Si hay algo
destacable en el capítulo dedicado a la teoría económica de Adam Smith es la
multiplicidad de interpretaciones que se han hecho acerca de las teorías y
postulados del economista británico. Obviamente, para un economista de hoy día
es fácil señalar los errores y las deficiencias en el pensamiento de Smith, no
obstante un historiador siempre ha de tener en cuenta el contexto en el que se
escribió La riqueza de las naciones.
Como ya sabemos, el siglo XVIII vio nacer a la ciencia económica como una
disciplina en sí misma, si bien es evidente que todavía no se había separado de
otros ámbitos filosófico-científicos. La
riqueza de las naciones no fue planteada por Smith desde una óptica
exclusivamente económica, y en ella interactúan la historia, la política, la
filosofía o la moral, dotando a su teoría de un planteamiento más profundo de
lo que se puede esperar de un texto económico.
La teoría
económica de Adam Smith está fuertemente influida por los principios de la
Ilustración escocesa, en especial el individualismo y el concepto positivo de
progreso. El objetivo marcado por Smith en su obra es definir un orden natural
de la economía donde la libertad del individuo redunda en un bien común, esto
es, el desarrollo económico como vía progresiva de la sociedad. Así, en Smith
es difícil determinar los límites de los aspectos macro y microeconómicos, pues
su interrelación es necesaria para entender el conjunto teórico de la obra. No
obstante, ya sea el excesivo optimismo, o bien la retórica adornada del
escocés, la teoría económica está marcada por lagunas e incoherencias que sus
discípulos de la escuela clásica tuvieron que resolver. Hoy día todavía existe
un debate acerca de determinados aspectos de esta teoría, dando lugar a
interpretaciones variadas, como refleja el manual de Perdices de Blas (el
capítulo está escrito por Nieves San Emeterio).
La riqueza de las naciones se divide
en cinco libros: el primero trata sobre la producción y la distribución, el
segundo sobre el capital, el tercero sobre desarrollo económico, el cuarto sobre
la historia de la economía y el quinto sobre las finanzas públicas y el rol del
soberano. Según el manual de Perdices de Blas en los dos primeros encontramos
lo que serían las teorías “microeconómicas”, y en los otros tres libros las
“macroeconómicas”. Como hemos dicho, la frontera entre ambos ámbitos no está
clara, esto es así porque en la lógica de Smith y del XVIII no se concebía tal
división, si bien en la exposición se seguirá esta línea para favorecer el
entendimiento.
Microeconomía
Respecto a
la “microeconomía” se destacan varios elementos interrelacionados entre sí, sea
en menor o mayor medida: la teoría del valor, los precios, los salarios, los
beneficios y las rentas (en las cuales no nos centraremos). Como veremos, la
validez y la brillantez de las teorías que Smith expone en relación a estos
elementos no es la misma.
En lo que
se refiere a la teoría del valor se da a entender que la exposición de Smith es
algo contradictoria, fruto más del adorno retórico que de su capacidad teórica,
lo que ha llevado a distintos estudiosos a plantearse hasta cuatro
interpretaciones. Si bien, lo que más se ha criticado de Smith es que no se
detiene en la doble dimensión del valor, esto es, uso y cambio, centrándose
sólo en la segunda. Así, las cuatro teorías de valor son de cambio. La primera
sería la del trabajo exigido, la cual consiste en que el valor de un bien viene
determinado por la cantidad de trabajo que se puede exigir del mismo. Esta
teoría ha sido criticada en tanto que Smith equipara el valor nominal, el que
se expresaría en unidades monetarias, con el valor real, el que se expresa en
unidades de trabajo, cayendo en un razonamiento circular. La segunda teoría es
la de la desutilidad del trabajo, que viene a decir que el valor de un bien se
puede medir en la cantidad de esfuerzo y fatiga que se pueden ahorrar con la
posesión de ese bien. La tercera teoría explica el valor de las mercancías en
función del trabajo incorporado en su producción, es decir, el bien cuesta las
horas que se han invertido en hacerlo. Esta teoría del valor trabajo se vería
implementada con la cuarta y última teoría extraída de su obra, la de coste de
producción. Ésta no tendría sólo en cuenta las horas, sino que incluye también
los salarios y el coste de beneficios y rentas en el cálculo, lo que hace que
el valor de un bien se defina por el resultado de la multiplicación de los
distintos elementos invertidos en la producción del bien. Incluyendo los tres
factores productivos dentro del cálculo, Smith puede relacionar el valor con
las teorías de precios, salarios y beneficios.
Como hemos
visto, la teoría del valor da lugar a confusos, aunque siempre incluya el
trabajo en sus cálculos. Por otro lado, la teoría de precios no sólo no ha
provocado tales problemas, sino que además es una de las más brillantes. Smith
distingue entre el precio de mercado y el precio natural, que se han entendido
como el precio de equilibrio a corto y a largo plazo. El precio natural, al
venir definido por los factores de producción, estos son trabajo, capital y
tierra, aspira a ser invariable a lo largo del tiempo. Así, el precio de
mercado debería oscilar en torno a este precio natural para no producir un
desbarajuste en un momento determinado, esto es, ser incapaz de cubrir la
necesidad mínima de inversión que requieren los tres factores productivos. Con
esto lo que se viene a decir es que si el precio de un mercado sube mucho con
respecto al natural, los factores productivos se hallarán remunerados de más,
atrayendo así a los factores de otros mercados, lo que da lugar a un exceso de
oferta que hará descender el precio del mercado. Del mismo modo, si el precio
de mercado desciende se producirá el efecto contrario, desaparecerán factores
productivos por no estar bien remunerados, habrá un exceso de demanda y subirá el
precio de mercado. Smith da por supuesto que esto sólo funcionaría en un
entorno de competencia perfecta, es decir, donde el equilibrio en el mercado de
productos supone también el equilibrio en el de los factores, así como la ley
de la oferta y la demanda no se ve truncada por obstáculos: gremios,
monopolios, etc.
Respecto a
los salarios en el manual se señala que en la obra de Smith se pueden extraer
hasta cinco teorías excluyentes entre sí. Para ahorrar confusión, se centra
sólo en dos de ellas. Una primera sería la de la negociación, donde quiere
recoger la heterogeneidad del mundo laboral. Para Smith no todos los trabajos
merecen la misma remuneración en base a cinco factores: la ingratitud, la
dificultad y el grado de formación necesario, la temporalidad, el grado de
responsabilidad y la probabilidad de riesgo. Cuanto un empleo sea más ingrato,
difícil, eventual y requiera una mayor responsabilidad y riesgo, por lo
general, supondrá una demanda mayor de salario por parte del trabajador. Así, los
salarios varían según la capacidad de negociación entre trabajadores y
patronos.
La segunda
es una teoría vital dentro del pensamiento económico de Smith, la llamada
teoría del fondo de salarios. Éste consistiría en el coste total de los medios
de producción y subsistencia proporcionados por el capitalista a sus
trabajadores de forma adelantada a la producción del bien. Este fondo de
salarios se restaría a los ingresos obtenidos por la venta del bien que se ha
producido, dando lugar así al beneficio. De la buena administración del
beneficio por parte del capitalista depende que este fondo aumente o descienda.
Es decir, al priorizar invertir antes que quedarse el beneficio para sí mismo,
el capitalista está dotando de un mayor capital al fondo de salarios, lo cual
favorecería un aumento de la producción y de la demanda de mano de obra,
revirtiendo en el desarrollo económico de un país. Así, Smith estaba dotando de
una gran importancia al fondo de salarios dentro del esquema de “riqueza
nacional”, pues para él la existencia de la demanda de trabajadores no se
entiende sin el aumento del capital. Smith creía que, de manera natural,
cuantos más medios de subsistencia tuviese un trabajador más crecería la población.
Si el aumento del fondo de salarios significaba que crecía la población,
también lo hacía la oferta de mano laboral, pero siempre por debajo de lo que
lo hacía la demanda, a su vez consecuencia del aumento de producción y capital.
Esta situación es lo que denominaría “estado progresivo”. Así podemos decir que
la teoría del fondo de salarios pertenece también al ámbito macroeconómico.
Claramente
relacionada a la teoría del fondo salarial están los postulados de Smith sobre
el beneficio que, cómo se ha dicho, era el resultado de restar a los ingresos
el fondo de salarios. El capitalista tendrá que administrar el beneficio y
convertirlo en capital, siendo vital para el funcionamiento económico. Si bien,
para Smith la obtención de beneficios en un negocio productivo es algo
incierto, y por ello su valor reside en gran parte en el riesgo asumido en la
inversión. Esta incertidumbre vendría determinada además por el interés del
dinero, lo que revertiría en el beneficio para bien, si crece, o para mal, si
baja. Sabiendo que el riesgo iba siempre a ser una variable a tener en cuenta,
Smith también decía que éste descendería según avanzase el desarrollo
económico. Así, según aumenta el capital de un país, las posibilidades de
obtener mayores beneficios disminuyen hasta llegar a una situación de riesgo
prácticamente nulo. Este “estado estacionario” llevaría a los capitalistas a
una feroz competencia y a la búsqueda de nuevos mercados.
Macroeconomía
Para la
macroeconomía el manual ha extraído de la obra de Smith los aspectos tocantes a
la división del trabajo, la diferencia entre trabajo productivo e improductivo,
el espíritu frugal de los capitalistas y la estructura institucional.
La división
del trabajo es un punto fundamental en la teoría económica del escocés, primero
porque la concibe como un fenómeno innato la condición humana tendente a la
libertad individual, y segundo porque es el motor principal del aumento
productivo. Este aumento productivo se achaca a tres factores que son
fruto de esta división: al especializarse en una tarea el obrero aumenta su
destreza en ella, se ahorra tiempo al no tener que pasar de una tarea a otra y
se facilita la producción al contar con las nuevas tecnologías. Si aumentaba la
producción, como apuntábamos antes, crecía el capital y el fondo de salarios,
aumentando la riqueza de las naciones. Así, el grado de especialización de un
país definirá su grado de civilización. El límite de la especialización vendrá
marcado por la amplitud del mercado. Aquellos mercados que se abrieron antes y
mejor a los excedentes de este aumento de producción eran los más civilizados,
con lo que Smith podía estar indicando ya la idea de especialización productiva
del territorio.
Según
Smith, otro factor decisivo en el desarrollo económico es la proporción entre
el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Esta división, herencia de la
fisiocracia, se plantea en tanto que el productivo es aquel en el que durante su
producción incorpora el valor del propio trabajo al bien, mientras que el
improductivo es aquel que no lo hace. Este trabajo improductivo sería lo que
hoy llamamos sector servicios o terciario. Si bien, la importancia que da Smith
a esta proporción entre ambos no reside tanto en que se produzcan bienes
tangibles, sino en la capacidad de reponer la renta. Esto quiere decir que los
trabajadores improductivos son mantenidos por los ingresos de los demás,
mientras que los productivos están reponiendo la renta a través de la
aportación de valor que hacen al bien producido. Si las rentas de los
improductivos suben a costa de los productivos se produce una desproporción
negativa para la economía.
Por otro
lado, estrechamente relacionado con la teoría de fondo salarial y de beneficios,
estaría lo que se ha llamado el espíritu frugal de los capitalistas, esto es,
el ahorro. Como decíamos, para Smith era muy importante la capacidad de
administración del beneficio para dotar de un mayor capital a los negocios y,
por tanto, de un fondo de salarios mayor a los trabajadores productivos. Y seguíamos,
un mayor fondo de salarios suponía más demanda laboral y el incremento de
bienes para la subsistencia de los trabajadores, lo que revertía a su vez en un
crecimiento poblacional que acapararía tanto la demanda laboral como la oferta
de productos. Al haber más trabajadores la tendencia sería a una mayor división
del trabajo, favoreciendo el aumento de la producción, a la cual se daría
salida en un mercado lo suficientemente amplio. La teoría de la riqueza de las
naciones residía en este esquema y, por ello, el ahorro era clave,
pues sin él no hay un punto de partida. A simple vista, el esquema de Smith funcionaría
sin fallos, pero se ha criticado que creyese que de forma natural el ahorro se
integraría en la producción, sin suponer que pudiese haber fugas que alterasen
todo el esquema.
Finalmente,
Smith habla de una necesidad de que existieran una estructura institucional y
una organización social básica para el funcionamiento del sistema. Sin ellos no
estaría la base que sostiene el desarrollo económico. Las aportaciones de esta
base residirían en la supresión de los obstáculos y estructuras rígidas, bien
sean fruto de la legislación o de las costumbres, que impedían el despegue
económico, estos son: asociaciones de tipo gremial, monopolios, vinculaciones
jurídicas, etc. Así, Smith apuesta por que el fin de estas prácticas y leyes
deben venir desde unas determinadas instituciones. En cierto modo, lo que se
plantea es el papel del Estado como garante de la libertad individual.
Muy bien, Diego. Entrada muy interesante.
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