miércoles, 24 de diciembre de 2014

La unión entre Inglaterra y Escocia: asuntos económicos

En el año 1707, bajo el reinado de Ana la Grande (1702-1714), última representante de la casa Estuardo en el trono de Inglaterra, se produjo uno de los hechos más importantes en la historia de las islas británicas: se firmó el Acta de Unión de 1707, mediante el cual se producía la unión de las coronas de Inglaterra y Escocia, creándose así el Reino de Gran Bretaña. Se disolvieron los parlamentos de ambos países y se creó uno solo, en Westminster (Londres). 


Un factor que señala a los motivos económicos como principal motor de la unión fue el contenido mismo de las cláusulas del Acta. El Acta lo componían un total de veinticinco cláusulas, de las cuales quince se referían a temas económicos. Así pues en ellas se hablaba de libertad de comercio y navegación, de una única moneda con igual valor, de leyes reguladoras del comercio comunes, de exportación e importación…


El Parlamento de Edimburgo aprobó el Acta de Unión con 110 votos a favor y 67 en contra. Los motivos económicos fueron determinantes a la hora de aprobarlo, ya que le permitiría a Escocia (donde el Acta de Unión nunca fue popular) tener acceso a los subsidios ingleses, pues dicho país se encontraba sumido en la ruina económica. La promesa de los beneficios que traería la unión con Inglaterra convenció a las clases dirigentes y a los parlamentarios escoceses para votar por el sí: para ellos pesaron más los intereses económicos que los siglos de lucha pasados por el mantenimiento de la independencia e identidad política.


La seria crisis financiera por la que estaba pasando Escocia fue producida, en gran medida, por la aventura colonial en la que se había metido años antes de la Unión. Esta empresa, conocida como Proyecto Darién, pretendió establecer una colonia en el istmo de Panamá. Sin embargo este proyecto fracasó y las élites escocesas perdieron mucho dinero, por lo que vieron la unión con Inglaterra como una oportunidad para recuperar su poder.
Además, mediante la Ley Extranjera de 1705, Inglaterra amenazó a Escocia con bloquear sus relaciones comerciales imponiéndola sanciones económicas, por lo que la unión con ellos evitaría dichas medidas.
Sin embargo, como se ha comentado antes, una amplia mayoría del pueblo escocés se oponía a la unión. El Acta provocó el rechazo popular y se enviaron numerosas cartas al Parlamento para impedir su aprobación. También se produjeron protestas masivas en Edimburgo y otras ciudades, que fueron reprimidas con la ley marcial.      


En un primer momento la unión trajo algunos beneficios económicos a Escocia, pues se elevó el precio de su ganado debido al acceso a los mercados ingleses. Sin embargo posteriormente la competencia inglesa fue desastrosa para los fabricantes textiles escoceses, que vieron como no podían dar salida a sus productos. Así pues, lo que en un primer momento parecía esperanzador pronto se tornó en un asfixie económico. Además se impusieron medidas impopulares como el establecimiento de nuevos tributos en Escocia, la eliminación del Consejo Privado Escocés del Rey o la extensión a Escocia de la severa ley de traición.


Con todo esto, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII Escocia comenzó a vivir los efectos de la Revolución Industrial, lo que produjo un desarrollo económico que hizo que en el siglo XIX se transformara en uno de los centros comerciales, intelectuales y culturales de Europa.



·         KEOGH, D. y WHELAN, K. (2001): Acts of Union: the causes, contexts and consequences of the Act of Union, editorial Four Courts Press, Dublin.
·         URL: http://www.legislation.gov.uk/aosp/1707/7/contents , consultado el día 21/12/2014
·         LÓPEZ-PELÁEZ, J. (2006): Historia breve de las islas Británicas, editorial Sílex, Madrid.

·         FLORISTÁN, A. (2012): Historia Moderna Universal, editorial Ariel, Barcelona.

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