En estas dos entradas haremos un recorrido introductorio
para conocer interesantes aspectos de las políticas económicas que se llevaron
a cabo durante el periodo mogol. En esta primera entrada se dará a conocer
algunas características económicas de este periodo, sin embargo en esta primera
parte no hablaremos de la economía en la etapa de Akbar (1556-1605), ya que las
medidas económicas que fueron adoptadas por su gobierno protagonizarán en exclusiva la
segunda entrada.
La India presentaba a comienzos del siglo XVI la imagen de
un territorio inmenso en el que estaban presentes varias confesiones
religiosas y donde había multitud de estados
independientes, donde destacaba el sultanato afgano y musulmán de Delhi[1].Los
sucesos que acaecerían durante el siglo XVI en la India se explican por el
control político ejercido por las dinastías musulmanas en una gran parte de la
India[2], así como que este dominio al final fuera posible, demuestra que fue resultado del punto álgido
de poder y esplendor del control islámico[3].
Los mogoles, que eran turcos timuríes con parte de sangre
mongol, tendrían en Bābur (1526-1530) al fundador de la nueva dinastía, que
siendo gobernador de Kābul, entró en la India procedente de Afganistán, derrocando al sucesor Ibrāhīm y acabando con el sultanato de Delhi. Tras esta
victoria en la batalla de Pānīpat era coronado emperador en la mezquita de
Delhi. Aunque hay que decir que la dominación no se haría extensible a la India
del sur – donde en la península del Decán mantenía su independencia con varios
poderes musulmanes y un reino hindú –.
De forma general se puede decir que en la economía de este
periodo mogol destacaría la explotación del campesinado - hay que tener en cuenta
que gran parte de la riqueza del país tenía su origen en los impuestos sobre la
tierra - se especializaría en la producción de textiles de algodón, seda y lana,
además de destacar la industria de los brocados y joyería. Además los mercaderes
occidentales fomentarían en gran medida el cultivo de especias. La economía no
se estancaría hasta el siglo XVIII[4].
A la muerte de Bābur en 1530, el imperio estaba formado por
Afganistán, Panjāb y la llanura gangética hasta las fronteras de Bengala, pero
es indudable que en este tiempo no pudo realizar ningún cambio sustancial en
cuanto a organización administrativa, se podría decir que apenas tuvo
oportunidades de desarrollar política administrativa alguna[5].
En 1540, cuando Šīr Šāh derroca a Humāyūn e instaura la breve dinastía afgana
de los Šūríes, sentará las bases de un eficaz sistema administrativo que luego
será sobre el que construyan los mogoles el suyo. Esto es porque durante el
periodo de Šīr Šāh se hicieron grandes esfuerzos para centralizar el poder:
construyendo grandes carreteras que unían Panjāb, Bengala a la India central,
así como Rājputāna con las regiones centrales del imperio, y también
estableciendo importantes impuestos basados en detallados informes sobre las
tierras basado en una serie de tasas fijas[6].
Con este sistema se sustituía al sistema tradicional que consistía en que los
funcionarios locales indicaran a los campesinos la cantidad de pagar. En parte
por estas razones se considera este breve mandato como uno de los importantes
de la historia de la India.
El hijo de Akbar, Ŷahāngīr (1605-1627), se le recordaría
como un gobernante muy desapegado a los asuntos de estado y sobre todo se
interesó por las artes, lo que le hizo ser uno de los emperadores mogoles más
instruidos[7]. Esta
desatención en los asuntos de Estado provocaría que la facción iraní cobrara
mayor importancia dentro de la corte A Ŷahāngīr le sucedería Sāh Ŷahān (1627-1658), del
que hay que destacar por supuesto su protagonismo en la arquitectura, ya que
bajo su gobierno se erigirían edificios espléndidos donde destaca por encima de
todos el Taj Mahall en Agra. Sin embargo, los hábitos de la corte, la
concentración de la riqueza en unos pocos y sobre todo los enormes gastos que
suponía todo su programa arquitectónico, empobrecieron enormemente a la
población y supuso un desgaste enorme en las arcas que tendría como resultado un lógico desequilibrio en la
balanza económica[8].
Después de encarnizadas luchas por la sucesión, Awrangzīb
(1658-1707), accedería al trono y acometería una serie de políticas contrarias al derecho canónico
musulmán[9],
tales como imprimir la declaración de fe islámica en las monedas y trataría,
sin apenas éxito, prohibir la venta de licores y la supresión del juego. Sí que fue muy
importante la abolición de impuestos no sancionados por la ley musulmana. Por
otro lado reestablecería la jyziah[10],
que como veremos en la siguiente entrada, había sido abolida por Akbar. También duplicaría
los derechos de aduana para los hindúes.
Durante su largo mandato destacarían sus enérgicos intentos
de centralización. Pero Awrangzīb tenía que hacer frente a una administración
central debilitada, para ello intentó llevar a cabo una serie de medidas ‘revitalizadoras’, de las que hay que destacar tres tipos de innovaciones: sus medidas acerca de
los hindúes ya las hemos comentado, pero además de estas, hay que nombrar sus
reformas en el sistema de impuestos y las medidas para que se cumplieran la ley
y primase el orden[11]. Por
supuesto el núcleo de ingresos de la administración se encontraba en la
recaudación de impuestos. El imperio estaba dividido en distintas
circunscripciones territoriales que estaban asignadas a los jāgīrdār, que
cobraban los impuestos a los campesinos – generalmente marcados por la renta
fiduciaria –. La cantidad de impuestos que se cobrarían lo decidía la administración
central, el gobierno por lo general se quedaba con el excedente agrícola y por
tanto a los campesinos les quedaba lo mínimo para sobrevivir. La principal
preocupación era prevenir que los jāgīrdārs exigieran tanto a los
campesinos que éstos huyeran de la tierra o incluso no fueran capaces de
producir un excedente mínimo. Para intentar fortalecer las instituciones imperiales,
su gobierno decretó una amplia supresión de tasas que habían repercutido
negativamente en el comercio, además de suponer una fuerte carga económica de
asumir para la población[12].
Por último, el final de su gobierno estuvo marcado por sus
problemas en Bijāpur y Golconda, es decir la situación del Decán, la enorme
resistencia hindú propiciaría un hundimiento de la economía que marcaría el
comienzo del fin de la dinastía a la muerte de Awrangzīb. Este hundimiento se
explicaría en que se hicieron insostenibles las cuotas de presión fiscal que se alcanzaron como consecuencia de estos problemas.
Bibliografía
- EMBREE, A. T., WILHELM, F., India: Historia de un subcontinente desde las culturas del Indo hasta el comienzo del dominio inglés, Siglo XXI, Madrid, 1974.
- GALLUD JARDIEL, E., Historia breve de la India, Sílex, Madrid, 2005.
- GRUNEBAUM, G.E., El Islam II. Desde la caída de Constantinopla hasta nuestros días, Siglo XXI, Madrid, 1979.
- MARTÍNEZ SHAW, C., Historia de Asia en la Edad Moderna, Arco Libros, Madrid, 2008
[1]
MARTÍNEZ SHAW, C., Historia de Asia en la Edad Moderna, Arco Libros, Madrid,
2008, p. 30.
[2]
EMBREE, A. T., WILHELM, F., India: Historia de un subcontinente desde las
culturas del Indo hasta el comienzo del dominio inglés, Siglo XXI, Madrid,
1974, p. 209.
[3]
GRUNEBAUM, G.E., El Islam II. Desde la caída de Constantinopla hasta
nuestros días, Siglo XXI, Madrid, 1979, p. 208.
[4]
GALLUD JARDIEL, E., Historia breve de la India, Sílex, Madrid, 2005, pp.
104-109.
[5] GRUNEBAUM, G.E., op. cit., p.
209.
[6] EMBREE, A. T., WILHELM, F., op.
cit., p. 211.
[7] GRUNEBAUM, G.E., op. cit., p.
214.
[8] Ibíd., p. 214.
[9] Ibíd., p. 215
[10] Estas
son sólo una de las múltiples medidas anti-hindú que adoptó Awrangzīb durante
su mandato. Como vemos acabaría con todas las concesiones que anteriormente
promulgó Akbar en este aspecto.
[11] EMBREE, A. T., WILHELM, F., op.
cit., p. 237.
[12]
Ibíd., pp. 237-238.
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