Ahora que vuelvo a releer a Braudel recuerdo que fue en un verano, principios de los noventa, cuando me topé con su Mediterráneo. Su lectura, donde se entremezcla el conocimiento y la buena literatura, me hizo retroceder unos cuantos siglos. Braudel es una de las referencias en nuestra materia y sus trabajos siguen siendo deliciosos.
Se me hace difícil pensar en un modernista que no le haya leído y también disfrutado.
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