sábado, 15 de noviembre de 2014

GRUPO 2: LA TEORÍA ECONÓMICA EN ADAM SMITH

Si hay algo destacable en el capítulo dedicado a la teoría económica de Adam Smith es la multiplicidad de interpretaciones que se han hecho acerca de las teorías y postulados del economista británico. Obviamente, para un economista de hoy día es fácil señalar los errores y las deficiencias en el pensamiento de Smith, no obstante un historiador siempre ha de tener en cuenta el contexto en el que se escribió La riqueza de las naciones. Como ya sabemos, el siglo XVIII vio nacer a la ciencia económica como una disciplina en sí misma, si bien es evidente que todavía no se había separado de otros ámbitos filosófico-científicos. La riqueza de las naciones no fue planteada por Smith desde una óptica exclusivamente económica, y en ella interactúan la historia, la política, la filosofía o la moral, dotando a su teoría de un planteamiento más profundo de lo que se puede esperar de un texto económico.

La teoría económica de Adam Smith está fuertemente influida por los principios de la Ilustración escocesa, en especial el individualismo y el concepto positivo de progreso. El objetivo marcado por Smith en su obra es definir un orden natural de la economía donde la libertad del individuo redunda en un bien común, esto es, el desarrollo económico como vía progresiva de la sociedad. Así, en Smith es difícil determinar los límites de los aspectos macro y microeconómicos, pues su interrelación es necesaria para entender el conjunto teórico de la obra. No obstante, ya sea el excesivo optimismo, o bien la retórica adornada del escocés, la teoría económica está marcada por lagunas e incoherencias que sus discípulos de la escuela clásica tuvieron que resolver. Hoy día todavía existe un debate acerca de determinados aspectos de esta teoría, dando lugar a interpretaciones variadas, como refleja el manual de Perdices de Blas (el capítulo está escrito por Nieves San Emeterio).

La riqueza de las naciones se divide en cinco libros: el primero trata sobre la producción y la distribución, el segundo sobre el capital, el tercero sobre desarrollo económico, el cuarto sobre la historia de la economía y el quinto sobre las finanzas públicas y el rol del soberano. Según el manual de Perdices de Blas en los dos primeros encontramos lo que serían las teorías “microeconómicas”, y en los otros tres libros las “macroeconómicas”. Como hemos dicho, la frontera entre ambos ámbitos no está clara, esto es así porque en la lógica de Smith y del XVIII no se concebía tal división, si bien en la exposición se seguirá esta línea para favorecer el entendimiento.

Microeconomía

Respecto a la “microeconomía” se destacan varios elementos interrelacionados entre sí, sea en menor o mayor medida: la teoría del valor, los precios, los salarios, los beneficios y las rentas (en las cuales no nos centraremos). Como veremos, la validez y la brillantez de las teorías que Smith expone en relación a estos elementos no es la misma.

En lo que se refiere a la teoría del valor se da a entender que la exposición de Smith es algo contradictoria, fruto más del adorno retórico que de su capacidad teórica, lo que ha llevado a distintos estudiosos a plantearse hasta cuatro interpretaciones. Si bien, lo que más se ha criticado de Smith es que no se detiene en la doble dimensión del valor, esto es, uso y cambio, centrándose sólo en la segunda. Así, las cuatro teorías de valor son de cambio. La primera sería la del trabajo exigido, la cual consiste en que el valor de un bien viene determinado por la cantidad de trabajo que se puede exigir del mismo. Esta teoría ha sido criticada en tanto que Smith equipara el valor nominal, el que se expresaría en unidades monetarias, con el valor real, el que se expresa en unidades de trabajo, cayendo en un razonamiento circular. La segunda teoría es la de la desutilidad del trabajo, que viene a decir que el valor de un bien se puede medir en la cantidad de esfuerzo y fatiga que se pueden ahorrar con la posesión de ese bien. La tercera teoría explica el valor de las mercancías en función del trabajo incorporado en su producción, es decir, el bien cuesta las horas que se han invertido en hacerlo. Esta teoría del valor trabajo se vería implementada con la cuarta y última teoría extraída de su obra, la de coste de producción. Ésta no tendría sólo en cuenta las horas, sino que incluye también los salarios y el coste de beneficios y rentas en el cálculo, lo que hace que el valor de un bien se defina por el resultado de la multiplicación de los distintos elementos invertidos en la producción del bien. Incluyendo los tres factores productivos dentro del cálculo, Smith puede relacionar el valor con las teorías de precios, salarios y beneficios.

Como hemos visto, la teoría del valor da lugar a confusos, aunque siempre incluya el trabajo en sus cálculos. Por otro lado, la teoría de precios no sólo no ha provocado tales problemas, sino que además es una de las más brillantes. Smith distingue entre el precio de mercado y el precio natural, que se han entendido como el precio de equilibrio a corto y a largo plazo. El precio natural, al venir definido por los factores de producción, estos son trabajo, capital y tierra, aspira a ser invariable a lo largo del tiempo. Así, el precio de mercado debería oscilar en torno a este precio natural para no producir un desbarajuste en un momento determinado, esto es, ser incapaz de cubrir la necesidad mínima de inversión que requieren los tres factores productivos. Con esto lo que se viene a decir es que si el precio de un mercado sube mucho con respecto al natural, los factores productivos se hallarán remunerados de más, atrayendo así a los factores de otros mercados, lo que da lugar a un exceso de oferta que hará descender el precio del mercado. Del mismo modo, si el precio de mercado desciende se producirá el efecto contrario, desaparecerán factores productivos por no estar bien remunerados, habrá un exceso de demanda y subirá el precio de mercado. Smith da por supuesto que esto sólo funcionaría en un entorno de competencia perfecta, es decir, donde el equilibrio en el mercado de productos supone también el equilibrio en el de los factores, así como la ley de la oferta y la demanda no se ve truncada por obstáculos: gremios, monopolios, etc.

Respecto a los salarios en el manual se señala que en la obra de Smith se pueden extraer hasta cinco teorías excluyentes entre sí. Para ahorrar confusión, se centra sólo en dos de ellas. Una primera sería la de la negociación, donde quiere recoger la heterogeneidad del mundo laboral. Para Smith no todos los trabajos merecen la misma remuneración en base a cinco factores: la ingratitud, la dificultad y el grado de formación necesario, la temporalidad, el grado de responsabilidad y la probabilidad de riesgo. Cuanto un empleo sea más ingrato, difícil, eventual y requiera una mayor responsabilidad y riesgo, por lo general, supondrá una demanda mayor de salario por parte del trabajador. Así, los salarios varían según la capacidad de negociación entre trabajadores y patronos.

La segunda es una teoría vital dentro del pensamiento económico de Smith, la llamada teoría del fondo de salarios. Éste consistiría en el coste total de los medios de producción y subsistencia proporcionados por el capitalista a sus trabajadores de forma adelantada a la producción del bien. Este fondo de salarios se restaría a los ingresos obtenidos por la venta del bien que se ha producido, dando lugar así al beneficio. De la buena administración del beneficio por parte del capitalista depende que este fondo aumente o descienda. Es decir, al priorizar invertir antes que quedarse el beneficio para sí mismo, el capitalista está dotando de un mayor capital al fondo de salarios, lo cual favorecería un aumento de la producción y de la demanda de mano de obra, revirtiendo en el desarrollo económico de un país. Así, Smith estaba dotando de una gran importancia al fondo de salarios dentro del esquema de “riqueza nacional”, pues para él la existencia de la demanda de trabajadores no se entiende sin el aumento del capital. Smith creía que, de manera natural, cuantos más medios de subsistencia tuviese un trabajador más crecería la población. Si el aumento del fondo de salarios significaba que crecía la población, también lo hacía la oferta de mano laboral, pero siempre por debajo de lo que lo hacía la demanda, a su vez consecuencia del aumento de producción y capital. Esta situación es lo que denominaría “estado progresivo”. Así podemos decir que la teoría del fondo de salarios pertenece también al ámbito macroeconómico.

Claramente relacionada a la teoría del fondo salarial están los postulados de Smith sobre el beneficio que, cómo se ha dicho, era el resultado de restar a los ingresos el fondo de salarios. El capitalista tendrá que administrar el beneficio y convertirlo en capital, siendo vital para el funcionamiento económico. Si bien, para Smith la obtención de beneficios en un negocio productivo es algo incierto, y por ello su valor reside en gran parte en el riesgo asumido en la inversión. Esta incertidumbre vendría determinada además por el interés del dinero, lo que revertiría en el beneficio para bien, si crece, o para mal, si baja. Sabiendo que el riesgo iba siempre a ser una variable a tener en cuenta, Smith también decía que éste descendería según avanzase el desarrollo económico. Así, según aumenta el capital de un país, las posibilidades de obtener mayores beneficios disminuyen hasta llegar a una situación de riesgo prácticamente nulo. Este “estado estacionario” llevaría a los capitalistas a una feroz competencia y a la búsqueda de nuevos mercados.

Macroeconomía

Para la macroeconomía el manual ha extraído de la obra de Smith los aspectos tocantes a la división del trabajo, la diferencia entre trabajo productivo e improductivo, el espíritu frugal de los capitalistas y la estructura institucional.

La división del trabajo es un punto fundamental en la teoría económica del escocés, primero porque la concibe como un fenómeno innato la condición humana tendente a la libertad individual, y segundo porque es el motor principal del aumento productivo. Este aumento productivo se achaca a tres factores que son fruto de esta división: al especializarse en una tarea el obrero aumenta su destreza en ella, se ahorra tiempo al no tener que pasar de una tarea a otra y se facilita la producción al contar con las nuevas tecnologías. Si aumentaba la producción, como apuntábamos antes, crecía el capital y el fondo de salarios, aumentando la riqueza de las naciones. Así, el grado de especialización de un país definirá su grado de civilización. El límite de la especialización vendrá marcado por la amplitud del mercado. Aquellos mercados que se abrieron antes y mejor a los excedentes de este aumento de producción eran los más civilizados, con lo que Smith podía estar indicando ya la idea de especialización productiva del territorio.

Según Smith, otro factor decisivo en el desarrollo económico es la proporción entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Esta división, herencia de la fisiocracia, se plantea en tanto que el productivo es aquel en el que durante su producción incorpora el valor del propio trabajo al bien, mientras que el improductivo es aquel que no lo hace. Este trabajo improductivo sería lo que hoy llamamos sector servicios o terciario. Si bien, la importancia que da Smith a esta proporción entre ambos no reside tanto en que se produzcan bienes tangibles, sino en la capacidad de reponer la renta. Esto quiere decir que los trabajadores improductivos son mantenidos por los ingresos de los demás, mientras que los productivos están reponiendo la renta a través de la aportación de valor que hacen al bien producido. Si las rentas de los improductivos suben a costa de los productivos se produce una desproporción negativa para la economía.

Por otro lado, estrechamente relacionado con la teoría de fondo salarial y de beneficios, estaría lo que se ha llamado el espíritu frugal de los capitalistas, esto es, el ahorro. Como decíamos, para Smith era muy importante la capacidad de administración del beneficio para dotar de un mayor capital a los negocios y, por tanto, de un fondo de salarios mayor a los trabajadores productivos. Y seguíamos, un mayor fondo de salarios suponía más demanda laboral y el incremento de bienes para la subsistencia de los trabajadores, lo que revertía a su vez en un crecimiento poblacional que acapararía tanto la demanda laboral como la oferta de productos. Al haber más trabajadores la tendencia sería a una mayor división del trabajo, favoreciendo el aumento de la producción, a la cual se daría salida en un mercado lo suficientemente amplio. La teoría de la riqueza de las naciones residía en este esquema y, por ello, el ahorro era clave, pues sin él no hay un punto de partida. A simple vista, el esquema de Smith funcionaría sin fallos, pero se ha criticado que creyese que de forma natural el ahorro se integraría en la producción, sin suponer que pudiese haber fugas que alterasen todo el esquema.


Finalmente, Smith habla de una necesidad de que existieran una estructura institucional y una organización social básica para el funcionamiento del sistema. Sin ellos no estaría la base que sostiene el desarrollo económico. Las aportaciones de esta base residirían en la supresión de los obstáculos y estructuras rígidas, bien sean fruto de la legislación o de las costumbres, que impedían el despegue económico, estos son: asociaciones de tipo gremial, monopolios, vinculaciones jurídicas, etc. Así, Smith apuesta por que el fin de estas prácticas y leyes deben venir desde unas determinadas instituciones. En cierto modo, lo que se plantea es el papel del Estado como garante de la libertad individual.

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