lunes, 12 de enero de 2015

LA AMALGAMACIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA

LA AMALGAMACIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA
El mercurio, al menos en Almadén, fue explotado ya de forma sistemática desde la época fenicia; a ello contribuyó el llamativo color rojo del cinabrio lo que hace que sea muy visible y llamativo en sus afloramientos, donde, además, presentaba con frecuencia leyes de más del 60 % de mineral.
En un principio se utilizó el cinabrio, no el mercurio, para fabricar pigmentos, en especial el rojo bermellón, más tarde ya como metal se empleó para dorar el cobre y para recuperar  el oro y la plata, mediante amalgamación , de los restos de vestidos que se habían adornado con estos metales después de quemarlos.
El proceso de amalgamación ya era conocido por los romanos y aparece descrito en distintas obras de escritores y naturalistas romanos, tales como  Plinio el Viejo, y Vitrubio; no obstante, los romanos solo amalgamaron el oro, el proceso es mucho más sencillo, pues la plata se oxida y se recubre de una ligera pátina que impide el contacto entre ambos metales y con ello la amalgamación, por ello los romanos amalgamaron la plata de manera muy escasa, y obtenían ésta por un proceso de fundición que exige menas más ricas y un gasto significativo en combustible.
Más tarde, en la Edad Media, los alquimistas utilizaron el mercurio como base para obtener el lapis philosophorum, la piedra filosofal,  ese maravilloso agente transmutador que, por contacto, transformaba los metales en oro.
Sobre la base de las referencias escritas existentes sobre el método de amalgamación de la plata, parece corresponder a Alemania la paternidad del proceso. Éste se debió desarrollar a finales del siglo XV  o principios del XVI.
Las primeras referencias corresponden al Probierbüchlein, un pequeño manual minero, y lo que se considera el primer tratado de laboreo de minas Ein nutzlich Bergbüchlein de Ulrich Rülein von Halben, ambos de principios del siglo XVI y donde se explica cómo recuperar el oro y la plata de bordados de sombreros, de pinturas doradas y limaduras y escorias de fundición de monedas. En ellos se explica cómo dosificar el mercurio junto con otros ingredientes, carbonatos alcalinos y vinagre.
 En 1540 Vannucci Biringuccio en su obra De la Pirotechnia recopiló las técnicas mineras, de mineralurgia y metalúrgicas existentes en esos momentos y entre ellos una aplicación específica de la amalgamación a minerales de plata. En él se añadía mercurio, sal común (un ingrediente muy común en procesos metalúrgicos) y vinagre. El proceso, que se aplicaba a escorias de fundición o a menas de plata.
Algo posterior, 1556, es la obra de Agrícola  (Georg Bauer) De Re Metallica un magnífico tratado de minería y metalurgia y dentro del cual hay varios capítulos que tratan sobre la amalgamación, Libros VII y X, pero aplicada solo al oro.
Pero el descubrimiento de la plata americana y, sobre todo, la necesidad de poder beneficiar sus menas menos ricas pero muy abundantes, sulfuros y sulfosales, de una metalurgia más complicada y que tenían una baja recuperación con el método tradicional de fundición y a lo que había que añadir la falta de combustible en el entorno de los centros mineros, hizo necesario el desarrollo de un nuevo procedimiento mineralúrgico  para su aprovechamiento, de esta necesidad surgió el procedimiento conocido como el sistema del patio desarrollado por el sevillano Bartolomé de Medina que tuvo el mérito de adaptar los principios de la amalgamación de la plata, que hasta ese momento solo era aplicable a pequeñas cantidades de mineral o de escorias de fundición, a una escala industrial como era la minería de plata en América y haciendo con ello viable la explotación de minerales de menor contenido de plata, pues los superficiales y más ricos ya estaban en proceso de agotamiento.
El procedimiento se puso a punto en el entorno  del año 1555 en las minas de Pachuca en Nueva España. Su aplicación exigía, como paso inicial, un importante proceso de molienda hasta llegar al tamaño de liberalización del mineral, por lo que hubo que realizar importantes obras hidráulicas a fin de disponer energía suficiente para llevarlo a cabo.
Los pasos del proceso eran la saca, extracción del mineral; la molienda; el ensalmorado, adición de sal común y magistrales  y mezclado con el mineral; el incorporo, se añadía el azogue; el repaso, trillado de la mezcla a pie o con caballerizas formando tortas varias veces al día para que el azogue fuera absorbiendo la plata era la parte más larga del proceso de dos a tres meses, dependiendo del clima; las tentaduras, durante el repaso se tomaban muestras para controlar o corregir el proceso añadiendo cal, para enfriar la masa y retardar el proceso, o magistral, sales de hierro o cobre, para calentarla y acelerar el proceso; el lavado de la masa en un recipiente y con agitación mecánica para separar la pella, la amalgama, del resto; el desazogado, se prensaba la pella obteniéndose la piña que se introducía en vasijas y se colocaban en hornos para proceder a la destilación, unas tuberías permitían recuperar el azogue, finalmente el metal se parada pasaba a fundición para su transformación en lingotes.
El método presentaba, además de permitir el beneficio de estos minerales, una serie de ventajas:
·         Se adaptaba perfectamente a las condiciones climatológicas y ambientales del entorno de las explotaciones.
·         Se efectuaba al aire libre, no necesitaba la construcción de ningún tipo de obra civil.
·         Casi no consumía combustible, solo los procesos de desazogado y de fundición.
·         El equipo e instalaciones necesarios eran muy simples  y exigía una inversión reducida.
·         Los ingredientes, a excepción del azogue, agua, sal y magistrales eran de origen y por la tanto fáciles de adquirir y baratos.
Las desventajas eran la lentitud del proceso, la necesaria experiencia -conocimiento empírico- que exigía el proceso, dependencia del azogue, sobre todo en Nueva España que debía llegar de España,  y la reducción de rendimiento al tratar menas ferrosas.
Se intentó mejorar el método, acelerar el proceso, por lo que se desarrolló la amalgamación en caliente, que reducía a horas la duración del proceso, pero no era aplicable a grandes cantidades de mineral y consumía grandes cantidades de combustible por lo que los distintos ensayos que se realizaron no llegaron a prosperar, el más conocido fue el de cazo y cocimiento de Alonso Barba en Potosí en el Alto Perú.
Por todo ello el método se siguió usando hasta el siglo XIX que apareció la cianuración más barato y eficaz, pero fatal para los acuíferos. No obstante, hay que indicar que hasta hace no mucho en yacimientos marginales de tipo aluvial se seguía utilizando, dada la reducida inversión inicial que exige.
CASTILLO MARTOS, Manuel, La amalgamación y Bartolomé de  Medina, Anales de la Real Sociedad Española de la Química, octubre-diciembre 2001.
LANG, Mervyn F., Azoguería y amalgamación. Una apreciación de sus esencias químico-metalúrgicas, sus mejoras y su valor tecnológico en el marco científico de la época colonial, LLULL 22 1999.

PUCHE RIART, O., MAZADIEGO, L. y MARTIN DIEZ, M. Los procesos de amalgamación a lo largo de la Historia, Boletín Geológico y Minero. Vol. 107-1 Año 1996 (90-100)

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