Hemos
comenzado la lectura de la segunda parte del artículo por el
apartado referido al Laissez faire en educación, donde el
traductor y economista Alonso Ortiz se opone a la teoría de
Smith de que el sueldo del profesor debe ser pagado por los alumnos
en vez de tener una remuneración fija. Pese a este desacuerdo, Ortiz
estuvo muy influenciad por La riqueza de las naciones
y su liberalismo se deja ver la oposición a los gremios y a la Mesta
y la crítica al desarrollo de la ganadería, visto por él como una
vuelta a las formas de producción primitivas.
La
obra más importante (a parte de la traducción de La
riqueza de las naciones) que
realizó Ortiz fue el Ensayo sobre la Moneda-Papel,
donde aplica la teoría de Smith a un caso extremo: la España del
siglo XVIII. En este aplicación es donde se pueden ver los aciertos
y errores de Smith y la interpretación que Ortiz hace del economista
escocés. Adam Smith defendía que la riqueza reside en los “bienes
que circulaban y no en la rueda que los hace circular”. Fiándonos
de esta afirmación, parece que Smith resta importancia a la moneda,
pero el escocés también sostenía que la moneda era el instrumento
necesario para que se pudiera llevar a cabo el comercio y, por lo
tanto, era necesario tener en cuenta los costes de producción de la
moneda. Para reducir los costes Smith propone la emisión de billetes
pero con límites: que no excedan la cantidad de oro y plata y que
sean siempre convertibles a moneda. Ortiz en principio se opone a los
billetes afirmando que la moneda tiene que tener un paralelo con la
materia prima con que se realiza, por lo que la introducción de
billetes conduciría a una devaluación monetaria y, por ende, una
subida de salarios y precios. En esta teoría se ve que Ortiz no
termina de comprender el límite de la convertibilidad que fija
Smith. Ante la emisión de billetes Alonso Ortiz propone una serie
de precauciones:
- No exceder los valores de oro y plata. La depreciación de billetes sería síntoma de sobre-emisión.
- Limitación del uso de billetes a comercio al por mayor.
- Adecuado interés de los vales.
- Creación de un fondo de reducción como árbitro del gobierno que lo “excuse de pagar sumas por el interés de los vales”.
Hablar
del liberalismo económico en España es hablar de Jovellanos.
Nació en Gijón en 1744, estudió primero para clérigo y luego
cambió de campo para estudiar leyes. Ejerció como Alcalde del
Crimen en la Audiencia de Sevilla, escribió obras teatrales y
líricas, fue miembro de la Sociedad Económica de Sevilla y de la
Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, participó
en el consejo de creación del Banco de San Carlos y, en el final de
su vida, fue un destaca impulsor de las Cortes de Cádiz antes de
morir en las aguas asturianas en 1810.
La
principal contribución de Jovellanos a la economía fue el Informe
en el expediente de la Ley Agraria, que
muestra una marcada influencia del libro III de La riqueza
de las naciones y de la
concepción escocesa (Smith, Hume, Ferguson...) del hombre. Defendía
el liberalismo en la agricultura: la ley tiene que evitar los
estorbos a la actividad agrícola. Estos estorbos son de tres tipos:
- Políticos: “las malas leyes”
- Morales: prejuicios y falta de conocimiento.
- Físicos: geografía y climatología.
Jovellanos se centra más en la crítica a los “estorbos
políticos”: se opone a los privilegios de la Mesta, a las manos
muertas y a los mayorazgos. También condena leyes como la
prohibición del rompimiento de dehesas, la prohibición de los
cerramientos, la obligación de arrendar y la fijación de una tasa
en el precio de la “yerbas”. Sin embargo, sus afirmaciones
siempre van seguidas de otras ideas que las moderan. También realiza
un estudio sobre los impuestos que divide entre rentas provinciales
(consumo, millones, alcabala) y la rentas generales (aduanas).
Valentín
de Foronda (cónsul de
España en Filadelfia) en Carta sobre los asuntos más
exquisitos de la economía política y sobre las leyes criminales
defiende la triada liberal,
“propiedad, libertad y seguridad”, asocia la plata (moneda) a la
abundancia de manufacturas y no directamente a la riqueza y relaciona
la tasa de precio con la concurrencia. Criticó a Smith en la defensa
que hizo el escocés de los bounties
y las Actas de Navegación.
Vicente
Alcalá Galdiano (tío
del político) escribió Sobre la necesidad y justicia de
los tributos, los fondos de donde deben sacarse y los medios de
recaudarlos. En este escrito
defendió las obras e instituciones públicas porque “contribuyen
al adorno, prosperidad y la ilustración del pueblo”. Su teoría de
la riqueza dice que ésta depende del trabajo anual del conjunto de
individuos. Defendió el impuesto a la renta del propietario porque
ésta no afectaba al precio final al ganarse después de la
producción y venta del producto.
Por
último, destacó Ramón
Campos, un autor poco
conocido que escribió La economía reducida a principios
exactos, claros y sencillos,
obra en la que basa el progreso de la riqueza en la división del
trabajo.
En 1784 se inauguró la primera cátedra de Economía Civil y
Comercio y durante el siglo XIX se desarrollaron estudios económicos
en España. Sin embargo, la obra de Smith fue menos valorada que
otras debido a su carácter “poco metódico”. Además, poco a
poco, sobre todo en Cataluña, se desarrollaban tendencias
proteccionistas, cuya culminación sería la Restauración canovista,
que se contrapone al liberalismo de 1869 de la Revolución Gloriosa.
El autor concluye el artículo con unas líneas sobre la escasa
influencia de Smith en España.
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