viernes, 2 de enero de 2015

EL PUEBLO GITANO EN LA ESPAÑA MODERNA

EL PUEBLO GITANO EN LA ESPAÑA MODERNA

Este grupo social minoritario en España (en su primer censo en 1783 no llegan a 10.000 individuos) ha llamado la atención desde el comienzo de la Edad Moderna tanto por su nomadismo y sus rituales sociales. Se cree que son grupos humanos provenientes de la India, que en el siglo X empiezan su movimiento hacia Occidente, pasando al mundo cristiano en los siglos XIV y XV y llegando a España en las primeras décadas del siglo XV. Las primeras fuentes en el territorio peninsular se dan en 1425 en Aragón, en 1435 en Navarra y en 1462 en Jaén, y en un primer momento son agasajados de alguna manera por las autoridades reales llegando incluso a que en 1491 los Reyes Católicos les concederán una licencia de quince años exentos de tributaciones y protegidos por la autoridad real.

Esta imagen positiva del pueblo gitano, de protección y de beneficios fiscales durará poco, ya que en 1499 con la pragmática de Medina pasan a ser considerados como peregrinos y comienza su condición de "ladrones peligrosos". Esta pragmática en un principio relativa solo al territorio castellano fue imitada prácticamente en su totalidad en Navarra y Aragón. Se les describirá como gentes deambulantes que no tienen oficio y que se dedican a pedir limosnas, a robar y a estafar. Se les insta, en esta pragmática, a encontrar en 60 días un trabajo reconocible o que entren a servir, o, en su defecto, a abandonar Castilla bajo pena de detención y destierro, llegando incluso a que si son detenidos por tercera vez en estas condiciones serían esclavizados. Con esta ley comienza la marginalidad de los gitanos, puesto que pasan a encontrarse fuera del grupo mayoritario de población y a ser perseguidos si no se adaptan a las costumbres de este grupo. Esta pragmática no fue cumplida como se demostrará en los años siguientes donde Carlos V dictará tres más intentando revitalizar la de Medina, en 1525, 1528 y 1534. En 1539 se dictó otra norma que advertía a los gitanos de ser enviados a las galeras, refrendado por Felipe II en 1560 y 1566. Aunque finalmente, Felipe II, les prohibirá otra actividad económica que no sea la de vender bienes, pero solo acompañados de una notificación de escribano de la procedencia del mismo.

En el siglo XVII la situación continúa por los mismos derroteros. Coincidiendo con el arbitrismo agrarista, es decir, la búsqueda de relanzar la actividad agraria para recuperar Castilla, en una crisis económica, de la que en parte se culpa a la etnia gitana. En las sucesivas Cortes de Castilla se propondrán o solicitarán nuevos cambios en la política frente a los gitanos, en 1600 se les acusará de ir en contra de la ley natural, en 1603 se llega a aprobar su expulsión pero no llega a ser sancionada por el rey, y en 1609 se intentará promover el control sobre ellos mandándolos a determinadas zonas, tanto social como económicamente. Hasta 1633 esta será la situación predominante, buscando en todas las Cortes su expulsión, llegando incluso a escribir memoriales al monarca, o incluir este problema en las negociaciones para la concesión de los subsidios reales. La situación cambiará, como se ha dicho, en 1633 cuando Felipe IV por vía de otra pragmática deja claro que no ve conveniente expulsarlos, por los problemas de despoblación que podría acarrear (se estaba sufriendo todavía la expulsión morisca de unos años antes realizada por Felipe III) y porque entre los llamados gitanos hay muchos que no lo son, y que la actitud a llevar a cabo tendría que ser capturarlos y resocializarlos. Esta falta de consideración como etnia estaba muy extendida por todo el territorio, ya que eran vistos más como maleantes, que como un grupo étnico definido. Hasta finales de siglo no encontraremos más cuestiones importantes respecto a los gitanos. En 1692 se renovará la pragmática de 1633 ampliándola, volviendo a incluir la posibilidad de su esclavización, y en 1695 se les ordena asentarse en poblaciones de más de 200 personas.

En el siglo XVIII la política sobre los gitanos no será tan uniforme como en los siglos anteriores y encontramos grandes variaciones entre monarcas. Con Felipe V se intentará su asimilación y fijar su asentamiento. Se dan órdenes de asentamiento particular a distintas poblaciones en 1717 y 1738. Se obliga también a muchas localidades de levantar un censo de gitanos y dar asiento a las familias de esta etnia que debían de declarar todos sus bienes. Se especificaron los trabajos a los que podían acceder y se les prohibía vivir en barrios apartados, buscando el fin de su marginalidad. Más adelante con el reinado de Fernando VI (1746-1759) vuelven a resurgir las políticas "anti-gitanas" promovidas por el Marqués de la Ensenada. El 30 de Julio de 1749 se mandó arrestar a todos y cada uno de ellos para mandarlos a presidios africanos, a arsenales peninsulares o a las minas de Almadén. Según Campomanes llegaron a ser detenidos 9.000 gitanos, pero la situación fue tal que se empezó a solo perseguir a aquellos que llevaran una vida perniciosa, volviendo muchos a sus pueblos, incluso con ayuda económica, lo que demostrará la inutilidad de estas medidas represoras. Para finalizar el reinado de Carlos III comienza con el informe de 1763 de Campomanes, donde realiza un seguimiento a sus orígenes, las leyes realizadas hasta entonces, su lengua, sus costumbres y la percepción europea que se tenía sobre ellos. Este expediente acaba proponiendo que se les deporte a América para trabajar en las islas y Luisiana (actual Estados Unidos) y diferenciarlos entre "aptos" y "vagos" y según esta consideración se les darán tierras para que las labren, etc. Este informe fue muy discutido y la cuestión gitana se mantuvo encima de la mesa hasta que en 1783 Carlos III realizó una pragmática sin comparación, donde se ordenaba el censo de los gitanos, darles ocupaciones honestas y se ordenaba una discriminación positiva hacia el pueblo gitano. La respuesta de las localidades no fue muy positiva alegando que no tenían gitanos o que no se habían presentado para darles trabajo. Aunque si es cierto que este esfuerzo de asimilación fue desestimado por los gitanos, según lamentaban muchas autoridades locales. En definitiva el problema gitano no se resolvió y siguió sobre la mesa.

BIBLIOGRAFÍA: "Historia de España" Alvar Ezquerra, Jaime (Director), Itsmo, Madrid, 2005.

Alberto González Latorre 11867154M

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