Cuando el 5 de septiembre de 1567 el duque de Alba
crea el Tribunal de los Tumultos, más conocido por los flamencos como el
"tribunal de la sangre", apenas imaginaba las consecuencias y, por su
puesto, mucho menos las implicaciones económicas de este conflicto; entre el
mayor imperio existente y lo que llegaría a ser el estado comercial más
dinámico del periodo. No obstante, la historiografía actual sí que logra
esbozar una idea de las consecuencias económicas del conflicto, si bien, hay
que remarcar la idea de esbozo, y es que, las conexiones entre guerra y
economía son muy profundas en época contemporánea. En primer lugar, hay que
acercarse a la cuestión teniendo en cuenta que guerra y economía han marchado
juntas en la historia preindustrial y que, la idea de paz y progreso económico
es propia del liberalismo[1],
es decir, la toma de decisiones de los gobiernos de aquélla época responden a
otras ideas; no pueden ser evaluadas desde una perspectiva actual porque tienen
una lógica propia. Con la presente entrada se pretende únicamente señalar las
diversas posibilidades de análisis de estas relaciones en diferentes aspectos
en el marco de este interesante conflicto.
- Las provincias del sur, fundamentalmente Flandes y Brabante perderían entre la mitad y dos tercios de su población, siendo el mundo rural el que más sufre. Sin embargo, a partir de 1590 la guerra se sistematiza, tiene un ritmo estable que permite una recuperación. Paralelamente a la demografía se desarrolla la producción tanto agrícola como pañera. Por último, la guerra les permite beneficiarse del poder de la Monarquía Hispánica y ser las únicas provincias de Flandes que podrían comerciar con ella. No obstante, esto beneficia a una minoría mercantil y financiera.
- En el caso de España las pérdidas fueron mucho mayores, suponiendo un envío de tropas continuo que llegaría a sumar en torno a unos 50.000 soldados (más que los emigrados a las Indias en ese mismo periodo). Aun así, el Parker señala que el mayor coste para España sería la “hemorragia” que la guerra produjo en el tesoro, conllevando el consumo total de los recursos indianos, un incremento de impuestos y aun así multiplicando la deuda pública hasta unos límites astronómicos. Por otro lado, la industria lanera castellana, la mayor del reino, estaba en clara decadencia por su incapacidad de dar salida a los paños en su mercado tradicional, los Países Bajos.
- Finalmente, en cuanto a las Provincias Rebeldes, tradicionalmente se le ha supuesto un resultado beneficioso de la guerra. Desde luego, los habitantes de las provincias sufrieron un aumento de impuestos y una pérdida de vidas, pero es cierto que en el ámbito financiero y mercantil se puede hablar de un momento de auge, y es que el inicio de la guerra produjo un migración de mercaderes de Amberes a Ámsterdam que convirtieron a esta segunda ciudad en un gran centro financiero capaz de conceder préstamos al gobierno rebelde a bajos intereses, así como establecer un comercio dinámico mucho más dinámico.
Finalmente, otro ámbito verdaderamente
interesante que se puede estudiar dentro de este conflicto y dentro de la temática
guerra y economía es el pensamiento económico. En primer lugar, la propia idea
mercantilista corresponde a una estructura económica categorizada como economía
de guerra. Las constantes guerras de las coronas absolutistas obligan a
supeditar la economía a los principios políticos y militares[6].
No obstante, en esta guerra emerge un gobierno con un ánimo distinto, como
sería el de las Provincias Unidas. La revuelta de la que surge tiene como motor
un antiintervencionismo en el ámbito macroeconómico, teniendo posteriormente un
gran peso los mercaderes que financian la guerra. La orientación de la guerra
económica responde además a unas necesidades del capitalismo financiero[7].
Por tanto, se puede ver una evolución en el pensamiento económico, cuando menos
surge un modelo mucho más pragmático y que le da un valor propio a la economía.
En otro ámbito más reducido, esta guerra también fomentaría un pensamiento
económico vinculado al liberalismo como sería la defensa del libre comercio que
hace Hugo Grocio, basándose curiosamente en los pensadores salmantinos como
Francisco de Vitoria[8].
A lo largo de la entrada se puede adivinar
diversas formas de analizar un conflicto bélico desde el ámbito de la economía.
Desde luego se observa que no es fácil, más aun teniendo en cuenta que es muy
posible que existan más perspectivas igual de interesantes. Sin embargo, cómo
se ha advertido desde el principio esto es sólo un esbozo del que se puede
cuestionar hasta las propias conclusiones de los autores que aquí se han
citado.
[1] ECHEVARRÍA
BACIGALUPE, Miguel Ángel. "Presentación: Guerra y economía en Flandes,
siglos XVI y XVII". Studia Historica. Historia Moderna, Num.27,
2005, p.18
[2] PARKER,
Geoffrey. “War and economic change: the economic costs of the Dutch Revolt” en Spain & the Netherlands 1559- 1659. Ten
Studies. London, Collins, 1979.
[3] FAGEL, Raymond. “Guerra y comercio
en los Países Bajos. El control del comercio en tiempos de guerra a través de
las ordenanzas (1506-1559)”. Studia Historica. Historia Moderna, Num.27,
2005, pp. 55
[7] Ibid.
p.20
[8] GÓMEZ RIVAS, León. “Economía y
guerra. El pensamiento económico y jurídico desde Vitoria a Grocio (y después)”
Studia Historica. Historia Moderna, Num.27, 2005, p.149
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