domingo, 4 de enero de 2015

La ondulación de los precios de Portugal a partir de 1660



El imperio portugués en el siglo XVII comerciaba con productos destacando el azúcar, el tabaco y la sal, y en el siglo XVIII, sin abandonarlos completamente, empezó a centrarse más en productos como el oro, cuero y vino. Centrado sobre un gran centro de contrabando en Lisboa, quedaba entre el capitalismo británico y holandés y la economía de las colonias que ella dirigía. La dinámica de ésta transformación estructural y sus diversas fases puede ser comprendida si consideramos la evolución de los precios. Hasta 1688, algunos precios portugueses habían estado aumentando lentamente mientras que otros permanecían estables. El gradual incremento en los precios del trigo se equilibró en Évora a partir de 1667, en las Azores a partir de 1670 y en Viana do Castelo ocurrió algo semejante donde los precios del centeno y del maíz bajaron en 1680. A partir de 1693, los precios en estos tres mercados, así como el de Braganza (aislada de las importaciones), alcanzaron su cota más alta en el periodo de 1710-1711, teniendo prioridad los cereales del país ante los importados. Siguió después un descenso que llegó a su punto más bajo en 1718 y esta tendencia a largo plazo se mantuvo ligeramente descendiendo o estable hasta 1740. El precio del arroz, casi todo importado de Valencia, Génova y Venecia, cayó en la década de 1680 y alcanzó su cota más alta en 1709 para seguir descendiendo después hasta 1728. 

El precio de aceite de oliva en Lisboa, tras haber permanecido constante en 1670, fue bajando hasta 1692, a partir de ahí fue ascendiendo gradualmente hasta alcanzar su cota máxima en 1712 (a pesar de una fase de depresión en torno a 1708 y que afectó también brevemente a los cereales). Después de 1712, una clara tendencia al descenso de los precios se manifestó hasta 1728. La sal, el principal producto de exportación, se vendía  los holandeses a un preció que no varió entre 1649 y 1690: 1480 reales (400 reales = un cruzado) el moyo (= 836,28 kg) e impuestos incluidos (600- 700 reales). La hambruna de 1693 hizo que el precio se doblase y que en 1709 se llegase al precio sin precedentes de 6000-7000 reales. A partir de ahí el ascenso de precios empezó a remitir y en 1713 el moyo se vendía a 2650 reales y en 1714 a 3650. En conclusión, se puede decir que la evolución de los precios interiores puede considerarse como depresiva entre 1669 y 1692, de recuperación general entre 1693 y 1715 y de nuevo un ligero descenso durante las dos décadas siguientes.

-BROMLEY, S., Historia del Mundo Moderno vol. 6, El auge de Gran Bretaña y Rusia, 1688-1725, Ramón Sopena, Barcelona, 1975, pgs. 369- 371. 

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