Por todos es conocido, el gran
esplendor que se produjo en lo referente al comercio castellano al producirse
el descubrimiento de América de mano de Cristóbal Colón el 12 de octubre de
2015, pero no destaca solo el comercio con América sino que va mucho más allá.
Los puertos españoles en el siglo XV contarían
con gran actividad comercial, transportando productos como la lana o el hierro
peninsular. Las vías comerciales se darían tanto en el océano Atlántico como por
el mar Mediterráneo. Con el avance comercial y sobre todo en lo que respecta al
transporte marítimo se daría la aparición de fábricas e infraestructuras que
permitieran mejorar la seguridad de las transacciones. Podemos encontrar dos
momentos en el desarrollo del comercio de Castilla, la primera que seguía la
ruta del Camino de Santiago y la segunda en torno a las áreas norte- sur del
comercio atlántico. El comercio en Castilla toma dos centros neurálgicos, por
un lado, a partir de los puertos cantábricos que exportarían a Inglaterra y Flandes
productos como vino, hierro y lana a cambio de importar tejidos de lujo. Por otro
lado, en la Andalucía occidental se daba un comercio de materias primas como
los cereales, aceite, vino y cuero de Flandes, oro de África, y especias y
sedas de Asia.
Durante el reinado de los Reyes Católicos
el comercio se concreta en las fachadas litorales por la facilidad que
otorgaban sus infraestructuras. En lo que respecta al comercio exterior,
destacan los Países Bajos y en cuanto al comercio interior no se puede decir
que fuera destacado ya que las infraestructuras no estaban tan desarrolladas a
causa de la menor demanda y por los obstáculos naturales.
El comercio interior de Castilla en
los siglos XVI y XVII sigue siendo anticuado, a pesar de que se mejoran las
redes de caminos haciéndolas más seguras al construir posadas, ventas y
mesones. Será en estos siglos cuando aparezca la Santa Hermandad encargada de
acabar con los malhechores de los caminos que pudieran perturbar a los
mercaderes. En cuanto a los arrieros y carreteros, se comienzan a dar cada vez más
profesionales a pesar de mantenerse las personas dedicadas a estas labores de
manera temporal. El sistema de organización era a partir de las ferias y los
mercados que iban de uno a otro pueblo, la peculiaridad de esos momentos es la
inexistencia de un mercado nacional en pro de las aduanas y los puestos de
paso. A partir del siglo XVI una de las ferias más importantes, como es la de
Medina del Campo caerá en decadencia, junto con las ferias del camino de
Santiago. A partir de este momento, los comerciantes acudirían a las ciudades
siguiendo unos determinados circuitos locales y comarcales, o bien, regionales
o nacionales si eran a mayor escala y siempre siguiendo el día establecido para
su actividad.
La situación de Castilla con el
comercio de Europa se puede distinguir según varias zonas, estas son: la ruta
del Báltico, la ruta Atlántica Norseptentrional y la ruta Mediterránea.
En el comercio báltico destaca el
cereal polaco, el cobre sueco, los salazones y el vino mediterráneo. La ruta
Atlántica, posiblemente una de las más antiguas recorría desde la cornisa
cantábrica de la península ibérica hasta los Países Bajos, pasando por Franca e
Inglaterra. La ruta mediterránea iría desde los puertos de Europa meridional hasta
los de oriente en Turquía intercambiando en cada uno de ellos productos
manufacturados y metales preciosos procedentes de Europa y sedas, café y artículos
de lujo procedentes de oriente. Castilla controlara esta ruta junto a Venecia y
Génova hasta el siglo XVII, incorporándose los ingleses en el siglo posterior.
En cuanto al comercio con el
continente asiático, se aprovecharon las rutas comerciales sobre todo para
transportar materias primas, alimentos y artículos de lujo propios del
continente y que en Europa no se podían conseguir o cultivar. A la inversa, los
asiáticos recibirían dinero, metales (plata) y tejidos de Inglaterra. En cuanto
a las rutas comerciales destacan las conocidas rutas de las especias y la ruta
de la seda.
La ruta de las especias en una
primera época discurría por el Mediterráneo siendo esta la conexión entre
oriente y occidente. En un segundo periodo y ya tras la expedición portuguesa
que llego a India por Calcuta, los portugueses abrieron un nuevo comercio de
especias por el Índico. La ruta de la seda atravesaba desde China hasta el Mediterráneo
atravesando zonas como Estambul, Jerusalén, parte de la antigua Unión Soviética,
Siria, Jordania, Líbano e Israel. A pesar del nombre que se le dio a esta ruta
desde el siglo XIX, por esta ruta no solo se trasportaba seda sino que también se
movían otras mercancías y materias primas, por lo tanto se debe entender esta denominación
como el conjunto de rutas que unían China, Asia Central y Europa.
Por último, el comercio con el Nuevo
Mundo a partir de su descubrimiento en 1492 contaría con una institución creada
especialmente para esta actividad, es decir, la casa de Contratación de Sevilla,
llevando la contabilidad de los productos que iban de España a América y viceversa.
Los productos más destacados eran el cereal y el vino de Europa a América y al
contrario el tabaco, el cacao y el café.
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