La Edad Moderna tuvo unos
crecimientos comerciales tan importantes que podrían definirse como
revolucionarios. Sin embargo, el gran progreso comercial no puede decirse que
se debiera a la mejora en transportes, ya que estos seguían siendo muy
rudimentarios y los caminos pistas de polvo y barro. Si es cierto que se
produjeron algunas mejoras secundarias, pero nada significativas. Tampoco en la
navegación hubo más que mejoras de detalle.
El comercio interior se vio
favorecido por el aumento de seguridad, pero fue el comercio internacional el
que tuvo más significación. Dicho comercio era sobre todo marítimo, con sus
centros en grandes puertos fluviales o marítimos (Venecia, Lisboa, Sevilla,
Londres, Ámsterdam…). El tonelaje aumentó de tal forma que a finales del siglo
XVI España y Portugal tendrían en conjunto 250 ó 300 mil toneladas de buques
mercantes y Ámsterdam otro tanto. Más tarde Holanda se puso en cabeza con más
de medio millón en 1660 gracias a la actividad sin igual de los astilleros de Ámsterdam.
En 1700 el predominios era ya de los nórdicos, con Inglaterra a la cabeza.
El transporte fluvial tuvo una
importancia menor, mucho más reducida, dado que los ríos estaban mal equipados
y la red de canales complementarios fue una creación posterior. Londres se
beneficiaba del Támesis y sus mareas, mientras que el Rin y el Guadalquivir
eran vías mediocres de navegación.
El tráfico a largas distancias,
que en la Edad Media se limitaba a mercancías de escaso peso y gran valor, en
la Edad Moderna se amplió a otras más ponderosas gracias al abaratamiento del
tráfico acuático.
Dos focos muy importantes de
tráfico fueron el conjunto Báltico-Mar del Norte y el Mediterráneo, que
quedaban unidos a través de Estrecho de Gibraltar. El tráfico siguió un curso
ascendente durante el siglo XVI, llegando al siglo XVII donde se desarrolla una
guerra entre Inglaterra y Holanda por el Acta de Navegación, una guerra por
motivos puramente económicos. Los puertos atlánticos de Francia también
conocieron una intensa actividad en el siglo XVII. Sin embargo, la decadencia
del comercio mediterráneo fue manifiesta, por ese desplazamiento del eje
económico principal hacia el norte y la intensificación de la piratería turca.
Todo este complejo se vio
reforzado por el comercio interoceánico, fruto de las grandes navegaciones y
descubrimientos. El comercio americano fue para la economía europea un
estimulante mucho más poderoso que el de Extremo Oriente. Sin embargo había una
diferencia fundamental entre el comercio de las Indias Occidentales y las
Indias Orientales: América proporcionaba a Europa oro y plata mientras que Asia
absorbía estos metales preciosos, porque a cambio de sus exportaciones de seda,
cerámica, especias y otros productos de lujo, compraba muy poco. El desequilibrio
aumentó en el XVII - XVIII con la moda de los tejidos de algodón de la India.
Este comercio a gran distancia
también suponía riesgos, y es que se podía ganar el cien por cien de un
cargamento, o perderlo todo en un naufragio o por causa de la piratería.
DOMINGUEZ ORTÍZ, Antonio, Historia Universal. Edad Moderna, Vicens Vives, Barcelona, 2006.
Según las zonas, el transporte por río también fue importante.
ResponderEliminarUn saludo,