miércoles, 26 de noviembre de 2014

tarea 24-11-2014 lectura del artículo de Fortea


El autor comienza hablando de autores que en los siglos XVI y XVII trataron de explicar el fenómeno del crecimiento de las ciudades, sus factores y causas; asi pues, comienza citando a los análisis de Botero y Von Colli, dos autores del siglo XVI que dan importancia a cosas como la existencia de colegios y universidades, el orden jurídico político, el orden fiscal, la industria o artesanado, las tasas de nupcialidad (para determinar la virtud nutritiva de la ciudad)… etc, y después cita a William Petty, autor del siglo XVII, que amplía estas investigaciones, dando más importancia a los flujos migratorios del campo a la ciudad de la que se daba anteriormente. Este pensamiento de Petty tendrá importancia en autores del siglo XVIII como Jean-Baptiste Moheau y Johann Peter Süssmilch, que defenderán esta idea de la importancia decisiva de los flujos migratorios junto con la capacidad de crecimiento del mercado de trabajo.

Las bases del crecimiento urbano de España en el siglo XVI se ponen en el siglo XV, gracias al crecimiento mercantil y monetario de Castilla y Aragón, gracias a la relativa abundancia de moneda de oro proveniente de África, así como la aparición de banqueros, el aumento del flujo comercial, sobre todo con la unión de las dos coronas, y la homogeneización de sistema monetario castellano en 1497. Todo esto es así ya que el autor vincula crecimiento económico (especialmente agrícola) con el aumento de la tasa de urbanización.

El crecimiento urbano en la Península Ibérica se da de forma espectacular en el siglo XVI, concentrándose en Andalucía, el triángulo Burgos-Salamanca-Toledo, Zaragoza, Cuenca, Barcelona y, sobre todo, Valencia, ésta última estuvo cerca de alcanzar los 50.000 habitantes en 1600. En los reinos de la Corona de Aragón y Navarra se concentraba la urbanización en su ciudad más importante, mientras que en Castilla estaba más equilibrado. El motivo de la gran población de las ciudades era variado: centro comercial, establecimiento de la corte, existencia de universidad, industria pañera…
Gran culpa de este crecimiento urbano lo tuvo la presencia del artesanado en general, y la industria manufacturera textil en particular (en la ciudad de Segovia representaba el 60% de la población), ya que desplegó una red de producción y distribución por todo el reino que implicó a multitud de población. No obstante hubo una crisis con el comercio de la lana a mediados del s. XVI que hundió el comercio en las ciudades de la Meseta Norte, como Burgos o Medina del Campo.
En las ciudades con puerto tuvo gran importancia su crecimiento mercantil y financiero como motor de crecimiento demográfico, además el siglo XVI es el de el inicio del comercio con las indias, que dio lugar a un gran crecimiento en Sevilla (monopolio de comercio con las indias) pero también a otras ciudades como Barcelona, Alicante o Valencia.
A la par del hundimiento de las ciudades de la meseta norte se produce el “efecto Madrid”, en el cual la escasamente poblada villa de Madrid comienza a recibir población rápidamente al trasladarse la corte allí en 1560.

A principios  del siglo XVII aparece una crisis de las poblaciones y economías urbanas, que da como resultado la pérdida de población en muchas ciudades de las mesetas norte y sur (donde no obstante sigue creciendo Madrid), como el caso de la ciudad de Cuenca que pierde un 20% en las primeras décadas de siglo. Andalucía aguantó bien este proceso de despoblación urbana.
Este proceso se da debido a una desaceleración de inmigrantes unida a la emigración de los grupos sociales más productivos.
Así pues, en el siglo XVII se va a dar un proceso de redistribución urbana que se ha mantenido hasta nuestros días, a través del cual comenzaron a darse nuevos núcleos de población en la costa –especialmente en el litoral-, además de aumentar la de los ya existentes, y el interior peninsular asiste a un estancamiento de su crecimiento, a excepción de l villa de Madrid y de algún ejemplo más. La población urbana de Castilla La Vieja, Castilla la Mancha (sin contar Madrid) y Extremadura se redujo desde 1600 a 1800. Crecieron las ciudades que pudieron atraer nuevos pobladores, y cayeron las que no pudieron lograrlo.
En ciudades como Segovia, Toledo, Cuenca o Ávila, el elemento clave para explicar esta reducción de población (no recuperada en muchos casos hasta en siglo XX) es el declive de su industria textil, debido a que otros países europeos comienzan a fabricarlos para la exportación y acaban arruinando este sector en Iberia, cuyas ciudades viven un proceso de agrarización de sus funciones económicas. Desurbanización y desindustrialización caminaron de la mano. También hubo descenso del rol mercantil de muchas ciudades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario