LA
AMALGAMACIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA
El mercurio, al menos en
Almadén, fue explotado ya de forma sistemática desde la época fenicia; a ello
contribuyó el llamativo color rojo del cinabrio lo que hace que sea muy visible
y llamativo en sus afloramientos, donde, además, presentaba con frecuencia
leyes de más del 60 % de mineral.
En un principio se utilizó
el cinabrio, no el mercurio, para fabricar pigmentos, en especial el rojo
bermellón, más tarde ya como metal se empleó para dorar el cobre y para recuperar
el oro y la plata, mediante amalgamación
, de los restos de vestidos que se habían adornado con estos metales después de
quemarlos.
El proceso de
amalgamación ya era conocido por los romanos y aparece descrito en distintas
obras de escritores y naturalistas romanos, tales como Plinio el Viejo, y Vitrubio; no obstante, los
romanos solo amalgamaron el oro, el proceso es mucho más sencillo, pues la
plata se oxida y se recubre de una ligera pátina que impide el contacto entre ambos
metales y con ello la amalgamación, por ello los romanos amalgamaron la plata
de manera muy escasa, y obtenían ésta por un proceso de fundición que exige
menas más ricas y un gasto significativo en combustible.
Más tarde, en la Edad
Media, los alquimistas utilizaron el mercurio como base para obtener el lapis philosophorum, la piedra
filosofal, ese maravilloso agente transmutador
que, por contacto, transformaba los metales en oro.
Sobre la base de las
referencias escritas existentes sobre el método de amalgamación de la plata,
parece corresponder a Alemania la paternidad del proceso. Éste se debió
desarrollar a finales del siglo XV o
principios del XVI.
Las primeras referencias
corresponden al Probierbüchlein, un
pequeño manual minero, y lo que se considera el primer tratado de laboreo de
minas Ein nutzlich Bergbüchlein de
Ulrich Rülein von Halben, ambos de principios del siglo XVI y donde se explica
cómo recuperar el oro y la plata de bordados de sombreros, de pinturas doradas
y limaduras y escorias de fundición de monedas. En ellos se explica cómo
dosificar el mercurio junto con otros ingredientes, carbonatos alcalinos y
vinagre.
En 1540 Vannucci Biringuccio en su obra De la Pirotechnia recopiló las técnicas mineras,
de mineralurgia y metalúrgicas existentes en esos momentos y entre ellos una
aplicación específica de la amalgamación a minerales de plata. En él se añadía
mercurio, sal común (un ingrediente muy común en procesos metalúrgicos) y
vinagre. El proceso, que se aplicaba a escorias de fundición o a menas de
plata.
Algo posterior, 1556, es
la obra de Agrícola (Georg Bauer) De Re Metallica un magnífico tratado de minería y metalurgia y
dentro del cual hay varios capítulos que tratan sobre la amalgamación, Libros
VII y X, pero aplicada solo al oro.
Pero el descubrimiento de
la plata americana y, sobre todo, la necesidad de poder beneficiar sus menas
menos ricas pero muy abundantes, sulfuros y sulfosales, de una metalurgia más
complicada y que tenían una baja recuperación con el método tradicional de
fundición y a lo que había que añadir la falta de combustible en el entorno de
los centros mineros, hizo necesario el desarrollo de un nuevo procedimiento mineralúrgico para su aprovechamiento, de esta necesidad surgió
el procedimiento conocido como el sistema del patio desarrollado por el
sevillano Bartolomé de Medina que tuvo el mérito de adaptar los principios de
la amalgamación de la plata, que hasta ese momento solo era aplicable a
pequeñas cantidades de mineral o de escorias de fundición, a una escala
industrial como era la minería de plata en América y haciendo con ello viable
la explotación de minerales de menor contenido de plata, pues los superficiales
y más ricos ya estaban en proceso de agotamiento.
El procedimiento se puso
a punto en el entorno del año 1555 en
las minas de Pachuca en Nueva España. Su aplicación exigía, como paso inicial,
un importante proceso de molienda hasta llegar al tamaño de liberalización del
mineral, por lo que hubo que realizar importantes obras hidráulicas a fin de
disponer energía suficiente para llevarlo a cabo.
Los pasos del proceso
eran la saca, extracción del mineral;
la molienda; el ensalmorado, adición
de sal común y magistrales y mezclado
con el mineral; el incorporo, se añadía
el azogue; el repaso, trillado de la
mezcla a pie o con caballerizas formando tortas varias veces al día para que el
azogue fuera absorbiendo la plata era la parte más larga del proceso de dos a
tres meses, dependiendo del clima; las
tentaduras, durante el repaso se tomaban muestras para controlar o corregir
el proceso añadiendo cal, para enfriar la masa y retardar el proceso, o
magistral, sales de hierro o cobre, para calentarla y acelerar el proceso; el lavado de la masa en un recipiente y
con agitación mecánica para separar la pella, la amalgama, del resto; el desazogado, se prensaba la pella
obteniéndose la piña que se introducía en vasijas y se colocaban en hornos para
proceder a la destilación, unas tuberías permitían recuperar el azogue,
finalmente el metal se parada pasaba a fundición para su transformación en
lingotes.
El método presentaba,
además de permitir el beneficio de estos minerales, una serie de ventajas:
·
Se adaptaba perfectamente a las condiciones
climatológicas y ambientales del entorno de las explotaciones.
·
Se efectuaba al aire libre, no necesitaba la
construcción de ningún tipo de obra civil.
·
Casi no consumía combustible, solo los
procesos de desazogado y de fundición.
·
El equipo e instalaciones necesarios eran
muy simples y exigía una inversión
reducida.
·
Los ingredientes, a excepción del azogue, agua,
sal y magistrales eran de origen y por la tanto fáciles de adquirir y baratos.
Las desventajas eran la
lentitud del proceso, la necesaria experiencia -conocimiento empírico- que
exigía el proceso, dependencia del azogue, sobre todo en Nueva España que debía
llegar de España, y la reducción de
rendimiento al tratar menas ferrosas.
Se intentó mejorar el
método, acelerar el proceso, por lo que se desarrolló la amalgamación en
caliente, que reducía a horas la duración del proceso, pero no era aplicable a
grandes cantidades de mineral y consumía grandes cantidades de combustible por lo
que los distintos ensayos que se realizaron no llegaron a prosperar, el más
conocido fue el de cazo y cocimiento de Alonso Barba en Potosí en el Alto Perú.
Por todo ello el método
se siguió usando hasta el siglo XIX que apareció la cianuración más barato y
eficaz, pero fatal para los acuíferos. No obstante, hay que indicar que hasta
hace no mucho en yacimientos marginales de tipo aluvial se seguía utilizando,
dada la reducida inversión inicial que exige.
CASTILLO MARTOS, Manuel, La amalgamación y Bartolomé de Medina, Anales de la Real Sociedad
Española de la Química, octubre-diciembre 2001.
LANG, Mervyn F., Azoguería y amalgamación. Una apreciación de
sus esencias químico-metalúrgicas, sus mejoras y su valor tecnológico en el
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PUCHE RIART, O., MAZADIEGO,
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107-1 Año 1996 (90-100)
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