Pedro el Grande (1672-1725)
transformó al Imperio ruso en un estado militar y burocrático para poder
competir con el resto de potencias europeas. Para ello el zar ruso emprendió un
programa de reformas a partir de 1699 cuyo fin era, principalmente, preparar a
Rusia militarmente para hacer frente a sus numerosos enemigos –Suecia y Turquía
en lo que se ha llamado el peligro de los flancos, los tártaros y los atamanes cosacos
de Ucrania y de Siberia-. Sin embargo las reformas fueron llevadas a cabo
durante
En primer lugar una de
las principales reformas llevadas a cabo fue la reorganización de la
administración que fue rígidamente organizada mediante la creación de nueve
Colegios centrales, en los que se concentraron los departamentos gubernamentales, que estaban
dirigidos por consejos colectivos y que se basaban en las teorías de
administración europeas. Asimismo se creó un Senado regente en 1711, en plena
campaña contra Turquía, para sustituir al zar durante su ausencia y cuyas
prerrogativas eran: Vigilar la administración estatal, conseguir dinero y se
encargaba de la justicia. En 1715 fue remplazada la división en distritos (uezdy) y provincias por los
“agrupamientos” (doli) teniendo en
cuenta el número de alquerías. Asimismo se crearon los “Concejos provinciales”,
a imitación de las provincias bálticas suecas, para limitar el poder de los
gobernadores, cada dolja de 5536
alquerías estaba sometida a un Concejo provincial que constituía una unidad
técnica y económica.
El zar empleó para su
reforma administrativa a expertos extranjeros, principalmente alemanes, y en el
1719 se crearon doce Colegios: Asuntos Exteriores, Guerra, Marina, una Cámara
colegiada para los ingresos, una Oficina oficial para los gastos y un Colegio
de revisión como controlador de instancias encaminados al control de la hacienda del Imperio, Colegio
de minas, Colegio del Comercio, Colegio de manufacturas creados para encargarse
de los asuntos económicos, Colegio de justicia, la Magistratura superior como
última instancia para la administración estatal y el Sínodo.
Con las reformas de
Pedro la organización eclesiástica también sufrió una gran transformación al
ser introducida en este sistema colegial mediante el Reglamento eclesiástico decretado en 1721 que establecía el
Santísimo Sínodo Gobernante lo que significaba la eliminación del patriarcado,
y por ende de toda posible oposición de la Iglesia hacia el poder real. El
sínodo se encargaba de nombrar a los inquisidores que actuaban en materia
teológica, pero sobre todo se encargaba de recibir las wostchinas –ingresos procedentes de las prikas conventuales-.
Debido a la larga
duración de la guerra del Norte contra Suecia y al resto de conflictos
militares la formación y abastecimiento de un ejército y marina modernos se
convirtió en la mayor preocupación del régimen zarista. Uno de los primeros pasos
en este sentido fue la disolución de la anticuada y poco fiable –debido a su
rebelión en el 1698 a favor de su hermana Sofía- milicia de los Streltsi y la
creación en su lugar de los regimientos Preobrazhenski y Semenovski que, a
partir de este momento, se convirtieron en los cuerpos de élite del aparato
represivo de la autocracia zarista. Siguiendo con este interés reformador del
ejército ruso se fomentó la leva tanto de campesinos como de miembros de la
nobleza para incorporarse a la armada que al final del reinado de Pedro contaba
con 200000 hombres aproximadamente, otro de los puntos clave fue la creación de
una poderosa flota en el Báltico que tras la puesta en marcha del plan del zar
contaba con 48 navíos de línea, 800 galeras y alrededor de 28000 hombres. Estos
regimientos eran abastecidos por los distintos departamentos gubernamentales
donde se encontraban acuartelados.
Una de las grandes
reformas llevadas a cabo por Pedro el Grande, y sin la cual no podrían haberse
realizado las restantes, fue la reforma económica y financiera del Imperio
ruso. En primer lugar Moscú vio disminuida su importancia a partir del traslado
del Senado a San Petersburgo en 1715, momento a partir del cual esta ciudad
pasó a ser la capital del Imperio hasta su traslado definitivo a Moscú por la
Rusia soviética, además Pedro se encargó de fomentar la creación de fabricas
mediante empréstitos directos y sobresueldos, envió a peritos rusos por toda
Europa para aprender la técnica europea y estableció aranceles para proteger a
la débil producción rusa de las manufacturas extranjeras, mejores y más
baratas. En el campo se suprimió el impuesto de Corte y se estableció el
denominado “impuesto por alma” que vino a constituir un nuevo concepto
tributario al establecer 95 copecas como
pago sin tener en cuenta la condición social ya que lo establecía en la misma
proporción sobre las familias pobres que sobre aquellas que tenían una posición
económica desahogada.
Tras las reformas de
Pedro el Grande debemos destacar aquellas realizadas por Catalina II
(1762-1796) que significaron la finalización de la obra iniciada por Pedro y la
definitiva consolidación del estado ruso. La obra de la reforma fue realizada
entre 1774 y 1787 y se inició con la publicación del “Estatuto para la
administración gubernamental” de 1775.
Esta reforma
administrativa se inició con un fomento de la descentralización para controlar
mucho mejor el vasto territorio ruso por lo que se aumentó el número de gobiernos
del que se componía el Imperio que paso de 20 a 51 al final del reinado de
Catalina, además se transformó radicalmente el cuerpo administrativo local por
medio de la división de poderes así el gobierno quedaba en manos del gobernador
que manejaba todos los asuntos administrativos, era miembro del Senado y sólo
estaba subordinado a la zarina; la tesorería, y todos los resortes de la
organización tributaria, quedó en manos del vicegobernador; y el Consejo
Supremo de Justicia, que se dividía en una sala de los Criminal y otra Civil, y
que además como Corte de Apelación era la autoridad inspectora de los restantes
Tribunales de Gobierno. A estas autoridades les correspondían el Juzgado
provincial, para la administración y la policía, la Caja de distrito y el
Tribunal de distrito para encargarse de la justicia local. Todas ellas se
ubicaban en la ciudad de distrito que se hallaba dirigida por un gorodnicij (corregidor). Asimismo la
nobleza quedó ligada a la administración local por medio de una albalá,
promulgada en 1785, que establecía que la nobleza residente en un gobierno
debía escoger, por medio de reuniones, al mariscal de los nobles y a todos los
empleados electivos de gobierno de entre sus filas y que serían ratificados por
el lugarteniente. Estas asambleas de la nobleza poseían el derecho de dirigirse
al lugarteniente, al gobernador, al Senado e incluso al soberano, además la
carta real de 1785 amplió los privilegios de la nobleza: liberación de servir,
de pagar impuestos, de castigos corporales por delitos, del reclutamiento, los
bienes de la nobleza, entre ellos los siervos, eran hereditarios, autorización
para poder establecer negocios industriales y comerciales y derecho de ser
juzgados por tribunales compuestos por iguales.
Por último los Colegios,
cuya estructura se había quedado anticuada, fueron suprimidos y únicamente se mantuvieron
los de Asuntos exteriores, Marina y Guerra.
Como conclusión merece
la pena destacar el análisis de León Trotsky respecto a las causas del
nacimiento del estado moderno y burocratizado en Rusia: “Para sostenerse contra enemigos mejor armados, el Estado ruso se vio
forzado a crearse una industria y una técnica, contratando a su servicio
especialistas del arte militar, hacendistas, arbitristas y fabricantes de
pólvora; procurándose manuales de fortificación, instituyendo escuelas navales,
manufacturas y consejeros secretos e íntimos de la corte. Si fue posible hacer
venir del extranjero instructores militares y consejeros secretos, no fue menos
obligado extraer los medios materiales, al precio que fuese, del propio país.
La historia de la economía política rusa, constituye una cadena ininterrumpida
de esfuerzos heroicos en su género, destinados todos a garantizar los recursos
indispensables de la organización militar. Todo el aparato gubernamental fue
construido y, de vez en cuando, reconstruido en interés del tesoro. La función
de los gobernantes consistía en apoderarse de las menores parcelas del trabajo
nacional y utilizarlas para los fines en cuestión. En su búsqueda de los fondos
indispensables, el gobierno no retrocedió ante nada. Imponía a los campesinos
cargas fiscales arbitrarias y siempre excesivas, a las que la población no
podía amoldarse. Estableció la responsabilidad solidaria del municipio.
Mediante ruegos y amenazas, exhortaciones y violencias, extrajo el dinero a
mercaderes y monasterios. Los campesinos huían en todas direcciones, los
mercaderes emigraban: los censos del siglo XVIII dan testimonio de una
reducción progresiva de la población. Sobre un presupuesto de un millón y
medio, alrededor del 85% se consignaba al sostenimiento de las tropas. A
comienzos del siglo XVIII, el zar Pedro, a consecuencia de los reveses que
había sufrido, se vio obligado a reorganizar la infantería sobre una nueva
planta y a crear una flota. En la segunda mitad del mismo siglo, el presupuesto
se situaba ya entre los 16 y los 20 millones, de los cuales, entre el 60 y el
70% servían las necesidades del ejército y la flota”. Pág. 34-35
Bibliografía:
-
Anderson,
P. (2007). El Estado absolutista.
Madrid. Siglo XXI.
-
Hanisch,
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Madrid. Espasa-Calpe.
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Hellmann,
M., Goehrke, C., Scheibert, P., Lorenz, R. (1975). Rusia. Volumen 31. Madrid. Siglo XXI.
-
Trotsky,
L. (2005). 1905. Resultados y
perspectivas. Madrid. Federico Engels.
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