El
origen de la colección de arte del Hermitage está en Prusia, a
miles de kilómetros de Petrogrado. El responsable es Johann Ernst
Gotzkowsky. Este comerciante nació en Konitz (Polonia) en 1710,
aunque siendo joven se trasladó a Berlín. Allí hizo fortuna como
vendedor de seda, terciopelo y joyas, y pronto se convirtió en una
de las personas de confianza de Federico II el Grande, al que
aconsejó tanto en asuntos económicos como en la compra de obras de
arte. No cabe duda, Gotzkowsky era un aficionado al lujo, le gustaba
tenerlo, venderlo... En definitiva, que pasara por sus manos. Y por
ellas circularon obras de Rubens y Rembrandt, de Holbein y Rafael.
La
década de los 60 del siglo XVIII vería el auge y declive de este
curioso personaje que sabía moverse muy bien dentro de palacio y
fuera de él, que tenía contactos tanto con la realeza prusiana como
con los jerarcas del ejército ruso. Estas buenas relaciones le
valieron la fama de “comerciante patriota” cuando en 1760 el
ejército ruso, liderado por Heinrich von Tottleben, estaba a las
puertas de Berlín, amenazando con el saqueo de la ciudad, y Gotzkowsky
rápidamente puso en marcha su diplomacia y logró una rebaja
significativa del dinero que pedían los rusos a cambio de no saquear
la ciudad.
Un
año después de este episodio Gotzkowsky realizó la compra de una
manufactura de porcelana en Berlín aprovechando la coyuntura de la
Guerra de los Siete Años, que había permitido que la manufactura de
Meissen (Sajonia), uno de los principales talleres de porcelana en
Europa, cayera en manos prusianas. A los pocos años de la compra, en
1763, Gotzkowsky la vendió a Federico II, que la usaría como
manufactura real, pasando a llamarse Königliche
Porzellan-Manufaktur Berlin
(KPM), que todavía hoy sigue abierta.
De
nuevo con los rusos a las puertas, en 1764 Gotzkowsky tuvo que
afrontar la situación de cómo el estado prusiano pagaría a Rusia.
Mientras, en Petrogrado Catalina la Grande ansiaba guardar una
colección de arte que compitiera con las existentes en las ciudades
de Europa occidental. Así se gestó el comienzo del Hermitage.
Gotzkowsky no vio otra solución que pagar las reparaciones de
guerra, en parte, con la colección de cuadros de Federico II, donde
había desde obras de Van Dyck hasta de Rafael, Rembrandt, Holbein,
Rubens y Veronese. El número de cuadros entregados superó las dos
centenas.
Gotzkowsky,
afectado por la crisis comercial que se desencadenó en Berlín en
1763, acumuló varias bancarrotas y perdió el favor
de Federico II, quien años atrás le había provisto de
varios edificios para sus negocios y de unos cuantos miles de táleros.
En 1775 Gotzkowsky moría en la pobreza, lejos del lujo que había
tocado con su propias manos. Sin embargo, quien haya paseado por la
avenida Nevski y, al final de ésta, se haya parado bajo la columna
de Alejandro para contemplar la fachada de verde pastel y oro del
Palacio de Invierno (actual Hermitage), comprenderá que parte
del lujo de Gotzkowsky, lejos de Prusia, aún se puede respirar en
los canales y palacetes de Petrogrado.
Bibliografía:
GRRENLEND, L., The Spirit of Capitalismo: Nationalism and Economic Growth
SCHULTZ,
H., Historia Económica de Europa 1500-1800, Siglo XXI:
Madrid, 2001.
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Encyclopedia
Britannica
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