lunes, 5 de enero de 2015

LA BURBUJA DE LA COMPAÑÍA DE LOS MARES DEL SUR


Inglaterra finalizó el siglo XVII con una situación económica muy avanzada para la época. La prosperidad cabalgaba en el estado y la expansión de la economía iba en aumento, además se había fundado el Banco de Inglaterra, una empresa privada que había obtenido el monopolio de las finanzas británicas a cambio de garantizar la organización y la gestión de los préstamos al gobierno.
            Pero el cambio de siglo empezó con mal pie, al desatarse la guerra de Sucesión española en 1702, que duró más de lo que estaba previsto y las finanzas del estado se resintieron y el estado tenía problemas para devolver las deudas a los súbditos que habían comprado la deuda.
            Una investigación de las finanzas públicas había llegado a la conclusión de que existía un total de unos 10 millones de libras en deudas sin ningún ingreso asignado a pagarla y además, el estado no quería seguir endeudándose. Por ello, el tesorero del gobierno inglés, Robert Harley, tuvo una gran idea: fundar una compañía que amortizase la deuda del estado. Así, en 1711 se funda la Compañía de los Mares del Sur (los Mares del Sur es como se denominaba en la época a Sudamérica). La compañía se encargó de absorber 10 millones de deuda, dando acciones a los ciudadanos que hubiesen comprado deuda al estado a cambio de saldar su cuenta con él. El estado prometía un crecimiento perpetuo de 576.534 libras anuales (es decir, un 5,6 ya que el valor de la compañía era de 10 millones), y los portadores de deuda aceptaron gustosamente el cambio.
            La Compañía de los Mares del Sur gozaba del derecho a comerciar en exclusiva con América del Sur, por lo que a los ojos de ingleses debió parecer una auténtica ganga. No obstante, hay que analizar bien la situación: para 1711, año de la fundación de la compañía, España gozaba del monopolio comercial con casi toda América del Sur, todo el comercio entre Inglaterra y esas colonias era ilegal y además ambos países estaban en guerra; para 1713, año de la paz, España le concede a Inglaterra el tráfico de esclavos y el derecho a enviar un navío de permiso de 500 toneladas al año, ¡un navío al año! Por lo que las oportunidades comerciales con América de Sur, pese al glamour del que se las rodeó y la gran expectativa que tenían los ingleses, eran realmente escasas. A pesar de ello, la jugada del gobierno inglés salió fenomenal y el gobierno inglés logró quitarse de encima 10 millones de libras de deuda
            No obstante, las revueltas jacobitas de 1715-1719 hicieron que el gobierno siguiera endeudándose, y para 1719, año del aplastamiento de la revuelta jacobita, tenía una deuda de 50 millones de libras (el 40% de su producto interior bruto), por lo que era necesario hacer algo. Además, la empresa estaba de moda, todo el mundo quería tener sus acciones, por lo que el gobierno empezó a convencerse de haber hallado la solución definitiva a su endeudamiento, y volvieron a emitir acciones por el valor de 30 millones de libras. La avidez de los inversores por poseer acciones de la compañía era enorme, todas las capas de la sociedad contaban con acciones de la compañía, incluso la élite política contaba con acciones (lo que hacía que los ciudadanos de clases mas bajas se convenciesen aún más de la seguridad de estas inversiones, al fin y al cabo ¿cómo iban a equivocarse las élites sociales en estos asuntos?). Esto originó que durante el año de 1720 el precio de las acciones se inflase, de las 100 libras que valía cada acción desde que se fundó la compañía (con pequeñas oscilaciones) y que era el precio que tenían en enero de 1720, pasaron a valer 550 en mayo. Se corría la voz desde el Exchange Alley (lugar donde tenía lugar la compraventa de acciones) de las enormes posibilidades económicas que tenía este negocio. La gente explicaba a sus amigos y familiares como habían aumentado sus ingresos en muy poco tiempo. Todo el mundo quería sumarse a la orgía financiera hambrientos de dinero fácil.
            La cosa no se quedó allí. La empresa facilitó aún más la obtención de sus acciones, llegaron incluso a conceder créditos para la compra de sus propias acciones. Se invitaba a invertir a personas de alto standing para rodear de más glamour la compañía. Los dirigentes de la empresa eran también accionistas, por lo que les beneficiaba este crecimiento del valor de las acciones, y también había muchos miembros del parlamento accionistas que votaron en contra de la investigación de la empresa por las autoridades. Todos estos factores hicieron que el valor de las acciones creciese aún más, y para junio-julio el precio llegó a su tope: 1000 libras la acción.
            Pero pronto un suceso cambió esta tendencia: el rumor que llegó de que la Compañía del Mississippi francesa había quebrado (era un caso paralelo a esta compañía) hizo que el precio comenzase a bajar rápidamente. Los dirigentes de la empresa, alarmados, ordenaron a sus agentes cambiarios la compra de acciones para empujar los precios hacia arriba. Y a su vez, el estado aprobó la Bubble Act que establecía que ninguna empresa podía realizar operaciones en Sudamérica sin tener una autorización del gobierno, todo en un intento combinado de evitar el desplome. Pero a pesar de ello el pánico se extendió entre la población  y el precio se desplomó en un mes.
            Las consecuencias de esta burbuja fueron muy grandes para la economía inglesa, pues la ola expansiva afectó a muchísima gente y a los bancos que les habían prestado dinero para comprar acciones. Se llevó a cabo una investigación dentro del gobierno y del parlamento que determinó que varias personas eran culpables de corrupción. A pesar de ello el gobierno actuó con rapidez y consiguió que las consecuencias económicas no fueran tan graves como habrían podido ser, unido al hecho de que el comienzo de la revolución industrial dinamizó mucho la economía inglesa.

BIBLIOGRAFÍA:

-TRÍAS DE BES, FERNANDO. El hombre que cambió su casa por un tulipán. Ediciones Temas de hoy. 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario