jueves, 8 de enero de 2015

Crédito y letras de cambio en Medina del Campo


      En la Península Ibérica a principios del siglo XVI había varios circuitos de crédito, que eran independientes pero que estaban conectados entre sí por el flujo de dinero que fluía de un circuito a otro. Distinguimos cuatro circuitos:
  • El del crédito comercial, que estaba ligado a las letras de cambio y en manos de los hombres de negocios;
  • El del crédito hipotecario o el de las rentas constituidas;
  • El de la deuda pública, cuyos títulos eran denominados juros;
  • Y, por último, una red poco conocida, relacionada con la compra de bienes de consumo y la usura.
      A la hora de invertir dinero, tanto los particulares como las instituciones tenían a su disposición una gama variada de posibilidades de inversión del dinero, siendo una de ellas el depósito en manos los banqueros privados. Los banqueros privados eran comerciantes y financieros que actuaban en las ciudades castellanas, y podían ser nombrados por el rey (si ejercían en la Corte) o por los ayuntamientos (si ejercía en las localidades). Debían ser personas solventes, para ganarse así la confianza de los inversores. Los banqueros privados recibían el dinero en depósito de los particulares y de las ciudades, provenientes de los impuestos; con ese dinero, abrían cuentas corrientes y mediante las letras de cambio usaban el sistema de transferencia o giro. Algunos banqueros llegaron a reunir grandes sumas de dinero gracias al uso de las letras de cambio, los depósitos de los particulares y el desarrollo de las libranzas, y este capital lo dedicaron a las necesidades de la monarquía. La importancia del dinero bancario durante el siglo XVI (que era recogido por banqueros y asentistas), y su papel clave en el mantenimiento de los gastos municipales y de la política imperial, contrasta de forma clara con el hecho de que no se conozca el origen del dinero prestado a los bancos, es decir, no se sabía quién hacía los depósitos.

      Es importante el hecho de que uno de los principales instrumentos que usó la Monarquía hispánica en los siglos XVI y XVII para conseguir sus objetivos dinásticos fue el recurso del crédito. Los bancos públicos o cambios de Corte fueron sustituidos en importancia por los individuos privados que ofrecían préstamos a la Monarquía. Entre los reyes y los banqueros se pactaban unas operaciones financieras, los asientos, es decir, anticipos de dinero; además, se establecían unas condiciones de reembolso de ese dinero, llamadas consignaciones. Debido a los servicios que los banqueros prestaban a la Corona, prestando dinero para financiar sus intereses, los reyes concedieron licencias de banquero a muchos hombres de negocios, lo que dio lugar a que a principios del siglo XVII la banca en Madrid estuviera en manos de hombres de negocios extranjeros, fundamentalmente genoveses y portugueses.

      Por otro lado, cabe destacar el papel que jugaron las letras de cambio, instrumento usado por los financieros que llegó a convertirse en la forma de crédito más usada a corto plazo. El funcionamiento básico de las letras de cambio era la combinación de una operación de crédito y una de cambio, y para ello se implicaban a cuatro personas:

-                        - Un dador, que daba el dinero;
-                        - Un tomador, que recibía el dinero inmediatamente;
-                        - Un librado, que era el obligado en el lugar de destino del dinero;
-                        - Y un beneficiario, a quien iba destinado el dinero finalmente.

      A partir del siglo XV, y sobre todo en el XVI, se produce le apogeo de las Ferias de Castilla, impulsoras de la unificación del comercio castellano. Dentro de las ferias castellanas destacan por su importancia las de Medina del Campo, que serán hasta finales del siglo XVI el centro principal para el gran comercio y banca europeos, siendo unas mercantiles y eminentemente financieras. Para el desarrollo de las Ferias de Medina era muy importante la figura de los cambistas, que eran los intermediarios entre los comerciantes y los financieros, y su labor facilitaba el intercambio de monedas. Además, se encargaban de establecer el precio justo, y  eran fiduciarios de grandes sumas de dinero en metálico.

     Las Ferias de Medina del Campo tuvieron gran importancia no solo por el gran volumen de compras y ventas francas que movían, sino por los cambios y pagos que en ellas se hacía. El sistema de cambios y de pagos surgió de la necesidad de facilitar las transacciones. En estas ferias es donde las letras de cambio adquieren su forma de funcionamiento definitiva, aunque no podemos decir que se crearan aquí, ya que eran usadas en reuniones comerciales anteriores.


Bibliografía:

CARANDE, Ramón., “Un banquero de Felipe II en Medina del Campo”, Moneda y Crédito. Revista de Economía, N.º 49, Madrid, 1954, pp. 13-23.

CARLOS MORALES, Carlos Javier de., “Felipe II y sus banqueros”, en Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2006, pp. 329-341.

GARCÍA GUERRA, Elena María., “Los bancos públicos en Madrid durante el reinado de Felipe II. Características, actividades y relaciones con las finanzas municipales”, en Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2006, pp. 299-319.


RUÍZ MARTÍN, F., “Las ferias de Castilla”, en Historia de Medina del Campo y su tierra, Vol. 2, Auge de las ferias. Decadencia de Medina / coord. Por Eufemio Lorenzo Sanz, 1986, págs. 267-300.

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