En el trabajo de David Ringrose, El
desarrollo urbano y la decadencia española, se examina de nuevo la relación
entre el declinar político de los Austrias y la decadencia económica castellana
para explicar lo que se entiende por "decadencia de España". A diferencia
de otros estudiosos como Keman, Ringrose sí considera que existió una
decadencia de la economía después de un periodo de auge en el siglo XVI. En este
artículo, Ringrose expone los acontecimientos que, según él, fueron factores
decisivos en el declive económico de Castilla desde finales del siglo XVI y
principios del XVII y son: la ruptura de la interacción Corona-ciudad-región y de
las redes interregionales debido a la mala política llevada a cabo por los y el
estancamiento de Castilla por la centralización en torno a Madrid, que
concentró capital, servicios y población.
La España moderna estaba constituida por una serie de regiones autónomas
y élites provinciales que abarcan gran parte de Europa y un imperio americano.
Debido a su enorme extensión, la capacidad de los Austrias para controlar los
asuntos locales y gravar las economías regionales varió muchísimo de un sitio a
otro, configurándose una complicada red a través del poder, cuya desintegración
parcial es lo que entendemos por la "decadencia de España". En cuanto a dicha decadencia, existen diversas explicaciones que
comparten la premisa de que la decadencia se produjo porque las personalidades
y grupos dominantes no supieron medir la viabilidad de sus acciones e hicieron
caso omiso de las consecuencias económicas de sus medidas:
- - La hipótesis del "Quijote", según la cual los Austrias no fueron capaces de adaptarse al clima intelectual y económico que se estaba originando en Holanda, Inglaterra y Francia, sucumbiendo a una realidad cambiante y a oponentes más "modernos".
- - La hipótesis de la "bancarrota" insiste en los problemas fiscales de los Austrias: a pesar de que el imperio americano expandió la oferta monetaria y la capacidad adquisitiva española, la economía peninsular no supo mantenerse al paso de los cambios que se produjeron en la demanda, de forma que los precios se elevaron de manera constante durante el XVI. Aunque en el siglo XVII se firmaron una serie de tratados y treguas con Francia, Inglaterra y Holanda con las que se reducía la actividad militar, no se consiguió un equilibrio en los presupuestos ya que tuvo lugar una recesión del comercio americano, disminuyendo las remesas de plata y colapsando Castilla económicamente.
- - La improvisación fiscal debida a la inflación y las inútiles campañas militares europeas también es muy criticada: se suspendieron pagos, se impusieron nuevos impuestos, se manipuló la acuñación y se pidieron préstamos de metales preciosos a fortunas privadas. No obstante, muchos capitalistas castellanos cayeron en la bancarrota, muchos campesinos quedaron en la indigencia y el crédito real en el exterior se derrumbó.
- - Los esfuerzos reformistas llevados a cabo por el Conde Duque de Olivares tampoco tuvieron resultados muy favorables ya que sus reformas militares y fiscales y su errónea valoración de los recursos regionales produjeron violentas revueltas en Nápoles, Vizcaya, Portugal y Cataluña que funcionaron como resistencias a una forma de revolución "desde arriba", obstaculizando la efectividad de las medidas.
Pese a los intentos reformistas, la base tributaria americana elude la
fiscalidad y los envíos de plata a España se reducen enormemente durante el
siglo XVII. Castilla había proporcionado una parte importante de las rentas
reales hasta 1570, momento en el que sus posibilidades agrícolas se estancan,
los núcleos urbanos dejan de crecer y la industria textil cae por la
competencia exterior. Además, debido a las políticas económicas llevadas a cabo
no se pudo alcanzar el equilibrio demográfico en Castilla, como sí ocurrió en
Inglaterra o Languedoc, que pasaban por una situación similar.
De esta manera, Ringrose afirma que la política de los Austrias mutiló
una economía regional que era necesaria para la estabilidad fiscal. Esto se
debe a que los pueblos de
la sociedad rural tienen una gran importancia dentro de las redes de relaciones
económicas y políticas puesto que las ciudades obtienen sus suministros de
estos centros rurales donde los intercambios pueden ser creados de diversas
formas. En este contexto de cambios, las comunidades campesinas son en
ocasiones obligadas a la especialización y la creación de excedentes. Esto
conlleva la búsqueda de redes comerciales que muevan este excedente,
abandonando los mercados regionales. Se implantan de esta manera una serie de pautas
de mercado en las comunidades rurales, perjudicando el desarrollo
interregional. A su vez se produce el desarrollo urbano basado en la
explotación rural. Esta interacción
Corona/ciudad/región ha de ser considerada en toda explicación de la
"decadencia de España" y es esencial para comprender lo que más tarde
impediría la vuelta de la vitalidad castellana.
En España entre el siglo XVI y el XVII se produjo
una importante transformación, pasando de una red compleja de localización
central a un sistema urbano de estructura dendrítica en torno a la ciudad de Madrid,
que se convirtió en capital en 1560, dando lugar a que todos los servicios y los
mercados se centraran en ella y se produjera como consecuencia el aislamiento
económico de los mercados castellanos. Este cambio se ha asociado como rasgo
distintivo de la “decadencia de España” ya que se produce un estancamiento del
mercado interior de la misma. Esto es debido a que las élites se trasladaron a
la capital llevándose consigo sus ingresos. La diferencia entre los modelos de
localización central y del modelo con estructura dendrítica se pueden observar
al comprar las ciudades de Madrid y Londres.
En
cuanto al crecimiento de Madrid que se produce en el siglo XVI, es consecuencia
de una favorable proporción tierra/trabajo, del crecimiento de la población y
el de las industrias artesanales que al mismo tiempo habían estimulado los
mercados regionales y los intercambios con Europa. El resto de ciudades,
Toledo, Segovia, Soria, Salamanca, Cuenca, etc., mantenían grandes intercambios
interregionales que formaban parte de una red de ferias regionales. Sin
embargo, estas ciudades comenzarán a decaer a finales del siglo XVI. Ya en 1575
Toledo perdió sus mercados extranjeros debido a los altos costes de producción
locales y su comunidad mercantil se trasladó a Madrid. Valladolid también
experimentó el mismo retroceso. Hay
ciudades que no perdieron su fuerza durante el siglo XVII pese a la
centralización en torno a Madrid, puesto que vincularon algunos aspectos de su
economía a la propia economía de la capital, como es el caso de Talavera, que
se convirtió en el principal surtidor de carne de Madrid, de manera que no
sufrió una decadencia similar a la de otras ciudades castellanas.
Estas transformaciones no se limitaron solamente
al ámbito económico, pues Madrid se desarrolló como un centro urbano que
concentraba a cada vez más habitantes. Un indicio de la magnitud del cambio en
la red urbana se ve con la redistribución de la población, puesto que en apenas
100 años, Madrid duplica su población.
En conclusión, el desarrollo de Madrid provocó el
estancamiento del desarrollo urbano en las ciudades cuya economía no estuviera
vinculada a la capital. En toda Castilla, las economías rurales se expandieron
en los dos primeros tercios del siglo XVIII y se roturaron nuevas tierras, pero
sin los servicios urbanos provinciales característicos del siglo XVI, no pudo
surgir una red de intercambio más productiva. Prácticamente toda la actividad
comercial en expansión estaba ligada a Madrid.
Al crecer la capital de 120.000 a 200.000
habitantes, el valor de sus mercados competía con el de Cádiz. De modo
inevitable, dominó el comercio de largo alcance de Castilla, monopolizando
servicios que se habrían repartido de otro modo en una red de lugares centrales.
En este proceso, la agricultura quedó con un solo mercado urbano de
importancia, un mercado que dependía de la efectividad de la Corona y de su
imperio atlántico y estaba, por consiguiente, destinado a expandirse y
contraerse en respuesta a condiciones ajenas a la realidad del interior.
El resultado constituye un ejemplo gráfico de
cómo los recursos de un imperio, empleados parcialmente en un centro para el
gobierno de dicho imperio, crearon un sistema de mercado dendrítico en torno a
Madrid, empobreciendo a Castilla y encerrándola en un ineficaz sistema de
producción e intercambio. Así, una parte esencial de la «grandeza» de España
tuvo parte en crear la “decadencia española”. Durante los siglos que siguieron
al desarrollo de Madrid, el precio de un Estado centralizado en España incluyó
el persistente retraso de Castilla.
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