El origen del ganado ovino de raza merina parece que tiene relación con
la instalación de los benimerines en el sur peninsular a lo largo del siglo
XIII. Esta oveja trashumante era reconocida por la fineza de su
lana en contraposición con la raza churra autóctona, estante y de lana basta. La
apuesta realizada por la producción de lana merina fue una decisión muy
trascendente para la economía de Castilla, pues mantuvo el abastecimiento de
este género en los mercados internacionales hasta el siglo XIX.
En 1273 Alfonso X constituía el
Honrado Concejo de la Mesta, dándole sus primeros privilegios y atribuciones. Esta institución
se encargaba de la organización del entramado ganadero y comercial que suponía
el recorrido de los ganados entre regiones muy distantes, el esquileo de
millones de cabezas y la posterior comercialización de sus lanas. Siempre contó
con el apoyo real, ya que era una fuente constante de recursos económicos, una
manera de unificar el régimen agrario castellano y una forma de atraerse la
fidelidad de grupos influyentes con intereses ganaderos, especialmente nobles e
instituciones eclesiásticas.
La principal función de la Mesta
era la de proteger la trashumancia del ganado desde los invernaderos a los
agostaderos, circulando por medio de cañadas. Las tres principales rutas
conectaban las sierras de León, Segovia y Cuenca con Extremadura, el valle del
Guadalquivir y el sur de la Mancha respectivamente.
Los privilegios de la Mesta eran:
la libertad de paso (se considera una de las razones de la deforestación de la
península), la conservación de las cañadas y los descansaderos, la protección
frente a iniciativas perjudiciales locales arbitrarias, y la garantía de la
existencia de pastos abundantes y baratos para los ganados (derecho de posesión
y derecho de tasa). Disponía de capacidad jurisdiccional y una burocracia
propia con procuradores en las Cortes y en las Chancillerías para defender sus
intereses. A esto hay que unir otros cargos como procuradores en las dehesas
que coordinan los arrendamientos de pastos, alcaldes entregadores y toda una
red de empleados encargados de las más diversas tareas. Todo esto permitía
mantener la lana a un bajo nivel de costes de producción, y también permitía a
la Corona aplicar con facilidad sus gravámenes fiscales sobre esta organización
(los derechos de Servicio y de Montazgo).
Una vez que los ganados
abandonaban los invernaderos del sur y regresaban al norte, se producía el
esquileo y la posterior venta en sucio de la lana para el mercado nacional y en
limpio para la exportación, que era la mayor parte. Relacionado con esta
actividad ganadera, se produjo el desarrollo de algunos centros productores de
paños en Castilla como Segovia, Valladolid o Burgos.
La comercialización de la lana se
realizaba en ferias y mercados y se exportaba hacia los centros productores
textiles de Italia. Este destino fue sustituido en el siglo XVI por los puertos
ingleses de Southampton, Sandwich y Portsmouth, el francés de La Rochelle y la
ciudad flamenca de Brujas. Castilla se hizo con el monopolio en el
abastecimiento a la industria pañera europea. El itinerario comercial en la
península se centró en el eje Medina-Burgos-Bilbao, estando en la ciudad
burgalesa el centro financiero y recolector de la lana. Así mismo, permitió el
desarrollo de la marina cántabra y la fundación de factorías o gremios de
mercaderes hispanos en los puertos europeos. La conversión de la feria de
Medina en uno de los principales centros bancarios y crediticios de Europa
facilitó el desarrollo de las operaciones financieras entre mercaderes de la
lana y ganaderos.
A lo largo del siglo XVI y
primera parte del XVII se produjo una disminución en el número de cabezas de
ganado como consecuencia de la necesidad de poner en roturación nuevas tierras,
lo que trajo consigo una disminución de los pastos disponibles, una elevación en
los costes de producción y una reducción
en los beneficios de su exportación. Sin embargo, esta tendencia se invirtió en
el último tercio del siglo XVII y el siglo XVIII, produciéndose un aumento muy
considerable de los rebaños, muy relacionado con el aumento de la demanda de la
industria textil europea. Durante la Guerra de la Independencia se produjo el
hundimiento definitivo de esta actividad por las pérdidas de cabezas de ganado,
la desarticulación del sistema de trashumancia y la búsqueda de nuevos
mercados de abastecimiento por parte de la industria europea. En 1836 la Mesta
es definitivamente abolida, creándose en su lugar la Asociación Nacional de Ganaderos,
un organismo que redujo sus funciones a una mera unión gremial centrada en la
defensa de los intereses económicos.
Bibliografía:
GONZÁLEZ ENCISO, Agustín y MATÉS BARCO, Juan Manuel (coord.), Historia económica de España, Barcelona, Ariel, 2006.
Bibliografía:
GONZÁLEZ ENCISO, Agustín y MATÉS BARCO, Juan Manuel (coord.), Historia económica de España, Barcelona, Ariel, 2006.
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