Resumen y comentario de «Las instituciones y la economía política
de la Monarquía Hispánica
(1492-1714). Una perspectiva trans-“nacional”»
de
Bartolomé Yun Casalilla[1]
El
capítulo «Las instituciones y la economía política de la Monarquía Hispánica
(1492-1714). Una perspectiva trans-“nacional”» de Bartolomé Yun Casalilla en la obra Economía
política desde Estambul a Potosí: Ciudades estado, imperios y mercados en el
Mediterráneo y en el Atlántico ibérico, c. 1200-1800, editada por este autor junto a Fernando Ramos
Palencia y publicada en 2012 por la Universidad de Valencia, pretende ser una
revisión de las visiones que ha tenido la historiografía y que, desde hace
aproximadamente una década, ha empezado a ser estudiada de forma más matizada y
en relación a todas sus instituciones, arrojando luz sobre los aspectos más
desconocidos desde un “enfoque global no nacional” y “ a través de una
perspectiva comparada dentro de Europa”, esto es, haciendo un llamamiento a
favor de la historia global y la historia comparativa.[2] Yun
Casalilla se refiere en las primeras páginas a aquellos autores de la
“tradición” (los escoceses Adam Smith y William Robertson), que hicieron hincapié en la irracionalidad
del gasto de la Monarquía
hispánica en las guerras de religión acaecidas en el continente europeo durante
la Edad Moderna
y en historiadores y economistas actuales (Daron Acemoglu, Simon Johnson, James
A. Robinson) que, en cierto modo, han mantenido esta idea negativa de la
economía política de la
Monarquía hispánica. [3]
Con ello, demuestra que determinadas visiones que aparecieron incluso en los
siglos modernos se han mantenido en Europa, también en el ámbito académico.
En el
marco de una economía-mundo la
Monarquía hispánica compuesta de los Habsburgo hubo de
convivir con una fragmentación política (los poderes locales tenían gran peso
en sus respectivos territorios gracias a ciertos privilegios jurisdiccionales)
y multitud de instituciones que imposibilitaban coordinar los interese de los
estados que la conformaban. [4]
Si bien en algunas posesiones de los Habsburgo se pudo mantener el control
durante más tiempo, en los Países Bajos calvinistas el conflicto condujo a la
ruptura y la creación de las Provincias Unidas.[5]
Sigue
el autor explicando brevemente ciertas consideraciones acerca del denominado
“imperio español” en tanto que monarquía compuesta, idea en la que sigue a John
H. Elliott. Destaquemos únicamente de este apartado las ideas de que el imperio
en los siglos XVI y XVII no tuvo una metrópoli cohesionada –sí lo tendría en el
siglo XVIII– y de que los reyes hubieron de lidiar con otros “agentes sociales
y políticos” que se sirvieron de “viejas costumbres políticas, leyes locales y
privilegios sociales (…) muy difíciles de cambiar”. [6]
Recordemos, como bien señala el autor, que “la monarquía compuesta (fue) un
conjunto de diferentes unidades institucionales no vinculadas a una política
económica común”. [7] Los
Habsburgo usaron en sus reinos, como era común en la época moderna, los
recursos propios a cada uno de ellos y en muy contadas ocasiones lo hacían con
fines patrimoniales;[8]
mucho más problemático resultaba “transferir rentas de un reino a otro”, esto
es, obtener dinero en un territorio y emplearlo en otro, como hizo Carlos V, no
sin dificultades, en los Países Bajos. [9]
De la
primera mitad del siglo XVI, destaca Yun Casalilla la presencia en Castilla de
banqueros y comerciantes procedentes de Alemania, Flandes o Génova, cuyo
interés en el negocio del oro y la plata los convirtieron en actores
principales del comercio atlántico. [10]
A muchos de ellos tuvo que conceder la Corona algunos privilegios, como los denominados
asientos o monopolios en determinados sectores, tanto en el Nuevo Mundo como en
el Viejo Continente, como la minería o el negocio de las plantaciones. [11]
Desde finales del siglo XVI y durante el siglo XVII la implantación del galeón
de Manila (nueva pieza fundamental para el transporte de la plata de Nueva
España) sería de vital importancia para la “economía del imperio” el comercio
entre América y Asia. [12] El
contrabando, como leemos, no era algo infrecuente para lo que los mercaderes se
servían del impuesto de la avería. [13]
Yun Casalilla señala también la
importancia que la anexión de Portugal a la Corona bajo Felipe II en 1580 tuvo para la
economía, especialmente gracias al control de las colonias portuguesas.[14]
Parece relevante destacar el hecho de que los propios monarcas españoles fueron
conscientes de la situación de crisis inevitable de la monarquía –precisamente
como consecuencia de su “marco institucional”– y de recesión desde, según
Bartolomé Yun Casalilla, finales del siglo XVI.[15]
¿Fue
la historia de la economía de los Habsburgo españoles en el siglo XVII la de un
fracaso? [16] La
principal causa de este fracaso, según el autor, fue el descenso de la cantidad
de plata que llegaba de América a la Península Ibérica.
Sus consecuencias habrían sido el aumento de una demanda de productos europeos
y asiáticos en América imposible de satisfacer. El monopolio parecía ser
insostenible, lo que aprovecharon los contrabandistas y los comerciantes
extranjeros.[17] Personalmente, creo que las respuestas a este tipo de
preguntas nunca son sencillas. Antes de contestarlas a la ligera hay que
estudiarlas e investigar la realidad compleja de cada fenómeno. Las
contradicciones, que son esenciales aunque presenten problemas para los
historiadores, nos ayudan a comprender los cambios profundos en la política, la
economía y las instituciones, en cuya reestructuración y flexibilización
destaca el poder de la clase mercantil, que llegaba más allá de lo que lo hacía
la monarquía.[18] Bartolomé Yun Casalilla da una lección valiosa a este
respecto en el capítulo que hemos comentado.
[1] Yun Casalilla, Bartolomé, «Las instituciones y la economía política de la Monarquía Hispánica
(1492-1714). Una perspectiva trans-“nacional”» en Yun Casalilla, Bartolomé y Ramos
Palencia, Fernando (eds.), Economía política desde Estambul a Potosí:
Ciudades estado, imperios y mercados en el Mediterráneo y en el Atlántico ibérico,
c. 1200-1800, Valencia, Universitat de València, 2012, pp. 139-162. Todas
las citas siguientes se refieren a este capítulo.
[2] p. 161.
[3] pp. 139-140.
[4] p. 147.
[5] pp. 147-148.
[6] p. 141.
[7] p. 145.
[8] Ídem.
[9] p. 146.
[10] p. 145.
[11] pp. 148-149.
[12] p. 152.
[13] p. 148.
[14] p. 157.
[15] p. 156.
[16] Yun Casalilla inicia y concluye el capítulo
comentado refiriéndose al fracaso de la monarquía hispánica, si bien lo matiza
en su conclusión apuntando precisamente a la prolongación en el tiempo de su
poder, p. 139 y p.160.
[17] p. 154.
[18] pp. 160-161.
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