San Bernardino
de Siena nació en 1380 en Massa, cerca de siena, de la noble familia de los
Albiceschi. En 1402 ingresaría en la Orden Franciscana y unos
años más tarde comenzaba a dar muestras de sus dotes para la predicación.
Fue un orador excepcional capaz de reunir audiencias de varios miles de personas
en plazas e iglesias, viajando para ello de
unas ciudades a otras sí era necesario. Se le puede considerar el primer predicador moderno o el
último medieval y de hecho llegaría incluso
a renunciar hasta en tres ocasiones a un obispado para no interrumpir su
actividad como predicador. Predicaría
sobre muchos temas, incluyendo el aspecto económico, causando muchas de sus
predicaciones en contra de la usura cambios en las legislaciones de distintas
ciudades italianas.
En 1427, la notoriedad de sus predicaciones provocó que tuviera que hacer frente a una acusación de herejía de la que saldría inocente. En 1433, se retira al convento de Capriola con el fin de poner por escrito su obra. Tres años más tarde volvería a su labor de misionero, actividad que tendría que volver a interrumpir al ser designado como vicario general, lo que suponía estar al frente de los franciscanos observantes. En 1442, dimite de este cargo.
En 1444 fallecería,
siendo canonizado por el papa Nicolás V a los pocos años de morir, en 1450. Su
muerte coincidió con el nacimiento de las primeras imprentas, por lo que sus
sermones pudieron ser impresos, alcanzando éstos una gran relevancia durante
toda la Edad Moderna.
Además de su enorme labor como
predicador, hay que señalar que fue el máximo exponente de la ética económica
cristiana del XV junto al dominico Antonino de Florencia. Desde comienzos del siglo XV, muchas ciudades
italianas comienzan a experimentar un desarrollo mercantil importante.
Bernardino de Siena y otros escolásticos, comenzarán a intentar dar soluciones
a los muchos problemas morales que podían ocasionar las operaciones económicas.
La Iglesia católica no aprobaba muchos de los procedimientos
que se daban en distintas cuestiones económicas, un ejemplo de esto era el préstamo
con interés. En este contexto nacería la obra más representativa de Bernardino,
Sobre los contratos y la usura, donde pondría por escrito muchas de sus
ideas económicas.
Son muchas las conclusiones que podemos sacar de sus
escritos. Es uno de los pocos franciscanos que en pensamiento económico sigue posturas
tomasianas, lo cual era toda una excepción. Esto se puede ver perfectamente en
que suscribe la idea de Tomás de Aquino en la concepción del salario: “la remuneración natural del
trabajo como si fuera el precio del mismo[1]”. Los
franciscanos solían adoptar posturas platónicas en cuanto a ideas económicas se
refiere, mientras que los dominicos sí que eran seguidores de la corriente
tomista, de orientación aristotélica[2]. Otro apunte
a tener en cuenta es que es uno de los primeros monjes mendicantes preocupados por la ética económica y por la moralidad de
los mercaderes en lo que respecta a los beneficios económicos, las
transacciones o la propiedad[3].
En sus textos, Bernardino, desarrolló como hemos
mencionado anteriormente las ideas de Santo Tomás de Aquino sobre el precio
justo y las relaciones entre el precio y el valor de una mercancía. Para
él, como para los escolásticos, escasez (oferta) y utilidad (demanda)
determinaban los precios en el mercado. También haría mucho por recuperar la
figura del comerciante y resaltar los beneficios de su actividad en una sociedad.
Durante la Edad Media la figura del comerciante fue por lo general altamente
criticada desde un punto de vista ético.
Defendió la propiedad privada frente a lo comunal. A
través de su ilustrativo ejemplo con el cuento del burro[4], afirma
que cuando los bienes son de todos no son de nadie, todos quieren hacer uso de
ellos pero nadie se preocupa de su cuidado. Por supuesto, aunque sea un
defensor en firme de la propiedad privada – declaraba que el crecimiento de la riqueza privada repercutía en la riqueza de la sociedad – censura la avaricia.
Por último poner de relieve otro de los muchos puntos a
destacar de la obra económica de San Bernardino. Raymond de Roover, el gran
historiador económico medieval – estudioso del pensamiento económico escolástico
– defiende que Bernardino en uno de sus sermones analiza el papel que desempeña
en la economía la figura del empresario, indicando algunas de sus características
o funciones. Y es que este franciscano consideraba indispensable que el
comerciante evaluase los riesgos y oportunidades de cualquier operación.
BIBLIOGRAFÍA
MORMANDO, Franco, The Preacher's Demons: Bernardino of Siena and the Social Underworld of
Early Renaissance Italy,
Chicago, University of Chicago Press, 1999.
PRUDLO,
Donald (ed.), The Origin, Development, and Refinement of Medieval
Religious Mendicancies, Leiden, Brill, 2011.
TERMES,
Rafael, Antropología del capitalismo: un
debate abierto,
Madrid, Rialp, 2004.
[1]
TERMES, R., Antropología del capitalismo:
un debate abierto., Madrid, Rialp, 2004, p. 122.
[3]PRUDLO, D. (ed.), The Origin,
Development, and Refinement of Medieval Religious Mendicancies, Leiden,
Brill, 2011, p. 271.
[4]
Véase TERMES, R., op. cit., p. 76.
Pinturicchio. Funeral de San Bernardino.
Entrada muy bien construida, Eduardo. Nada, a seguir así.
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