lunes, 5 de enero de 2015

¿Qué sentido tiene esta asignatura?

A estas alturas del curso, cuando estamos preparando los exámenes y demás es necesario hacerse preguntas de este tipo. Quizá David, quizá la Facultad de Historia nos ha hecho cursar una asignatura carente de sentido, y es que, ¿por qué Historia Económica de la Edad Moderna? ¿Por qué vamos a ubicar en esta cronología, basada más bien en acontecimientos políticos o sociales, la historia económica? Es posible que para comprender las dinámicas económicas tenga más sentido aplicar unos periodos cronológicos diferentes. Desde luego, la historia es un continuum y son los historiadores los que la trocean o, más bien, toman una perspectiva crítica y realizan una deconstrucción[1] para la elaboración de modelos históricos o de periodos históricos. De esta forma, podríamos reivindicar una periodización diferente sobre la historia económica. Esto no es algo nuevo, a lo largo de la historia han existido diferentes periodizaciones, una de aspecto económico es la periodización materialista que clasifica las épocas por las formas de producción, cuyo resultado es comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo[2]. Esta entrada, sin querer reivindicar este modelo, pretende explorar los límites cronológicos y vislumbrar, si es posible, una forma alternativa de periodización.

La historia economía presenta unas características particulares por comparación con otras perspectivas históricas como pueden ser la social o la política. De la definición de economía de Samuelson y Nordhaus será más fácil conocer dichos atributos:

"El estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos"[3]
De esta definición, como los propios autores indican, se extrae una realidad de escasez ligada a una necesidad de eficacia, y es esto lo más importante para entender la comparativa puesto que explica la independencia y el dinamismo de la historia económica. Independencia en tanto que esa escasez conlleva a un ánimo de lucro, que aunque pueda haber fluctuado su intensidad existe siempre; y la necesidad de eficacia promueve el cambio y el dinamismo. Evidentemente esto son pautas aplicables a un modelo, pero no encajan siempre bien con la realidad, sobre todo a un periodo como es el que proviene de finales de la Edad Media, en el que las cuestiones morales y religiosas frenaron el avance de muchos cambios relativos al ámbito financiero[4].

Los procesos económicos de la Baja Edad Media son los que plantean esta reflexión y es que, es en este momento cuando muchos autores ubican los inicios de la etapa capitalista, entre otros, Fernand Braudel[5]. Más allá de hablar del capitalismo, se acepta que en la Baja Edad Media suceden cambios en la actividad comercial y artesanal principalmente, que luego son característicos de la Edad Moderna. Cambios relacionados con las formas de comercio y producción, como pueden ser las herramientas financieras que desarrollan el movimiento e inversión de capitales, así como los gremios; pero también el espíritu comercial, es decir la idea de lucro y los principios de individualismo. Resulta interesante el siguiente párrafo de Le Goff:

"…de tal forma justificado e inclusive exaltado, el mercader medieval puede dar libre curso a su genio. Sus objetivos son la riqueza, los negocios y la gloria. El amor al dinero sigue siendo su pasión fundamental. […] Todos los mercaderes estudiados por los historiadores de la Edad Media sienten un amor arrebatado por el dinero”[6]
Existe por tanto, unos avances de carácter económico en la Baja Edad Media, que son ya por aquél entonces una constante, aunque no tengan una trascendencia sobre otros aspectos políticos, sociales o culturales. Estos elementos que posteriormente serán más aceptados en época moderna se reducen en la Baja Edad Media a la burguesía, pero ahí ya tienen suficiente fuerza como para ser analizado dentro de un todo, dentro del desarrollo económico de los siglos posteriores. En este sentido, se podría hablar de un bloque de historia económica que abarcase desde la Baja Edad Media hasta casi el siglo XVIII en el que aparecen nuevas fórmulas como la fisiocracia o Adam Smith, de los que se hablará brevemente más adelante. Evidentemente, durante la Edad Moderna se producen desarrollos importantes como pueden ser el comercio internacional, la mentalidad mercantilista, etc. Pero todo ello se podría igualmente enmarcar en el desarrollo económico iniciado en los siglos XII – XIII pues aunque con mucha menos fuerza se pueden evidenciar ejemplos sobre precedentes importantes: el aumento del tamaño y del volumen de los circuitos comerciales durante la Baja Edad Media[7] o la aproximación del príncipe hacia la dirección de la economía[8].



En esta entrada se habla por tanto de que esta asignatura no tiene por qué apegarse a las “edades históricas”, sino que quizá sería igual de interesante que abrazase un discurso propio, en el que persigue conceptos como el desarrollo de una nueva visión económica que empieza a aparecer en los siglos XII – XIII. No se debería tampoco renunciar a hablar de Adam Smith y los fisiócratas, o en general al siglo XVIII, pero esto quizá abriese ya una etapa económica nueva, más adherible al siglo XIX, fundamentalmente en el caso de Adam Smith y todo lo ligado a la Revolución Industrial, que en un comienzo se circunscribiría a un espacio concreto y limitado como sería la Inglaterra del XVIII, pero que conforma unas características comunes al devenir del siglo XIX. En este caso sería un país y no un sector social, y también hay que reconocer que hay una gran relación de Adam Smith con el mundo anterior, pero es más fácil asumirlo como una sanción de lo anterior y el comienzo hacia una nueva perspectiva económica.

                                 


[1] CHIGNOLA, Sandro. "Temporalizar la historia. Sobre la Historik de Reinhart Koselleck" Isegoría, 0 (2007). [Online] (Consultado el día 03.01.2015) p. 11
[2] GONZÁLEZ, Fernando. “Las grandes periodizaciones de la historia universal”. Boletín Millares Carlo. N26, (2007). [Online] (Consultado el día 02.01.2015) p. 124
[3]SAMUELSON, Paul; NORDHAUS, William. Economía. Madrid, Mc Graw Hill, 2010.  p. 4.
[4] PERDICES DE BLAS, Luis. Historia del pensamiento económico. Madrid, Síntesis, 2004. p.26
[5] BRAUDEL, Fernand. La dinámica del capitalismo. Madrid, Alianza Editorial, 1985.
[6] LE GOFF, Jacques. Los mercaderes de la Edad Media. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1969 p. 103
[7] Genoveses, catalanes y baleares buscaban expandir su comercio a través del estrecho en busca de nuevos espacios de comercio. ORTEGA VILLOSLADA Antonio. “Del Mediterráneo al Atlántico: apertura/reapertura del estrecho de Gibraltar en la Edad Media. Estado de la cuestión.” Bolletí de la Societat Arqueològica Lul·liana: Revista d'estudis històrics. (2011), pp. 101-124.
[8] Spufford muestra cómo los monarcas, concretamente el francés y el aragonés toman decisiones sobre la emisión de moneda para recuperar el poder perdido, así como también para financiar a la corona. SPUFFORD, Peter. Dinero y moneda en la Europa medieval. Barcelona, Crítica, 1991. p. 131

1 comentario:

  1. Estoy bastante de acuerdo con la necesidad de "descompartimentar" (perdón por el palabro) las ramas de la Historia, ya que favorecería la capacidad de apreciar tanto las persistencias como las novedades en la teoría y práctica económica. No obstante, creo que si empiezas a retrotraerte hacia precedentes puedes acabar en un juego sin fin. Es difícil definir un bloque específico alegando determinado fenómeno como definitorio, porque la Historia siempre muestra ambigüedades.
    En cualquier caso, si me preguntas qué sentido tiene estudiar economía del siglo XVI al XVIII, diría que alguno tiene, pero incompleto.

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