domingo, 23 de noviembre de 2014

Tarea semanal Grupo 5. Segunda parte del capítulo a trabajar de Bartolomé Yun Casalilla.

YUN CASALILLA, B., "Traición de la burguesía vs crisis de la aristocracia?" en SANZ AYÁN, C., y GARCÍA GARCÍA B.J., (ed.), Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Madrid, Fundación Carlos Amberes, 2006, pp. 520-533.

Bartolomé Yun Casalilla hace un estudio comparado de las aristocracias castellana e inglesa en esta segunda parte del capítulo que tiene escrito en esta obra. Se trata de un capítulo bien escrito y, sobre todo, bien estructurado, ya que lo estructura a modo de continuos argumentos para refrendar las distintas tesis que va exponiendo durante el mismo.
El autor señala que hay un mayor número de similitudes entre ambas clases sociales de lo que la historiografía de los años 60 y 70 señala. A pesar de ello, el historiador señala un gran número de diferencias para comprender cómo ambos grupos sociales afrontaron ese término de «crisis de la aristocracia», explicado en la primera parte de dicho capítulo. 
Yun Casalilla expone que, en ambos casos, las clases altas acudieron a la ampliación de la propiedad de la tierra, pero en el caso castellano se complementó con rentas reales que supusieron un soporte económico esencial. También compartían la importancia del patronazgo real como fuente de ingresos, sin embargo, tuvo un desarrollo mucho mayor en Castilla, al disponer de un aparato estatal y financiero más desarrollado. Además hay que señalar que la nobleza castellana gozaba de una protección de sus bienes muy superior, lo que propiciaba unas condiciones de crédito mucho menos severas que en el caso inglés. 
El autor señala más casos diferenciadores entre las aristocracias castellana e inglesa: vemos que para entender la aristocracia de Inglaterra en ese contexto, es esencial tener en cuenta y, valorar, el efecto que produjo la Reforma protestante en este grupo social. El escritor concluye que este hecho hizo a este grupo social más vulnerable a corto y medio plazo, pero más solido al largo plazo. 
Ya hemos visto el caso anterior como una consecuencia del contexto en el que Bartolomé Yun Casalilla sitúa su trabajo, pero a la vez, expone que hay realidades que hacen ambos casos que tengan diferencias muy acusadas como producto de dicho contexto. Quizás el hecho que más en cuenta se tendría que tener en este estudio sea el que eran economías no comparables y, por tanto, sus deudas eran muy distintas entre sí. La magnitud de dichas economías se ve en los ingresos de ambas coronas, en el caso ingles la fuente de ingresos se situaba cercana a las 500.000 libras, mientras que en Castilla hablamos de una cifra cercana a los 4 millones. 
Hay que tener en cuenta las coyunturas comerciales en las que se enmarcaban estos dos grupos sociales en aquel momento. Tenemos el caso del comercio inglés, se vive un enorme impulso comercial y gran expansión mercantil hacia el Mediterráneo y el Atlántico. Lo que explica el ascenso de la gentry, al tiempo que esta bonanza económica hace posible una reconversión del sector comercial y, por lo consiguiente, se incluyeran en el mismo individuos de distintos grupos sociales. Por el contrario, Castilla está sumergida en numerosos problemas comerciales internos y además experimenta una feroz competencia colonial, acentuada por el desastre de la Armada. 
Para acabar el capítulo, el autor acaba con un apunte a modo general acerca de ambos casos aristocráticos y, es también en esta parte, donde indica otra valoración interesante en el caso de Castilla, que tuvo consecuencias directas en la agricultura castellana. Este último apunte descansa sobre la venta de tierras baldías y concejiles. Muchas fueron compradas por municipios o ciudades, para que luego fueran gestionadas por estos poderosos, lo que trajo la consecuencia directa de un menor rendimiento agrario al haber escaso interés por parte de éstos en introducir mejoras agrarias. 
En el párrafo anterior señalábamos que el historiador en sus últimas páginas daba dos valoraciones de tono general sobre ambos grupos sociales. El escritor concluye que la introducción de «sangre nueva» a la vieja aristocracia castellana introdujo alguna que otra dinámica que resultó ser positiva para la monarquía. En contraposición al caso inglés, donde los cambios tan profundos que experimentó la aristocracia inglesa trajeron consigo un inmediato desequilibrio político. 
Para acabar su colaboración en esta edición dirigida por Carmen Sanz Ayán y Bernardo José García García, el autor valoró la historiografía que había trabajado esta temática y el cómo se había hecho. Para empezar con sus reflexiones, se exponía de forma sintética el cómo se había trabajado la historia comparada en este estudio, señalando que sí se ha hecho uso de la historia comparada y, además, de formas muy distintas, pero para él hay que incluir en los distintos trabajos la transición al capitalismo y la modernización. 
Por otro lado anima a repensar la historia social del Antiguo Régimen. Hay que entender a las clases sociales como un grupos sociales de cambio continuo y no como grupos estáticos. Se trata de realidades ligadas al cambio histórico y a las condiciones en las qué se mueven y evolucionan. 
En su opinión hay que puntualizar sobre la cultura, la cultura material y la sociabilidad de las altas clases sociales conocidas como «traición de la burguesía y crisis de la aristocracia». Para ello el autor hace uso de distintos ejemplos de los que salen afirmaciones más que interesantes, de las que aquí se destacan dos: la aristocracia europea en la época moderna tejió una auténtica red de valores, formas de consumo y hábitos sociales. La otra de ellas hace referencia al siglo XVIII, dónde las aristocracias europeas compartían cada vez más sus espacios de sociabilidad con los nuevos grupos emergentes, de modo que se facilitó la formación de unas señas de identidad más y más parecidas.
Como se ha podido apreciar, el capítulo de Bartolomé Yun Casalilla es un perfecto ejemplo de historia económica, donde se hace un recorrido de manera impecable sobre las economías de la aristocracia inglesa y castellana. Pero no hay que obviar, el marcado valor de historia social que supone este breve trabajo. En conclusión, estamos ante un capítulo que da un panorama completísimo sobre la aristocracia inglesa y castellana en el contexto que trabaja el autor. 

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