necesarios y comodidades que por costumbre disfruta, adquiriéndola con dinero´
  • precio en el mercado, es el precio que se paga realmente por la mano de obra, siempre en consonancia con la oferta y la demanda de individuos.

Por lo general ambos precios suelen confluir, aunque el crecimiento de la población y de la mano de obra hará caer los salarios, en ocasiones hasta por debajo de su precio natural.

      C) Los beneficios

Dependerán de dos factores principales, los ingresos y el coste de la mano de obra, siendo el beneficio la diferencia entre los ingresos y el pago de los salarios de los trabajadores.

En lo que respecta a ellos, podemos añadir que aumentan con los ingresos, los cuales dependen del precio de mercado, pero que también aumentan al darse una disminución de los salarios nominales, los cuales dependen del precio de los alimentos y aquellos productos considerados de primera necesidad.

En relación a este tema, Ricardo seria el causante de la creación de una idea falsa como es que los beneficios disminuyen siempre que aumentan los salarios, siendo esto absolutamente al contrario.

Para finalizar, en lo que respecta al método de Ricardo, su falta de estudios universitarios le imposibilitaba la fundamentación de sus teorías en la investigación empírica; pero sustituyo esto por con un gran razonamiento e inteligencia, llegando a realizar conclusiones lógicas con las que critico el sistema económico propuesto por Smith. Por ello, para la realización de sus teorías partía de unos supuestos más o menos corrientes y evidentes en la ida cotidiana y les aplicaba principios lógicos de razonamiento, llegando de este modo a conclusiones que cuestionaban las teorías económicas planteadas hasta entonces. Estas premisas apriorísticas de las cuales extraerá conclusiones, en ocasiones llegan a tal grado de suposición que llegan a crear una situación absolutamente abstracta, siendo la conclusión final una trivialidad que resultaría irrefutable, pero que en la práctica no sirve para nada.

Por ello, podemos considerar que el método que usara David Ricardo para la realización de sus teorías, es un método abstracto y deductivo, siendo aplicada a temas como la economía, la sociología, la filosofía o la historia, que no siempre daba un resultado en la realidad, pudiendo llegar a ser demasiado deductivo e inaplicable.

Bibliografía

      EKELUND, Robert B. y HÉBERT, Robert F.: Historia de la Economía y su Método, Mc. Graw-Hill/Interamericana de España, S.A., Madrid, 1991.

      RICARDO, David (1817): Principios de economía política y tributación, Fondo de Cultura Económica, México, 1959.

      SPIEGEL, Henry W.: El desarrollo del pensamiento económico, Ediciones Omega, S.A., Barcelona, 1987.

La mejora del transporte como causa del crecimiento del comercio intercontinental en la Edad Moderna

Indudablemente podemos afirmar que el transporte fue una de las puntas de lanza del comercio interoceánico que se desarrolló durante la Edad Moderna, y que unió rincones del planeta por vez primera o de manera más eficiente que anteriormente.

Las infraestructuras viarias mejoraron de manera apreciable en algunas zonas europeas, sobre todo ya en el siglo XVIII. Cabe decir que el transporte terrestre siguió siendo lento y caro y tuvo unos niveles de actividad sujetos a drásticas fluctuaciones estacionales. Por ejemplo en Baviera el coste de transportar 100kg por kilómetro ascendía en 1778 a 0,7 krenzer si se efectuaba por carretera; 0,5 si se hacía por vía fluvial corriente arriba, y 0,3 si se realizaba corriente abajo. Ante la inoperancia de las redes terrestres, países como Francia tomaron la iniciativa y mejoraron o construyeron nuevas infraestructuras: de 1700 a 1770 la Real Administración de Carreteras multiplicó su presupuesto por cuatro y llevó a cabo 40.000 km de carreteras reales. 

De la misma manera, los canales contribuyeron a la expansión de la navegación interior, y a una bajada sustancial de los costes del transporte no marítimo. Se realizaron canales como el de Languedoc en Francia (1681) que permitió enlazar el Atlántico con el Mediterráneo, u otros que unieron el Loira con el Sena.

Después de las mejores introducidas por los holandeses durante su edad de oro, se produjo el descenso de los costes de transporte marítimo. El tamaño de la marina mercante europea ascendía a 600.000 toneladas en 1600, a 1.000.000 en 1670 y a más de tres millones en 1780. El comercio ultramarino era el menos importante en volumen pero el que más rápido se extendió. Los comerciantes europeos procuraron reducir o eliminar las barreras políticas al comercio de ultramar, y en este contexto las mejoras en las Actas de Navegación inglesas, y las tres guerras navales con Holanda les permitieron arrebatar a Amsterdam su papel de potencia rectora del comercio intercontinental.

Los realizados con América serán los que más rápido crezcan, sentando desde 1640 los comerciantes de Europa noroccidental, las bases para el desarrollo de una "nueva economía atlántica" basada en grandes plantaciones que empleaban esclavos africanos y buscaban la producción de alimentos y materias primas.

Entre 1500 y 1820, el comercio intercontinental creció una tasa anual del 1,06%, más incluso que el PIB europeo o asiático que lo hizo al 0,4%. Estos datos permiten afirmar la existencia desde el siglo XVI de una economía mundo, ya que la actividad comercial alcanzó Australia y con ello todos los continentes conocidos. Sin embargo no puede hablarse todavía de globalización ya que no se configuró un mercado mundial: los precios en los distintos continentes no convergieron hacia un precio único.

BIBLIOGRAFÍA:

-COMÍN, F.,  Historia económica mundial. De los orígenes a la actualidad,Madrid, Alianza Editorial, 2013.

-COMÍN, F., HERNÁNDEZ, M., LLOPIS, E., Historia económica mundial. Siglos X-XX, Barcelona, Crítica, 2005.

La mortalidad en la Edad Moderna y su influencia en la economía preindustrial

La tasa de mortalidad, durante la Edad Moderna, es muy elevada, tal y como podríamos imaginar. Aunque los datos varían mucho, estos oscilan entre un 28-30 hasta 38-39 por mil (en teoría, las estimaciones nos hablan de una tasa media, que se situaría entre 38-40 por mil, pero es importante señalar que no puede haber una mortalidad superior a la natalidad, puesto que el crecimiento natural de la población nos daría negativo). 

¿A qué se debe esta elevada mortandad? Livi Bacci lo definió con la expresión “Síndrome de atraso” es una situación en la que se entremezclan distintos factores:

-Pobreza y miseria aguda.

-Alimentación deficiente, en el caso de los pobres o exceso de grasas, en los ricos, causantes de enfermedades.

Estas dos primeras causas se pueden aunar, en el hecho de que en la Edad moderna, la economía está basada en el sector agrícola, con un escaso de desarrollo tecnológico y dependiente de la climatología, lo que provoca una escasez e insuficiencia en algunas épocas del año.

-Desarrollo rudimentario de la medicina, la población de la época asumían que la enfermedad no era algo contra lo que se podía luchar. Se tenían muchas creencias en la época erróneas, por ejemplo, a los niños se les maltrataba pues que les envolvían con vendas de seda creyendo que si movían las piernas podían herniarse, además pensaban que la orina, fortalecía las piernas, por lo que apenas se les cambiaba el pañal, con todo lo que podía conllevar eso para el desarrollo y la salud del niño. Esto también está relacionado con la falta de higiene, pues la preocupación por el aseo personal, nace ya en el siglo XVIII, pero no en todos los sectores de la población. 

Dentro de esta situación general, nos encontramos con una mortalidad infantil elevadísima, 250 por mil aproximadamente, para hacernos una idea, equivale al cuádruple que la actual. Nos encontramos con casos extremos como los niños expósitos, los cuales, generalizando, se ven en dicha situación debido a tres factores:

-Por incapacidad económica.

-Por ser el resultado de relaciones pecaminosas, madres solteras, relaciones extramatrimoniales, etc.

-O ser consecuencia de violaciones.

La principal causa de mortalidad femenina son los partos (que conllevaban hemorragias, infecciones, etc.), esta mortalidad es elevada, y será algo que es imposible impedir en la época, no había manera de combatirlo. Por otro lado, la vejez se da alrededor de los 50-60 años. En los estudios, podemos observar como se produce un aumento de la mortalidad a finales del verano y principios del otoño, consecuencia de las guerras, puesto que coincide con la época en las que la mayoría de ellas tienen lugar. También observamos picos, sobre todo en el siglo XVIII, los cuales corresponden a momentos breves en los que la mortalidad repentinamente se dispara, y se puede llegar a multiplicar por 10 o por 15. Las causas de estos picos son tres, fundamentalmente:

-Guerras. Se tiende a pensar que lo más mortífero de las guerras son las batallas, pero se ha demostrado que lo que más mortandad produce son los sitios a las ciudades que pueden durar unos cuantos meses, y los asaltos a las mismas, ello acaba con toda la población que habita la ciudad. Los saqueos se producen con mucha frecuencia. De las guerras son importantes las consecuencias inmediatas, mucha población vuelve inválida, por lo que imposibilita el trabajo en el campo. Otra de los episodios terribles de las guerras es el ejército en movimiento, que ataca a toda la población a medida que va avanzando. Por ejemplo, durante la Guerra de los Treinta Años, vemos como Alemania pierde mucha población, las consecuencias de esta guerra llegarán a Castilla, pues el aumento de los impuestos despoblará el campo castellano.

-Crisis de Subsistencia: Está relacionado con situaciones de sequía o exceso de lluvia, lo que produce consecuencias indirectas. No es normal morir por hambre si no porque, en situaciones de hambruna se come cualquier cosa y ello produce enfermedades, también es normal morir por enfermedades contraídas por una mala alimentación, en este contexto, se encuentra el tifus. Las crisis de subsistencia provocan movimientos de huida, los pobres se dirigen a las ciudades, de esta manera es cuando más se difunden enfermedades, los hospitales en esta época son focos de muchas enfermedades.

-Enfermedades Epidémicas: Muchas de las enfermedades como gripes, catarros, sífilis, paludismo, viruela, son causas frecuentes de defunción, sobre todo el tifus y la peste. La peste se transmite por una pulga, es un animal de verano, por lo que se produce más mortalidad en dicha época. El traje médico de la época es de cuero (en este material no se pueden agarrar las pulgas), en la máscara sobresale un pico para inhalar olores fuertes y se acompaña de una vara para no tocar los cadáveres. Durante esta enfermedad, se encomendaron al altísimo, San Roque y San Sebastián, los patrones contra la peste. La primera ciudad en librarse de la epidemia, fue Venecia, que en 1630 cerró el Adriático, cerrando el comercio, si se morían de hambre se morían, pero no contraían la peste. En 1665, se produce en Londres una epidemia enorme, Londres es un puerto, por lo que era normal que fuese uno de los focos. En 1666 se originó el gran incendio de Londres, por lo que la ciudad construyó el gran foco del fuego. En 1720, en plena epidemia de Marsella, se construye un muro, el muro de la peste.


Todo esto produce un crecimiento de la población lento y descontinúo. Se dejan notar las crisis de mortalidad catastróficas. La esperanza de vida es reducida (30 años aproximadamente), es una media aritmética y corresponde a la esperanza que posee un niño recién nacido, con los años se va aumentando. La población como hemos dicho es esencialmente joven, lo que se traduce en una elevada fecundidad, el 50% menores de 25 años, el 33% de 25 a 30 años y el 14-15% mayor de 50 años, la vejez posee también una importancia cultural, es la depositaria de la memoria del hombre.

Nos podemos preguntar, qué relación surge entre la mortalidad y la economía de la Edad Moderna. La respuesta es sencilla, una mortalidad alta, provoca una disminución en la población y sobre todo en esa parte de la población más joven que supone la población hábil para el trabajo, por ejemplo con las guerras, los soldados son en su mayoría jóvenes, lo cual hace aumentar la población que ya no es capaz de trabajar, los ancianos. Además, también supone una reducción de los embarazos, pues si mueren jóvenes estos no pueden casarse o si lo hacen dejan a sus mujeres viudas, con lo cual es difícil renovar la población. A estos niños, también les afecta en gran medida las crisis de subsistencia, tanto en una reducción de los embarazos, así como en la pobre alimentación, pues si la madre no se alimenta bien, no puede darle a su hijo los nutrientes necesarios y puede ser pasto de las enfermedades. Todo esto se convierte en un círculo vicioso, que está recogido en la famosa triada: A peste fame et bello, libera nos Domine. 

Bibliografía:

-Floristán, A. Historia moderna universal, Barcelona, Ariel, 2011. 

-Sopena, R. Historia del mundo en la Edad Moderna, Barcelona, 1942. 

sábado, 17 de enero de 2015

La Hacienda castellana en el siglo XVI



El esfuerzo fiscal que tuvo que hacer la Hacienda castellana a partir de la segunda mitad del siglo XVI y el mantenimiento de la Monarquía  Hispánica  es patente.  Ya con el emperador Carlos V los prestamos realizados fueron numerosos, aunque estos no solo fueron utilizados no solo por el rey en Castilla, sino en toda Europa. Como es el caso de Alemania donde recurrió a los Fugger o a los Welser entre otros, pasando después a los banqueros genoveses. Todos estos préstamos se apoyaban en la Hacienda castellana suponiéndole una fuerte presión fiscal. A la cual, se le ha culpado a lo largo de la historiografía de ser el responsable del hundimiento económico castellano. Pero se debe diferenciar entre la Hacienda castellana y la economía del país, como señala García Sanz, donde además, dentro de las propias rentas hay que distinguir entre las rentas ordinarias y las rentas extraordinarias.
Las primeras, procedían en su mayor parte de los impuestos indirectos, las alcabalas, las tercias reales de los diezmos, aranceles y regalías, donde nos encontramos la alcabala petrificada desde 1536. Todo esto no suponía un gran esfuerzo pero explica como la deuda siendo en 1528 el 36´6 por 100 y en 1556 el 68 por 100 , aumentando posteriormente.
A todo esto debían sumarse las rentas extraordinarias, en las que se apoyaba la deuda flotante, la cual se creaba para  devolver los préstamos en un corto periodo de tiempo con banqueros extranjeros, siendo estos muchos mayores al final del reinado que en su inicio. Todo esto conllevo en ciertos momentos protestas populares e incluso reflexiones de un joven príncipe a su padre.
Aun así cabe destacar que no eran los únicos servicios ya que nos encontramos además con las remensas de las indias, las rentas de las dehesas de los maestrazgos de las Órdenes Militares y  el subsidio eclesiástico, cuya suma de todo ascendía a 450 millones de maravedíes. Toda esta alta fiscalidad conllevó a que la Hacienda castellana se encontrara siempre en déficit, aunque respecto al paso este se mantuviera bien, dando su decadencia posteriormente. Pero si cabe destacar que había consecuencias que afectaron directamente a la evolución de su economía ya que acabo con la base de su crecimiento debido en primer lugar, al rentismo que se imponía fuertemente en la sociedad castellana con la deuda consolidada y los juros, donde las dos terceras partes de la Hacienda iban a pagar los intereses de los mismos. Esto restaba inversión en gastos militares que eran la designación en teoría para tales ingresos.
Aunque también cabe destacar que cada vez más capitales privados se ponían bajo la protección de la Hacienda en vez de realizarse cualquier inversión en un negocio productivo, quedando por tanto la circulación y el crecimiento monetario estancado, siendo el inicio de la  que después sería la consolidación de este estancamiento con Felipe II.
En segundo lugar, nos encontramos con el control de las exportaciones, realizado sobre todo por extranjeros, ya que la legislación castellana prohibía la exportación de metales a no ser de contar con el permiso de la Corona. Por ello se tuvo que dar mayores concesiones en mercancías y materias primas. Los mercaderes españoles hacían así de intermediarios con los banqueros extranjeros quienes vendiendo en Europa el oro y la plata prestados en los asientos. Pero esto debilitaba el mercado interior castellano, con poca oferta que llevaba a la subida de precios debido a la demanda.
Las cortes Castellanas para evitarlo en 1552 prohibió las exportaciones para estimular las importaciones y facilitar la adquisición del consumidor, pero al ser una política antimercantilista, doctrina vigente de la época se suspendió a los pocos años. Esto erosiono la economía castellana ya que la moneda debido a la afluencia perdió valor. Pero además las producciones castellanas fueron menguando y aunque se trato de poner solución mediante la defensa de la producción nacional y las materias primas en 1558 esta no se logró.


Bibliografía:

  • THOMAS, H. El Imperio español de Carlos V. Ediciones Planeta, S. A. 2010, Barcelona
  • BELENGUER, E. El Imperio de Carlos V: las coronas y sus territorios. Ediciones Península, S.A. 2002, Barcelona