El imperio portugués en el siglo XVII comerciaba con productos destacando el azúcar, el tabaco y la sal, y en el siglo XVIII, sin abandonarlos
completamente, empezó a centrarse más en productos como el oro, cuero y vino. Centrado
sobre un gran centro de contrabando en Lisboa, quedaba entre el capitalismo británico
y holandés y la economía de las colonias que ella dirigía. La dinámica
de ésta transformación estructural y sus diversas fases puede ser comprendida si
consideramos la evolución de los precios. Hasta 1688, algunos precios
portugueses habían estado aumentando lentamente mientras que otros permanecían
estables. El gradual incremento en los precios del trigo se equilibró en Évora
a partir de 1667, en las Azores a partir de 1670 y en Viana do Castelo ocurrió
algo semejante donde los precios del centeno y del maíz bajaron en 1680. A
partir de 1693, los precios en estos tres mercados, así como el de Braganza
(aislada de las importaciones), alcanzaron su cota más alta en el periodo de
1710-1711, teniendo prioridad los cereales del país ante los importados. Siguió
después un descenso que llegó a su punto más bajo en 1718 y esta tendencia a
largo plazo se mantuvo ligeramente descendiendo o estable hasta 1740. El precio
del arroz, casi todo importado de Valencia, Génova y Venecia, cayó en la década
de 1680 y alcanzó su cota más alta en 1709 para seguir descendiendo después
hasta 1728.
El
precio de aceite de oliva en Lisboa, tras haber permanecido constante en 1670,
fue bajando hasta 1692, a partir de ahí fue ascendiendo gradualmente hasta
alcanzar su cota máxima en 1712 (a pesar de una fase de depresión en torno a
1708 y que afectó también brevemente a los cereales). Después de 1712, una
clara tendencia al descenso de los precios se manifestó hasta 1728. La sal, el
principal producto de exportación, se vendía
los holandeses a un preció que no varió entre 1649 y 1690: 1480 reales (400 reales = un cruzado) el moyo (= 836,28 kg) e impuestos incluidos
(600- 700 reales). La hambruna de 1693 hizo que el precio se doblase y que en
1709 se llegase al precio sin precedentes de 6000-7000 reales. A partir de ahí el
ascenso de precios empezó a remitir y en 1713 el moyo se vendía a 2650 reales y
en 1714 a 3650. En conclusión, se puede decir que la evolución de los precios
interiores puede considerarse como depresiva entre 1669 y 1692, de recuperación
general entre 1693 y 1715 y de nuevo un ligero descenso durante las dos décadas
siguientes.
-BROMLEY, S., Historia del Mundo Moderno vol. 6, El auge
de Gran Bretaña y Rusia, 1688-1725, Ramón Sopena, Barcelona, 1975, pgs. 369- 371.
No hay comentarios:
Publicar un comentario