Por
su obra La Riqueza de las Naciones Adam Smith es considerado tradicionalmente
por la mayor parte de los historiadores y economistas como “el padre de la
economía moderna”, sin embargo en las últimas décadas son varios los
investigadores que han señalado que muy pocos o ninguno de sus postulados
económicos son originales suyos. Esto es cierto pues sus ideas ya habían sido
enunciadas por fisiócratas y otros pensadores. Por ello el mérito que tiene La
Riqueza de las Naciones reside en la agrupación que hace de estas ideas en un
conjunto inteligible, en un “modelo completo de cómo funciona la economía”.
Sin embargo como sus antecesores,
Adam Smith no era un economista, o no la era exclusivamente. El autor se
encuentra en el límite temporal en que empiezan a surgir los especialistas de
distintas disciplinas de las Ciencias, y él es un sabio “a la antigua” dedicado
a todos los campos del saber (Literatura, Astronomía, Filosofía etc.). Adam
Smith proyectó pues una vasta obra que no pudo completar en su tiempo de vida y
que fue ordenada destruir por el su autor. Sin embargo de ella se conservan
fragmentos de su pensamiento filosófico agrupados en Ensayos filosóficos,
estudios de Poesía en Bellas letras incluso una obra legal, Lecciones sobre
Jurisprudencia.
Más allá de estos ensayos inacabados
existe “La Teoría de los sentimientos morales”, la única obra que publicó junto
a La Riqueza de las Naciones en vida. En ella, como muchos pensadores
británicos del siglo XVIII, trata de aplicar las ideas de la Física de Newton
de un mundo racional gobernado por las Leyes de la Naturaleza., que pueden
intervenir incluso en el campo de la Ética. Adam Smith busca una ley natura que
explique y rija las relaciones sociales entre individuos y entre grupos. Lo
hace mediante la figura del “Observador imparcial” externo que forma parte de
cada individuo que se juzga a sí mismo buscando una actuación correcta o buena,
que es aquella con la que se obtiene la
aprobación y el reconocimiento social. Smith admite que el Observador imparcial
a veces falla ya que hay hombres que actúan mal. Sin embargo mediante la
experiencia y la observación se puede llegar a un “Código de leyes morales
universales”. El hombre tiende al Bien por naturaleza, pero esta figura del
Bien en Adam Smith deriva en última estancia de un tercer sujeto, un Dios
benévolo propio del Deísmo optimista que tenían los ilustrados.
BIBLIOGRAFIA:
PÉRDICES
DE BLAS, Luis. “Historia del pensamiento
económico”, Madrid: Síntesis, D.L. 2008, pp 105-113.
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