« La nebbia a gl'irti colli
Piovigginando sale, E sotto il maestrale
Urla e biancheggia il mar;
Ma per le vie del borgo Dal ribollir de' tini Va l'aspro odor de i vini L'anime a rallegrar.
Gira su' ceppi accesi Lo spiedo scoppiettando: Sta il cacciator fischiando Su l'uscio a rimirar
Tra le rossastre nubi Stormi d'uccelli neri, Com'esuli pensieri, Nel vespero migrar. »
Urla e biancheggia il mar;
Ma per le vie del borgo Dal ribollir de' tini Va l'aspro odor de i vini L'anime a rallegrar.
Gira su' ceppi accesi Lo spiedo scoppiettando: Sta il cacciator fischiando Su l'uscio a rimirar
Tra le rossastre nubi Stormi d'uccelli neri, Com'esuli pensieri, Nel vespero migrar. »
(Poesía de: Giosuè Carducci)
Cuando hablamos de l’estate di San Martino (el verano de
San Martín), tenemos que situarnos en la segunda mitad del siglo XVI y aclarar
que se corresponde con una fase expansiva de la economía italiana. Para
comenzar, debemos señalar una gran crecida demográfica. Se pasa de los 10 a los
13 millones en todo el territorio italiano, las grandes realidades urbanas van
a ver cómo cada vez están más pobladas. En el primer puesto de estas ciudades
se sitúa una de las ciudades más pobladas de todo Europa, Nápoles, que ve como
se multiplica por dos el número de habitantes (300.000 al final del siglo XVI).
La va a seguir Venecia con casi 200.000 habitantes, o ciudades como Roma y
Palermo con 100.000 habitantes.
Superados los tiempos difíciles de
la primera mitad del siglo XVI y el largo período de guerra, las inversiones en
actividades económicas crecen, sube el coste del dinero y aumentan los precios
de los bienes y de los servicios. Con esto observamos un cambio en el juego de
la demanda y de la oferta.
Esta estación de la economía
italiana, está representada como el verano de San Martín, pero, no sólo se
refiere a la duración del relance de la economía italiana; se quiere aludir
también, a la cualidad del desarrollo económico y a la relación entre la
favorable situación internacional y a la estructura de la economía italiana.
Nos encontramos con una Italia en
la cual, la relación entre población y recursos es bastante desfavorable. El
aumento de la población supone también el aumento de necesidades de
alimentación, sobretodo de grano. La cerealización de la agricultura italiana
fue obtenida a través de mejoras en la agricultura, con la cultivación de
nuevas tierras, nuevos sistemas de abogo y de irrigación. Hay que destacar que
estas mejoras en la tierra, no suponen mejoras en las condiciones económicas y
humanas del mundo campesino italiano, sometido al régimen feudal, a una
durísima relación de dependencia del señor feudal o del gran propietario de la
tierra.
Por otra parte, van a mejorar otros
sectores de la economía como el sector textil o el sector manufacturero ligado
a la maquinaría militar. En el sector textil dedicado a la lana van a destacar
ciudades como Milán, Mantua, Pavía o Florencia; en el sector de la seda van a
destacar sobretodo Génova, Venecia, Nápoles, Milán o Florencia. En cuanto al
sector manufacturero de maquinaría militar destacan Venecia y Nápoles. Venecia
por las construcciones navales y Nápoles, como lugar de la flota española, va a
destacar por el aprovisionamiento y reparaciones de estas estructuras navales.
Pero, en los sectores dónde se
observa una mayor incidencia de la economía italiana en la economía mediterránea
fueron los de crédito y comercio. La balanza de pagos era favorable a Italia,
destacando los asientos que los operadores financieros genoveses concedían
sobre todo a la Corona española.
La favorable situación
internacional tiene una influencia positiva también sobre el área más débil de
la economía italiana, la zona del Mezzogiorno
(sur de Italia). Esta expansión, está favorecida por la formación de un
rango de mediadores entre los grandes propietarios feudales y los campesinos: los massari. Pero, no es suficiente. La economía del Mezzogiorno italiano
era fuertemente dependiente de los mercados extranjeros. El control del tráfico
comercial y del mercado del dinero estaba en las manos de toscanos, genoveses y
flamencos. Otro elemento decisivo dentro de la fragilidad económica de Nápoles
es que, se creaba una relación constantemente desfavorable entre las
exportaciones de grano y las importaciones de manufacturas. Revelándose de esta
manera, las características del Mezzogiorno italiano: una zona que exportaba
seda, aceite, vino y grano e importaba manufacturas; una zona que no lograba
una producción autosuficiente ni tenía dinámicas de desarrollo y que dependía
en gran medida del capital extranjero. De este modo, se acentuaría una rotura
entre las dos Italias, que hoy en día se mantiene.
Información elaborada a través de informaciones de la profesora Napoli, del departamento de Historia Moderna en la Università degli studi di Salerno; y con el apoyo del manual del profesor Aurelio Musi, Le vie della modernità.
Muy interesante Verónica!
ResponderEliminarSí, Verónica. Además me parece enriquecedor que te hayas asomado a información ofrecida desde fuera de España.
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