sábado, 10 de enero de 2015

Las flotas durante la época de Carlos V



Partiendo de la cuestión de si Carlos V pudo ser considerado en algún momento señor del Mar, nos encontramos con una serie de elementos que podrían determinarlo como tal, como son la indudable presencia marítima de los Países Bajos y la tradición hispánica iniciada con los Reyes Católicos y sus viajes a las Indias.
            Primeramente debemos tener en cuenta que la época del reinado de Carlos V es un periodo donde surgen fuertes avances cartográficos y náuticos, que facilitan enormemente la navegación, sobre todo la situada en mar abierto como era el caso de las Indias, ya que hasta entonces en el Mediterráneo era una navegación  a través de vislumbrar las costas.
            En cuanto al Mediterráneo, nos encontramos en primer lugar con el restablecimiento de la galera, embarcación que había quedado un poco al margen a finales del siglo XV principios del XVI. Esta embarcación es apta para este tipo de mar debido a que es de silueta alargada, bajo bordo y con una propulsión más centrada en el remo que en la vela, algo que beneficia en este tipo de mar ya que los vientos son escasos en ocasiones.
            Pero esta no vas a ser la única embarcación utilizada, ya que para las guerras en este Mar también nos encontramos con las naos, que junto con la galera va a contener el protagonismo. En estas guerras también tienen gran importancia las plazas africanas, lugar estratégico de abastecimiento, cuya pérdida en luchas sucesivas con el Turco, Francia y la piratería africana van a notarse con fuerza.
            Debemos también destacar que nunca Carlos V contó con una flota unitaria, ni siquiera en las alianzas establecidas contra el Turco durante 1538- 1539. En lo referente a las flotas que contenía el rey, estas siempre estuvieron escasas de barcos, teniendo en contraposición que abarcar un gran espacio costero, frenando así enormemente su efectividad. Ejemplo de esto fue la Escuadra de las Galeras del Mar del Reino de Granada, que en 1529 pasó a llamarse Escuadra de Galeras de España, la cual tenía que abarcar desde Gibraltar hasta Perpiñán incluyendo las Islas Baleares. Normalmente las flotas constaban de cuatro, ocho u once barcos, pudiendo llegar a quince en el caso de las Escuadras de Galeras de Nápoles y Sicilia, pero que en cualquier caso continuaban siendo insuficientes. Esta insuficiencia se hará patente en el desastre de Argel de 1541 que será aprovechado por Francisco I para romper la tregua entre ambas naciones y atacar las posesiones españolas en Niza mediante una escuadra francesa y la turca de Barbaroja.
            Por otro lado, y unido a esta escasez de barcos nos encontramos con la escasez de bases navales, donde como base principal tenemos a Cartagena, pero además los almirantes responsables como fueron Portuondo, Álvaro  de Bazán, Bernardino de Mendoza contenían criterios muy diferentes sobre la actuación de  las misma.
            Pasando así al Atlántico, no encontramos con que en este espacio marítimo las embarcaciones a las que más se recurre van a ser la nao, el galeón mercante y finalmente la carabela, aunque esta irá cayendo en desuso. Estas embarcaciones contienen mayor bordo y menor remo, siendo así además de mayor tonelaje. 

  •    La nao sería utilizada mayoritariamente para las rutas comerciales sobre todo en lo que a la Carrera de Indias se refiere.
  •    El Galeón mercante para el comercio con Francia y  Flandes 
  •    Carabela se centraría mayoritariamente en el Cantábrico en los años treinta.

            Por otro lado, la mayor parte del reinado no se tendría una armada imperial estable, sino que las embarcaciones eran arrendadas a merced de los contratos y asientos, prefiriéndose las naves de mayor tonel ya que se consideraban más aptas para las acciones militares, aunque en casos excepcionales se preferían más ligeras debido a su rapidez, en cuyo caso se optaba por las modalidades de las pinazas, chalupas y las zabras. Finalmente la llegada de una armada estatal estable  se produce en 1550 establecida entre la zona norte hasta el estrecho de Sund.
            La armada contaba con ocho barcos, que posteriormente fueron ampliados a catorce. Para mantener a esta armada se buscaron financiaciones de diversa procedencia como fue a partir de 1549 el tributo especial sobre el vino en los Países bajos, cuya duración fue de cuatro años para hacer frente al mantenimiento de la misma, y aún así su conservación se tornó difícil. Esto se debe a que los flamencos querían defensas, pero no querían ser los que asumieran los gastos para las mismas, donde además preferían la dotación de barcos que las fortalezas construidas. Pero a pesar de esto, tampoco existía una seguridad clara de que una flota con mayor número de barcos fuera rentable en coste frente a los gastos que ocasionaba. Por ello ni el gobierno de Bruselas ni los flamencos querían asumir el coste, llegando finalmente a un acuerdo donde se mantendría una pequeña flota propia del soberano que necesitaría del concurso de los barcos mercantes del país de forma prestada o arrendada. La guerra durante el reinado de Carlos V influyó enormemente debido a los fuertes gastos que ocasionaba, incluso en periodos de paz ya que había que mantener la pequeña armada.
            Finalmente en cuanto a las Indias, se puede reconocer la preponderancia hispánica sobre sus espacios marítimos pero Carlos V nunca fue dueño como tal de ellos ya que la presencia de otras potencias es evidente.
            En estos espacios, como en otros, se prefirió la defensa al ataque, por lelo se armaron los galeones y las naos antes de pasar a una actitud ofensiva. El pago de estos armamentos supuso la llegada de nuevos impuestos, como fue el impuesto de avería, que sirvió para pagar los costes de los barcos de guerra que acompañaban a los comerciantes que recayeron sobre estos. Este impuesto no era desorbitado y estaba totalmente justificado por el corsarismo francés que había ocasionado problemas desde 1521, esperando a los barcos a las puertas de Europa e incluso en los orígenes antillanos.  Todo esto supuso decretos oficiales durante veinte aos para la defensa de los viajes a las Indias, como fueron en 1526 la prohibición de salida de mercantes sueltos, teniendo que ser flotillas armadas. En 1537—1542 se establecieron armadas eventuales que protegían el comercio indiano. En 1543 se impone una regla fija donde los barcos que iban y venían tenían que ir protegidos por una flota armada, siendo el comienzo de la práctica de los convoyes de 1550.

Bibliografía:
BELENGUER, Ernest. El imperio de Carlos V. Las coronas y sus territorios. Península, Barcelona 2002
MARTÍNEZ RUIZ, Enrique (coord) Introducción a la Historia Moderna. Istmo, Madrid 2000

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