Enmarcado
en la prolífica etapa para los marinos portugueses del infante Enrique el
Navegante, se produjo en 1441, la llegada de una expedición encabezada por
Antam Gonsalves y Nuno Tristán, al cabo Blanco, en la actual Mauritania, que a
su vuelta a la Península condujo a Portugal diez esclavos africanos. Estos,
prometieron grandes recompensas si eran devueltos a sus tierras, y al volver,
les entregaron diez negros y polvo de oro, comenzando así la dedicación y
costumbre de los portugueses a la trata negrera y la esclavitud. A finales del
siglo XV, Pacheco Pereira cifraba el número de esclavos en 3500 anuales
aproximadamente. Portugal sería durante bastante tiempo la gran potencia de
este nuevo, pero viejo, mercado.
En
primera instancia, los esclavos se conducían a Europa, para trabajos forzosos o
domésticos, pero especialmente porque el Viejo Continente pasaba por un momento
de escasa población y uso de mano servil, ya que se intentaba recuperar del
gran desastre demográfico del siglo XIV. Portugal, y España, Andalucía
especialmente, fueron grandes receptores de estas primeras oleadas de esclavos.
Pero, a finales de siglo, Castilla comenzó a edificar su gran imperio, que a lo
largo del siglo XVI terminó de conquistarse, y en el que con el tiempo todas
las grandes potencias europeas terminaron por introducirse. Ante los vastos
terrenos conquistados, ningún país europeo se encontraba capacitado para
poblarlo con colonos, ni explotar sus amplios y ricos recursos, por lo que la
trata y el sistema esclavista se convirtieron en elemento fundamental para la
expansión y crecimiento de Europa. La gran demanda de mano de obra africana se
vio incentivada, por ejemplo, en el primer siglo de conquista española, debido
a las grandes matanzas de indios, o la teóricamente prohibida esclavización de
los mismos.
Estas
nuevas tierras, eran tanto ricas mineralmente como potencialmente productivas
para productos como el azúcar, el algodón, y grandes plantaciones extensivas
que no habían triunfado en Europa, pero que se extendieron en gran medida a lo
largo del siglo XVII en los nuevos territorios transoceánicos. Como ya
mencionamos, la mano de obra que las metrópolis podrían llegar a proporcionar a
las colonias era muy escasa, y así se comenzó a desarrollar el uso de la mano
de obra esclava, y aunque en principio se podía ver algún blanco, presidiario o
parecido, en las plantaciones, la gran mayoría se trataba de africanos traídos
bien desde depósitos en Europa, o bien,
directamente desde las costas africanas. Una de las principales teorías
defendidas hasta el final por los esclavistas, fue la imposibilidad fisiológica
del hombre blanco para trabajar en las condiciones, especialmente climáticas,
que se daban en las plantaciones y las colonias, mientras que los negros, ya
estarían acostumbrados.
A
pesar de que definitivamente, los indios fueran considerados al menos “hombres
libres”, la iglesia se comprometió abiertamente con la esclavitud de los
negros. Su supuesta captura para convertirlos, y su bautismo en algunos casos,
no impidió su venta en el mercado, y además,
el papa Nicolás V concedió al rey Alfonso V de Portugal el derecho sobre
las tierras africanas y la reducción de los paganos. No existía ningún problema
moral para con los negros.
Si
bien, el paso de la Edad Media a lo que conocemos como Edad Moderna trajo
consigo enormes cambios políticos, económicos y sociales, la gran demanda de
mano de obra esclava conllevó, a su vez, un intenso desarrollo de factores
económicos, financieros, e incluso, tecnológicos. Debido a que se trataba de un
proceso comercial a largo plazo, y que
no siempre se garantizaba la llegada de la mercancía, además de que cada vez
resultaba más caro, los mercaderes obtenían crédito haciéndose negociar las
letras de cambio que se les procuraban, y así, la demanda contribuyó al gran
crecimiento de los, por así decirlo, nuevos bancos capitalistas, y del mercado
del descuento de letras. Por otro lado, especialmente se puede observar en los
astilleros ingleses, la construcción de un determinado tipo de navío para el
transporte de esclavos comenzó a gestarse, y a investigarse y desarrollarse,
para que cada vez fuera más efectivo. Además, se podría llegar a contemplar la
idea de que el empleo de esclavos negros fue un factor fundamental para la gran
expansión y crecimiento de las potencias europeas. Sin la mano de obra negra, y
usando a trabajadores libres asalariados, todo el sistema de producción se
encarecería debido a los sueldos, y la falta de colonos de la que ya hablamos,
y así, muchos productos que llegaban a las metrópolis y a todo el mundo, verían
multiplicados sus precios también, ralentizando muy posiblemente su
distribución, el crecimiento económico general y el desarrollo de los países.
Por otro lado, el sistema esclavista dedicado al suministro de Europa, no
permitió desarrollar la economía interna de las propias colonias productoras, y
mucho menos, de África.
Cuando
los portugueses llegaron a las costas africanas, no solo heredaron el espíritu
de cruzada estimulado por la iglesia, gracias al cual creían estar haciendo
grandes acciones para Dios mediante la captura, sino que además, recibieron la
técnica a través de la cual se realizaron las primeras esclavizaciones, el
rapto, que consistía en atacar por sorpresa a las pequeñas comunidades,
haciéndose con todos los hombres y mujeres posibles. Finalmente, se percataron
de que debían llevar a cabo estas “transacciones” de forma menos salvaje, y
comenzaron a entablar relaciones comerciales con ciertos personajes, que a
cambio de elementos lujosos o novedosos traídos de Europa, se encargaba de
entregar los esclavos convenidos. Se construyeron fuertes como el de Arguim o
San Jorge de Mina, desarrollándose así el sistema de factorías portugués, que
luego Colón llevaría al Caribe. Las mercancías llegaban a estos fuertes, desde
los cuales se distribuían, y se llevaban a la Península. Con el descubrimiento
de América, se creó un sistema comercial de esclavos triangular entre las
colonias, las costas africanas, y la metrópolis. El monopolio portugués, se vio
aún más potenciado cuando la corona española le otorgó el asiento para la
introducción de negros en Latinoamérica, y aún más, con la unión de ambos
reinos con Felipe II. La corona española, no solo comenzó a otorgar asientos a
potencias que pudieran llevar a cabo un comercio efectivo, sino que además,
creó la Junta de negros en torno a la Casa de Contratación de Sevilla,
convirtiéndose esta ciudad, igual que Lisboa en Portugal, en la principal, y en
muchos casos única, que gestionaba este mercado. El monopolio portugués, se
comenzó a ver afectado cuando otras potencias, especialmente, Inglaterra y
Holanda comenzaron a hacerse con el poder de los fuertes y territorios
africanos, y la pérdida del asiento. Durante la Guerra de Sucesión al trono
español, esta licencia fue concedida a Francia, y tras el tratado de Utrecht,
Inglaterra se hizo con su poder, convirtiéndose en la mayor potencia negrera.
Los
negros capturados, viajaban en grandes embarcaciones, casi siempre en las
bodegas de los barcos, de formas totalmente vejatorias, y en la mayoría de los
casos, los mercaderes simplemente pensaban en la manera de cómo poder meter más
y más personas. Las condiciones provocaban gran cantidad de muertes durante el
trayecto, pero el elevado precio que se pagaba en las colonias por ellos,
compensaba por completo estas pérdidas. Una vez en las plantaciones, la vida de
los trabajadores no era mucho mejor que el viaje. A pesar de los intentos de
mejorar sus condiciones de vida, incluso legalmente, el maltrato recibido,
tanto por los amos y capataces, como por la dureza de sus cometidos, les
llevaba al extremo. En muchos casos, que muchos murieran a los dos años de
haber llegado a la plantación no era un problema para los dueños, pues la
explotación al máximo de cada persona, les daba tales beneficios que podían
permitirse estas pérdidas humanas, que serían repuestas. A su vez, se puede
decir que se llevó a cabo una supuesta estrategia reproductiva y comercial por
parte de los amos. Las tasas de natalidad entre esclavos son similares a las de
la población libre, y se sabe que casi un
65% de los hogares esclavos estaban encabezados por un matrimonio. Los amos, se
valían de los hijos para tener más esclavos con el tiempo. De hecho, en ciertos
lugares, como Venezuela, eran las propias familias esclavas las que además
debían mantener a su prole. Esta estrategia
de reproducción, se fomentó especialmente por la escasez y el elevado
coste de los esclavos, y mantener así las plantaciones.
La
manumisión, solía producirse en casos de gran agradecimiento por el servicio, o
de niños. Y el pago de la liberación, no podía ser hasta una elevada edad. Pero
se conocen numerosos casos.
Este
monstruoso tráfico fue el que permitió a Brasil convertirse en una de las
posesiones más preciadas de Portugal y desarrollar una intensa actividad
económica como ahora se verá
En
1500 una expedición comandada por Pedro Alvares Cabral que se dirigía a la
India arribó a una costa desconocida, en un principio los portugueses
establecieron unas pocas factorías –feitorias
análogas a las situadas en las costas africanas- destinadas a la explotación de
la madera tintórea de la que se obtenía un tinte rojizo empleado por los
sastres europeos para tintar los tejidos. Esta primera fase se hizo por medio
de trabajo indígena “remunerado” ya que estos talaban los árboles y los transportaban
a las factorías a cambio de objetos europeos, principalmente herramientas y
vestidos.
Sin
embargo esta estructura económica cambió al instaurarse durante la década de
1530 el sistema de las capitanías donatarias[1]
-se crearon quince, cada una de las
cuales ocupo una franja de territorio hasta la línea del Tratado de
Tordesillas- que supuso la paulatina esclavización de los indios como
consecuencia de la transformación de la economía que paso de basarse en la tala
de árboles tintóreos a ser una economía azucarera a ejemplo de la puesta en
práctica anteriormente en las islas Azores y las Madeira, este sistema se
instauró primero en la capitanía de Sao Vicente y posteriormente en todas las
demás. El cambio de la economía del palo del Brasil a la industria azucarera
supuso una verdadera tragedia para la población nativa, ya que los portugueses,
-ante la negativa de numerosos indígenas a incorporarse a este tipo de
producción que trastocaba sus tradiciones y modos de vida-, realizaban
cabalgadas para hacerse con esclavos y en numerosas ocasiones ignoraban las
ordenes reales que obligaban a distinguir entre indios “buenos”, aquellos que
aceptaban el cristianismo y estaban dispuestos a trabajar en las plantaciones,
e indios “malos”, aquellos que se oponían a servir a los portugueses y
mantenían sus costumbres.
Pero
esta política esclavista tuvo sus detractores, al igual que ocurrió en la
América hispánica, como los jesuitas que abogaban por la conversión pacífica de
los indígenas, su aculturación y la remuneración de su trabajo, ante esta
insistencia la Corona decidió la abolición de la esclavitud de los indios en
1570.
Esta
oposición jesuita unido a otros factores
tales como la resistencia indígena a trabajar en las plantaciones, su poca
resistencia a las durezas del trabajo de la caña de azúcar y la elevada
mortandad que produjeron enfermedades europeas como la viruela hicieron cada
vez menos viable el empleo de mano de obra indígena, por lo que durante la
segunda mitad del siglo XVI –en torno al 1560- se empezó a importar esclavos
negros provenientes de las factorías portuguesas de la costa africana. Cabe
destacar que el comercio negrero se había realizado desde mucho antes y en
concreto la Península Ibérica contaba con un buen número de esclavos, principalmente
en las zonas de Andalucía y del Algarve, así como algunos que eran empleados
como servicio doméstico.
La
ventaja del esclavo africano con respecto del indio era su robustez tanto a las
enfermedades europeas como a los climas extremos y la casi imposibilidad que
tenía de revelarse debido a la enorme distancia que le separaba de su lugar de
procedencia.
Durante
finales del siglo XVI y el siglo XVII Brasil fue el mayor productor y
exportador de azúcar –la producción total brasileña pasó de 6000 toneladas en
1580 a 10000 en 1610-, este éxito se debe principalmente a una institución
denominada ingenio[2]
-de los que había dos tipos: el ingenio real, que basaba el funcionamiento de
su molino en la fuerza hidráulica; y los ingenios cuyos molinos eran accionados
por bueyes o caballos- dedicada a la producción de azúcar y que funcionaba
mediante el trabajo esclavo, se considera que un ingenio medio podía tener
entre sesenta y ochenta esclavos y los más grandes podían alcanzar casi los
doscientos. La “importación” de esclavos africanos para trabajar en los
ingenios aumento en el siglo XVII como consecuencia del paulatino aumento de la
producción y por lo tanto de la necesidad de mano de obra así como de las duras
condiciones de trabajo que soportaban lo que hacía que muchos murieran siendo
necesario su remplazo. Cabe destacar que la trata de negros inauguró un tipo de
comercio denominado triangular que consistía en que los buques portugueses
cambiaban en África productos manufacturados por esclavos que eran vendidos en Brasil a cambio
de azúcar que transportaban a Europa para su venta.
Pero
los esclavos no sólo se empleaban para el cultivo y recolección del azúcar sino
que también eran usados como mano de obra barata en otras actividades agrícolas
como el cultivo del tabaco –segundo cultivo más importante de la colonia que se
destinaba para su exportación a África[3]
para ser intercambiado por esclavos-, de la mandioca –en numerosas plantaciones
los esclavos podían disponer de un pequeño terreno para cultivar alimentos que
asegurasen su propia subsistencia e incluso vender los excedentes-, así como
determinadas actividades artesanales o domésticas, aunque en este último caso
los esclavos empleados solían ser mulatos, atendiendo a la creencia de que eran
más de fiar.
Es
muy difícil saber la totalidad de los esclavos africanos llegados al Brasil
aunque se cree que entre 1570 y 1630 los portugueses transportaron cerca de
4000 esclavos anuales, cifra que aumentó a finales del siglo XVII cuando las
importaciones oscilaban en torno a 7000 u 8000 esclavos anuales, lo que
otorgaba una población total de cerca de 150000 esclavos en Brasil.
La
dureza de esta vida está ligada a la mentalidad económica de los portugueses
afincados en Brasil durante los siglos XVI y XVII que se preocupaban muy poco
de mejorar las condiciones de vida de sus esclavos pues en dos o tres años el
esclavo habría producido suficiente azúcar para amortizar su compra, y en el
doble de tiempo el dueño podría permitirse la compra de otro esclavo que sustituyera
al anterior. Esta situación de explotación ha sido descrita a la perfección por
Cespedes del Castillo: “Los beneficios
conseguidos con el azúcar brasileño tuvieron el precio de la esclavitud de
negros africanos e indios nativos y el horror de un tráfico negrero que en el
siglo XVIII alcanzaría proporciones masivas. Como siempre sucede, quienes
disfrutan los provechos no son los mismos que quienes pagan su precio en
trabajo, explotación y sufrimiento.” (2009, p. 143)
Los
esclavos tenían varias formas de escapar de su pésima situación, por un lado
podían esperar a ser manumitidos, la manumisión –las mujeres y los niños tenían
más facilidades de obtener la libertad que los hombres- podía ser concedida por
la fidelidad que demostrada por el esclavo para con su amo o a cambio de
compensaciones, a menudo este tipo de manumisiones estaban condicionadas por la
obligatoriedad de realizar trabajos o servicios para su antiguo amo; asimismo
el esclavo podía comprar su propia libertad o la de sus familiares y seres
queridos. Además de la manumisión había otra salida para alcanzar la libertad y
que se ha dado en todas las épocas y lugares donde el hombre ha sido privado de
su libertad y sus derechos: la fuga; los esclavos fugados se refugiaban en
sitios de difícil acceso, para huir de los cazadores de esclavos (capitaes do mato) contratados por sus dueños, y en estos lugares formaban
pequeños poblados independientes –denominados mocambos o quilombos- junto a otros ex esclavos desde los que
organizaban expediciones de saqueo de las poblaciones portuguesas. El mayor de
estos quilombos se encontraba en la
región de Alagoas estaba formado por varias villas conocidas con el nombre de
Palmares y su período de auge se dio en el siglo XVII cuando albergaba a varios
miles de esclavos, no obstante este “foco de luz” para los africanos fue
destruido por los portugueses tras una resistencia heroica en 1695 y su líder,
Ganga Zumbi, fue ejecutado.
El
fin de la esclavitud en Brasil se consiguió tras un largo período de luchas
políticas que desembocaron en la independencia del Brasil con respecto a
Portugal. Una de las primeras revueltas contra la autoridad colonial y que
abogaba por la independencia fue la Conspiración de Bahía de 1798 –denominada
también la Revuelta de los sastres- compuesta por individuos de las más bajas
clases sociales (mulatos, artesanos negros, soldados, trabajadores y esclavos)
inspirados por las ideas de la Revolución Francesa y que por lo tanto abogaban
por la abolición de la esclavitud. Dicho movimiento fue aplastado por la
reacción de los grandes terratenientes y comerciantes que se beneficiaban
económicamente de este sistema.
El
verdadero empuje para la independencia de la colonia se produjo en el 1807 cuando
el rey luso, Juan VI, se estableció en Río de Janeiro con parte de sus súbditos
como consecuencia de la invasión de Portugal por Napoleón para impedir las
relaciones comerciales entre ambas potencias. Esta estancia en Brasil supuso la
creación de varias instituciones: academia militar, escuela médica, una
imprenta, instituciones financieras…, pero lo que realmente supuso fue un
cambio de mentalidad ya que la estancia del rey en Río de Janeiro, a pesar de
ser temporal, suponía de hecho la independencia.
Tras
la vuelta del rey a Portugal, en Brasil se quedó su hijo Pedro como regente del
país. El desencadenante de la independencia fue la acción del parlamento
portugués que abolió las instituciones creadas en Brasil, suprimió la condición
de reino en pie de igualdad con respecto a Portugal y exigió el regreso del
regente, Pedro. Ante tal abuso de autoridad los brasileños pidieron al príncipe
Pedro que se quedase lo cual hizo y a continuación proclamó la independencia
del país en 1822.
A
pesar de haber logrado la independencia política el esclavismo continuó hasta
el 1888 cuando por fin fue abolido, siendo Brasil uno de los países –junto con
Cuba- que mas tardó en decretar su abolición.
Bibliografía:
-
Céspedes
del Castillo, G. (2009). América
Hispánica (1492-1898). Madrid. Ambos Mundos.
-
Lockhart, J., Schwartz, S., B. (1992). América
Latina en la Edad Moderna. Madrid.
Akal.
-
Salmoral,
M., L. (coord.) (2002). Historia de
Iberoamérica. Tomo II. Madrid. Cátedra.
[1]
Estas capitanías se caracterizan por el hecho de que la Corona lusitana
concedía determinados privilegios jurisdiccionales y fiscales para los que se
dirigiesen a Brasil, principalmente hidalgos de la pequeña nobleza portuguesa. Este sistema había sido empleado
anteriormente en la colonización de las islas Azores y Madeira.
[2]
La palabra ingenio (engenho) se
empleaba en un principio para designar el molino que trituraba la caña de
azúcar pero posteriormente pasó a denominar la plantación en su conjunto: los equipamientos necesarios para el
procesamiento de la caña de azúcar, los alojamientos de los esclavos, los
pastos destinados al ganado, los campos arrendados a pequeños productores, la
casa del “latifundista”…
[3]
Portugal prohibió la exportación a
África del tabaco de mayor calidad, por lo que el de menor calidad tuvo que ser
tratado con melaza lo que le proporcionaba un sabor dulce y agradable que lo
convertía en extremadamente popular en la costa africana.
A pesar de haber logrado la independencia política el esclavismo continuó hasta el 1888 cuando por fin fue abolido, siendo Brasil uno de los países –junto con Cuba- que mas tardó en decretar su abolició https://symcdata.info/julio-cesar-tello/
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