La segunda parte del capítulo de “El
pensamiento económico de los escolásticos” tiene como escenario la economía
castellana y la Universidad de Salamanca en las décadas centrales del siglo XVI.
En el contexto inmediatamente anterior nos encontramos con una escasez
generalizada de plata y oro en Europa, agudizada por el cambio de equilibrio
geopolítico del mundo Mediterráneo cuando en 1453 cae el Imperio Bizantino en
manos de los otomanos turcos, que se hacen con el control sobre el Mediterráneo
Oriental; los otomanos eran contrarios a los intereses europeos cristianos, por
lo que Europa sufrió un bloqueo del comercio con Oriente, surgiendo la necesidad
de buscar nuevas fuentes alternativas. La solución no se encuentra hasta que se
descubren las minas mexicanas y peruanas, explotadas por los españoles a partir
de 1520. Las minas mexicanas y peruanas tuvieron importantes repercusiones para
la económica castellana y para las economías europeas, ya que la llegada de
remesas de plata desde las minas hispanoamericanas genera un proceso de
inflación aguda. Es decir, se produjo el aumento de la cantidad de dinero en
circulación en la Europa del siglo XVI, que fue el resultado de la monetización
de la producción de plata y su introducción en las economías europeas. Sin
embargo, en este capítulo se hace referencia a la carencia de cifras fiables que estimen la cantidad de
dinero en circulación que había en Europa antes de la llegada de la plata
hispanoamericana (antes de 1520), por lo que no se puede calcular ese aumento
fiablemente.
A partir de la década de 1530 las
repercusiones del aumento de la cantidad de dinero en circulación en Europa
fueron muy grandes, con el crecimiento de las transacciones mercantiles y
financieras. Los confesores castellanos reprobaron conductas mercantiles que la
iglesia consideraba inmorales, como los préstamos con intereses o los cambios
secos. En este momento se publican obras sobre estas cuestiones moralistas, restringiendo
prácticas de los mercaderes. A raíz de la revolución de precios que se extiende
por toda Europa en esta época, los teólogos y doctores en derecho canónigo salmantinos,
representantes de la Segunda Escolástica, formulan las primeras versiones de
dos teorías monetarias importantes: la teoría cuantitativa del dinero y la
teoría de la paridad del poder adquisitivo.
En Medina del Campo, Valladolid y
Toledo fueron publicadas entre 1541 y 1547 siete ediciones de tres tratados “de
cambios y de usura”. Esto supuso que por primera vez se publican en España
obras específicas sobre temas económicos en lengua vernácula, ya que antes
habían sido en latín. Se trata de escritos relacionados con el funcionamiento
de la economía castellana de la década inflacionaria de 1540. Catedráticos de
teología y derecho canónigo como Juan de Medina o Domingo de Soto discuten
sobre los cambios y la usura, pero el autor que ofrece mayor precisión del
análisis del mercado de cambios y crédito es Martin de Azpilcueta. La principal
preocupación de todos estos autores de tratados de cambio y de usura castellana
era la naturaleza de las transacciones llevadas a cabo en las plazas
comerciales y ferias de Castilla. Con la llegada de remesas de plata y oro
aumentó el número de las transacciones, aparecieron una variedad de nuevos
tipos de contratos mercantiles y subieron los precios relativos de los bienes.
Se produce una evolución de la economía castellana hacia una tendencia mucho peor,
según los autores, ya que había una conducta inmoral de los mercaderes. Había
una gran confusión entre la licitud o ilicitud de las nuevas prácticas
mercantiles, como los préstamos. En cuanto al grado de éxito de los tratados no
se sabe exactamente, pero por sus múltiples reediciones y difusión parece que
fue importante. Los leían más los confesores que los mercaderes, porque no eran
muy aficionados a la lectura, y si los leían era más para enterarse de las prácticas
ilícitas que podían usar para ganar dinero que para actuar moralmente. Todos
los tratadistas comparten la idea de que los problemas de la economía
castellana tienen su origen en la codicia de los mercaderes.
En este ámbito de los tratadistas
económicos tiene importancia la Escuela de Salamanca, donde destacan Domingo de
Soto, Martín de Alpizcueta y Tomás de Mercado, que intentan explicar los
fenómenos económicos de mediados del siglo XVI. Los dos primeros afirmaban que la
subida de precios tiene que ver con el aumento de la cantidad de dinero en
circulación, pero no explicaban la causa, que era un aumento previo de la demanda
de bienes. Dos de las teorías que se empiezan a desarrollar en estos momentos
son la teoría cuantitativa del dinero, que asocia los cambios en el nivel
general de precios con cambios en la oferta monetaria, y fue una teoría muy
difundida gracias a las obras de Domingo de Soto y Alpizcueta; y la teoría
de la paridad del poder adquisitivo, que fue formulada por Alpizcueta para
explicar las variaciones de precio en las distintas plazas de mercado de España
y Europa, relacionando los tipos de cambio entre dos divisas diferentes con la
evolución de los niveles de precios internos de dos tipos de economías.
Por otro lado, a lo largo del
siglo XVI surge el problema de los pobres, un debate que distingue entre los
pobres verdaderos y los pobres falsos o fingidos. Los autores de esta época dicen
que el aumento de pobres se debe al aumento de la inmoralidad y la holgazanería,
y se realizan políticas de todo tipo para solventar el problema (recogimiento y
reclusión). Sin embargo, los demógrafos modernos dicen que el fenómeno del
aumento del número de mendigos, sobre todo en los centros urbanos, se puede
deber a una redistribución de la población y un reparto del excedente de mano
de obra, y no a una conducta moralmente reprobable (vida de ocio y vicio). Luis
Vives hace la distinción entre pobres fingidos y pobres legítimos, mientras que
Domingo de Soto defiende el derecho del pobre a pedir limosna y duda de esta
distinción entre tipos de pobres.
Finalmente, con la llegada de la
Reforma protestante y la Contrarreforma en el siglo XVI se produce la
fragmentación de la comunidad científica europea y el paulatino ocaso de los
estudios escolásticos y de las universidades católicas de Europa como centros
de investigación científica, lo que rompe con la continuidad en los debates de
temas económicos. A pesar de que se publican grandes obras a finales del XVI y
principios del XVII no introducen nada nuevo al análisis económico escolástico
anterior. En España las discusiones sobre temas económicos se trasladan a
esferas laicas y extra-universitarias con una escasa preparación teórica. La
teoría monetaria se queda estancada y los estudios del sistema monetario se
centran en problemas relacionados con la política emisora de las cecas. Hasta
el siglo XVIII, con Hume o Locke, no se vuelve a elevar el nivel teórico del
debate sobre el funcionamiento del sistema monetario.
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