La revolución financiera
es un término que alude a una serie de cambios que configuraron un sistema
hacendístico de elementos nuevos. En este término tiene especial importancia el
crédito como elemento configurador de la evolución de los sistemas fiscales y
financieros a lo largo de la historia. Así, se produce una nueva interrelación
del crédito a la deuda como mecanismo de financiación comprendiéndose la
fiscalidad como un negocio que poseía gran implicación del capital mercantil.
Asimismo, hay que
determinar que la modernización de los sistemas de financiación vino marcada
por una serie de características:
· La existencia de una deuda nacional vitalicia,
pero con capacidad de ser amortizada en cualquier momento.
·
La obligación nacional o provincial de responder
ante ella y centralizada en la figura real.
·
La realización de una serie de pagos anuales
autorizados por el Parlamento.
·
La ausencia de coerción a la hora de colocar la
deuda.
·
La seguridad de que el gobierno es capaz de
reconocer la obligación de pagos en fechas determinadas.
·
La comprensión de la deuda como elemento que
podía ser negociado en mercados secundarios.
El
ejemplo clave de esta revolución financiera es el sistema fiscal inglés,
caracterizado por su prematura imposición de tributos directos mediante una
administración centralizada, así como por un sistema de aduanas centralizado, que
no obstante permitía la participación de las asambleas locales en el control de
los impuestos directos, controlado este sistema en máxima instancia por el
Parlamento.
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