Tras la guerra civil en
Inglaterra que acabó con la ejecución del rey Carlos I en 1649, se instauró una
forma política republicana que pretendió reunir bajo un mismo gobierno a
Inglaterra, Escocia e Irlanda y crear así la República Británica. Se abolió la
Iglesia anglicana, la monarquía y la Cámara de los Lores; y se expropiaron
todas las posesiones de la Iglesia y la Corona.
Oliver Cromwell, líder del
ejército republicano y más tarde líder absoluto de la república, dirigió las
campañas militares contra Escocia e Irlanda con el objetivo de someterlas. En
Escocia, el régimen aplicó una política relativamente moderada que supuso
cierta pérdida de poder para la nobleza local. Sin embargo, la campaña de Irlanda
fue atroz y muy violenta, ejemplificada en la matanza de población civil en
Drogheda (1649) y en la sistemática confiscación de tierras que fueron
entregadas a una nueva élite propietaria.
Esta confiscación de tierras se
produjo a partir de 1650, año en que Cromwell regresó a Inglaterra, mediante
una serie de leyes. Una de estas medidas tomadas por el Parlamento inglés fue
el llamado “Acta de los Aventureros”, por el cual se le darían mil acres de
tierras confiscadas a los irlandeses a aquellas personas que invirtieran doscientas
libras para la guerra. Otro acta fue el “Acta de establecimiento de Irlanda”,
aprobado en 1652, mediante el cual se establecía la confiscación de tierras a
todo aquel que hubiera luchado contra el Parlamento inglés durante la guerra. También
se decretó el traslado de los terratenientes irlandeses al inhóspito territorio
de Connaught y al condado de Clare, ambos en la zona oeste de la isla. Así pues sus tierras fueron
confiscadas y entregadas a los aventureros y soldados parlamentarios. Gracias a
esto se beneficiaron más de mil aventureros y 35.000 soldados, siendo unos
55.000 kilómetros cuadrados la extensión de terreno confiscado en una isla de
85.000 kilómetros cuadrados de superficie.
Los terratenientes irlandeses
descubiertos fuera de esta zona del oeste de Irlanda fueron castigados con la
pena de muerte o enviados como esclavos a las Indias occidentales y a las islas
Barbados. En total unas 44.000 personas se trasladaron a Connaught, aunque
muchas otras permanecieron en sus tierras para trabajar como mano de obra
asalariada, y otros se convirtieron en bandoleros.
Con todo esto, se cree que menos
de la cuarta parte de los soldados que recibieron tierras llegó a asentarse en
Irlanda, pues por lo general preferían vender sus derechos y quedarse en
Inglaterra. Además, la necesidad de mano de obra para trabajar las tierras hizo
que hubiera una corriente de trabajadores irlandeses baratos que volvían hacia
el este.
Cuando en 1660 la monarquía fue
restaurada en Gran Bretaña y se restableció el Parlamento irlandés, muchos
creyeron que quedarían sin efecto las colonizaciones de tierras ordenadas por
Cromwell. Si bien se le devolvieron sus tierras a algunos realistas, el nuevo
rey Carlos II se negó a efectuar cualquier tipo de cambio en las plantaciones
cromwelianas. Por tanto la situación fue que en 1672 los pobladores
cromwelianos poseían 25.000 de los 60.000 kilómetros cuadrados de tierra cultivable
que había en Irlanda, mientras que los católicos tenían 17.500 kilómetros cuadrados
(el resto era de los pobladores pre-cromwelianos).
En el año 1685 el hermano de
Carlos II, Jacobo II, le sucedió en el trono. El nuevo rey era católico, por lo
que muchos católicos irlandeses creyeron que por fin sus tierras les serían
devueltas, pues en ese momento sólo el 22% de la tierra de Irlanda estaba en
manos de irlandeses católicos. Pero estalló otra guerra en Inglaterra y
ascendió al poder Guillermo III, el cual puso en el poder de Irlanda a la clase
gobernante de ascendencia anglicana conocida como los “Ascendientes”. Estos, al
igual que Cromwell, querían el dominio de la religión protestante y obtener más
tierras. Tanto es así, que al finalizar el siglo XVII tan solo el 14% de las
tierras cultivables de Irlanda estaba en manos de irlandeses católicos.
Por todo ello vemos como la
confiscación de tierras a los irlandeses fue un proceso comenzado por Cromwell
y continuado, al menos en un sentido de mantención, por los posteriores
gobernantes británicos. Esto supuso que a partir de entonces Irlanda pasara a
ser el “almacén” y “productor” de comida para el Reino Unido, muy importante
para ellos pues en el siglo XVIII llevarían a cabo la revolución industrial.
Además, si bien es cierto que en
su mayor parte lo que supuso fue el traspaso de tierras de una élite (la
irlandesa) a otra (la británica), posiblemente la catástrofe de la gran
hambruna irlandesa de mediados del siglo XIX habría sido combatida de otro modo
si la aristocracia irlandesa, y no la británica, hubiera tenido las tierras de
Irlanda en su poder.
· DELANEY,
E. (2012): The curse of reason. The Great
Irish Famine, editorial Gill & Macmillan, Dublin.
· O’BEIRNE RANELAGH, J. (1989): Breve historia de Irlanda, editorial
Fondo de Cultura Económica, México.
· FLORISTÁN, A. (2012): Historia Moderna Universal, editorial Ariel, Barcelona.
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