Resumen de los capítulos «Los fisiócratas» y «La teoría de los fisiócratas»
en Perdices de Blas, Luis, Historia del Pensamiento Económico,
Madrid, Síntesis, 2003, pp. 81-91.
Fisiocracia significa “gobierno de la Naturaleza ”. El término lo acuñó Dupont de Nemours, uno de sus primeros
miembros. Llamamos fisiócrata a la escuela –Perdices de Blas apunta a que
podríamos emplear para definirlos el término “secta” – de pensamiento económico que surgió en la Francia prerrevolucionaria
en torno al médico de madame de
Pompadour en la corte del rey de Francia, François
Quesnay (1694-1674), autor del Tableau Économique (1758), que explica el funcionamiento
de la actividad económica como un flujo circular cuyo lugar central corresponde
a la agricultura, único sector generador del producto neto o produit
net (producto neto, excedente sobre el coste necesario de producción,
considerado por la escuela fisiócrata un “regalo de la Naturaleza ”). Para los
primeros fisiócratas, autodenominados “economistas” o “filósofos economistas”,
la suya era una ciencia nueva, con un lenguaje y unos métodos propios.
Victor Riquetti, conde de Mirabeau, pintado por Jacques André Joseph Aved hacia 1744. |
Junto
con Quesnay destaca Victor Riquetti, conde de Mirabeau (1715-1789), autor de L'ami des hommes: ou Traité de la population (1756), una obra que seguía la estela de
muchos otros trabajos poblacionistas de autores “mercantilistas”, dos años
antes de que apareciera la famosa obra Tableau Économique del que
sería maestro de la nueva escuela. Según Perdices de Blas, Quesnay y Mirabeau
de conocieron en las tertulias que el primero de ellos organizaba en su
vivienda en la corte de Versalles, a las que acudían numerosos ilustrados. En
una de las sesiones, en el mes de julio de 1757, Quesnay convenció a Mirabeau
de que la riqueza de la nación no residía en su población sino en la agricultura,
que era la causa de la riqueza y por tanto, causa de la población. Nacía la
escuela fisiócrata, con un maestro y un discípulo que no tardaron en buscar
adeptos entre los agrónomos responsables de la política agraria de Francia o
los seguidores del “liberal” Gournay, entre los que se encontraría Turgot,
futuro ministro gracias a la influencia creciente del grupo.
En un orden natural en el que sólo la
agricultura creaba riqueza, como defendía la fisiocracia, era necesario
conseguir que la agricultura funcionase de un modo distinto al que lo hacía en la Francia de mediados del
siglo XVIII. Los artículos y obras de Quesnay y los otros miembros de la
escuela, muchas de ellas publicadas en L’Enciclopédie,
fueron lo que definió, en palabras de Perdices de Blas, el “núcleo teórico
fisiócrata”. De entre las innovaciones planteadas por los fisiócratas
destacamos, junto al ya citado producto
neto, conceptos como grande culture
(agricultura extensiva capitalista), avances
(adelantos, capitales necesarios para producir), bon prix (precio alto remunerador),
o impôt unique (impuesto único que únicamente debe gravar la
riqueza que se crea). Los conceptos teóricos iban además ligados a políticas
concretas. La fundamental de ellas era la de gravar con un impuesto único al
producto neto, que debía llegar a todos los sectores gracias a su “buen
precio”.
Con Quesnay a la cabeza y Mercier de la Rivière como teórico,
los fisiócratas defendieron el régimen del despotismo legal, basado más
en las leyes que en los individuos. La ley positiva había de ser
impuesta por el déspota, pero este debía basarse en la ley natural para
lo que, obviamente, dejarse aconsejar por ellos, los nuevos “filósofos
economistas”. El objetivo era hacer del reino de Francia un Royaume Agricole, para lo que había
que transformar la “pequeña agricultura” en “gran agricultura” (grand culture). La fisiocracia hizo una definición de sociedad
dividida en tres grupos; la clase
productiva (agricultores), la clase
estéril (comerciantes y artesanos que se limitaban a transformar y
distribuir productos agrícolas) y la clase
propietaria (nobleza y clero).
Recapitulando, vemos que el concepto central acuñado por la escuela
fisiócrata, el del producto neto, es el que permite que se proponga el impuesto
único que sustituya los innumerables tributos que se pagaban en la Francia del Antiguo
Régimen. Gravando directamente la tierra se simplificaría el sistema impositivo
y, puesto que el producto neto lo pagaban los agricultores a los propietarios,
era sobre estos sobre los que debía recaer el pago del impuesto, algo no bien
recibido por las clases privilegiadas terratenientes.
Versión del Tableau Économique (1758) con notas y texto manuscritos del marqués Victor de Mirabeau. Archives Nationales, París[1]. |
Muy buena aportación, Emilio.
ResponderEliminarAtentamente,