LA
TRATA DE CAUTIVOS EUROPEOS EN EL NORTE DE ÁFRICA.
Ya desde el siglo XVI miles de hombres y mujeres
procedentes de diversas partes de Europa fueron esclavizadas por las guerras
que mantenía Marruecos o por las acciones de piratería berberisca de Argel. La
guerra corsaria siempre estuvo relacionada con el cautiverio y las
negociaciones de rescates, ya que los cautivos eran una mercancía muy apreciada
tanto en Marruecos como en otras zonas del Magreb. Hay que señalar que hubo
varias fuentes de aprovisionamiento de cautivos europeos:
La primera fuente de aprovisionamiento a la que me
referiré serán los presidios. Desde el siglo XV existían presidios por toda la
costa marroquí. Será a partir de la segunda mitad del siglo XVII, a través de
la política de la jihad, por la cual los marroquíes se lancen en campañas para
tomar los presidios. Con la ocupación de esos presidios se van a obtener una
gran cantidad de cautivos europeos. A estos esclavos procedentes de los
presidios, había que sumarles aquellas personas que se alejaron de los
presidios para buscar víveres y ropa y que cayeron en manos de los marroquíes. Otro
lugar de procedencia de estos cautivos era por los naufragios. Por último, se
encuentra la guerra corsaria, es el medio más común y que alcanzó su gran
esplendor en el siglo XVII.
Sobre el lugar de procedencia, los estudios de Leila
Maziane nos indican que un gran contingente de cautivos provenía de posesiones
españolas e italianas y otros tanto portugueses. Es sorprendente la existencia
de cautivos nórdicos e ingleses en Marruecos. Con estos datos podemos observar
que las acciones de los piratas y corsarios se extendían al marco Mediterráneo
y Atlántico, aunque también se extendieron por el litoral ibérico e incluso
llegar a las costas del Norte de Europa.
Con respecto a las condiciones de vida de los
cautivos, se sabe que la mortalidad fue bastante elevada como consecuencia de
unas durísimas condiciones a las que se sometían los cautivos. De entre los
factores que podrían explicar esta alta mortalidad se encuentras los maltratos
o incluso los brotes de peste. Tales eran las condiciones de vida que incluso
al cautivo esa situación le resultaba desesperada y su única salida era el
suicidio, la apostasía o la evasión. A pesar de esas malas condiciones, los
esclavos s encontraban organizados en comunidades y vivían en lugares conocidos
como canutos. Cada comunidad de cautivos estaba regida por unas leyes e incluso
contaba con la presencia de un representante el cual, en nombre de la
comunidad, hablaba con las autoridades musulmanas. Había cautivos que por
diversos factores quedaban exentos del trabajo diario (picar y moler piedra en
las canteras), algunas de estas personas eran los cocineros o los cautivos que
estaban casados. Sin embargo, los capitanes y clérigos no solo trabajaban en el
trabajo diario, sino que además eran utilizados para aumentar la presión
diplomática para obtener un alto precio por ellos. Los cautivos se encontraban
en permanente vigilancia de un caid.
Con respecto al perfil social de los cautivos, sabemos
a través de las fuentes y de los registros de rescates que en su mayoría, de
entre la población española, eran hombres que casualmente se encontraban en su
mejor edad y que sabían algún oficio relacionado con la defensa o con el mar.
Hubo muy pocos niños y ancianos. En relación a la población femenina, fueron
pocas las mujeres que se rescataron, ya que los musulmanes no se querían
deshacer de ellas. Las mujeres eran utilizadas como esposas, concubinas o
sirvientas domésticas[1].
Sobre las modalidades de rescate, en Marruecos se
pueden diferenciar cinco modalidades:
-
Los
rescates individuales. Algunas personas pudieron hacer frente a las altas sumas
de dinero que pedían por ellos debido a que contaban con una situación
desahogada en su ciudad natal.
-
A
través de las negociaciones entre los Estados. Algunos estados europeos
firmaron con las autoridades magrebíes tratados de “no agresión” y se exigiría
la liberación de sus cautivos por el incumplimiento de esos tratados.
-
Rescates
de cautivos sin fortuna: eran al medio que recurrían aquellos cautivos que no
tenían dinero para hacer frente a la suma que se pedía por ellos. Estos
cautivos esperaban que el Papa les concediera lo que se conoce como una carta
hortatoria, por la que se permitía a la familia del cautivo pedir el dinero que
les hacía falta para rescatar a su familiar.
-
Otro
medio eran los canjes o intercambios de prisioneros europeos por prisioneros
musulmanes.
-
Por
último destacar el papel que jugaron algunas órdenes religiosas como
mediadoras. Estas negociaciones fueron llevadas a cabo por los mercedarios de
España, los trinitarios de Francia y Portugal. Fueron muchas las personas que
recurrieron a las órdenes religiosas de la Trinidad y la Merced porque sabían
que la libertad estaba casi asegurada, pero ello no implicaba que fuese la vía
más rápida para alcanzar la libertad ni el medio más seguro. En los territorios
italianos adquirieron gran importancia, e incluso monopolizaron el rescate de
los presos, otras instituciones como las archicofradías (como la archicofradía
de Gonfalone en Roma o la Real Casa
Santa de la redención de los cautivos de Nápoles).
Por último cabría hablar del precio de los esclavos.
Este precio dependía de varios factores como son la ley de la oferta y la
demanda, la cualificación del cautivo, además de contar con aspectos físicos
como su edad, género, etc.
BIBLIOGRAFÍA:
MAZIANE,
Leila, Los cautivos europeos en Marruecos (siglos XVII – XVIII), en MARTINEZ
TORRES, José Antonio (dir.) “Circulación
de personas e intercambios comerciales en el Mediterráneo y en el Atlántico
(siglos XVI, XVII, XVIII)”, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2008. Pp.65-79.
MARTINEZ
TORRES, José Antonio. Europa y el rescate de cautivos en el Mediterráneo
durante la temprana Edad Moderna, en “Espacio,
tiempo y forma, Serie IV, Historia Moderna”, Madrid: UNED, 2005-2006,
pp.71-85.
[1] MAZIANE, Leila, Los
cautivos europeos en Marruecos (siglos XVII y XVIII), en MARTINEZ TORRES, José
Antonio. “Circulación de personas e
intercambios comerciales en el Mediterráneo y en el Atlántico (siglos XVI,
XVII, XVIII)”, p, 75.
Magnífica aportación, Kevin. Las referencias bibliográficas están muy bien elegidas.
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