jueves, 16 de octubre de 2014

La revolución agrícola inglesa y sus controversias

La agricultura en la Edad Moderna era una de carácter preindustrial y precapitalista, es decir, destinada a la subsistencia debido a su escasa productividad, con un predominio del cereal y trabajada con técnicas arcaicas, escasa tecnología y de rotación bienal o trienal con la utilización del barbecho. En la mayoría de países, se fueron sucediendo unos ciclos en la producción, siendo el siglo XVI un periodo de auge de la productividad, seguido por un descenso en el siglo XVII y más tarde con un nuevo crecimiento en el siglo XVIII. Si digo “en la mayoría” es porque existen dos importantes excepciones que no siguen esta tendencia cíclica: los Países Bajos (si bien podría decirse que la productividad agrícola de éstos se mantuvo casi siempre en un alto nivel) e Inglaterra. Así, mientras la mayoría de potencias europeas veían su productividad caer a comienzos del siglo XVII, la producción inglesa por trabajador se disparó en el 1600 y continuó aumentando hasta 1750.


A pesar de que algunos autores niegan la existencia de ninguna revolución porque no se experimentó un crecimiento notable de año en año, las cifras observadas de manera más lejana, a través de los siglos, hacen de esta revolución agrícola algo innegable. En torno a 1700, Inglaterra había alcanzado ya los niveles de los países europeos con mayor productividad antes del 1500 (Bélgica y los Países Bajos), al mismo tiempo que su economía no agrícola crecía de manera paralela. Sin embargo, los datos muestran que su fuerza de trabajo había caído un 45%. Entonces, ¿qué hizo aumentar la productividad? Respecto a esta cuestión existen hoy numerosos debates.

Por un lado, algunos historiadores ven la causa primera de este crecimiento en la aparición de una protoindustria que ya se habría podido aplicar a la agricultura. Robert C. Allen, uno de los estudiosos que ha analizado este aspecto de manera más exhaustiva, desecha esta teoría y afirma que las técnicas y herramientas presentes y utilizadas en este periodo en Inglaterra son comunes a otras naciones. El autor M. Overton, en cambio, estima que este aumento de la productividad inglesa fue causado por la ampliación de la extensión de las tierras cultivables, llegando incluso a duplicarse el área sembrada. Sin embargo, datos recogidos por Arthur Young muestran que no hay una correlación directamente proporcional entre el tamaño de las tierras y su productividad.

Un posible factor a mencionar es la aplicación del denominado como sistema Norfolk de rotación de tierras, por el cual se daría una rotación cuatrienal, cultivando el trigo, los nabos, la cebada y por último el trébol, con la novedad de no utilizar el barbecho. De esta manera, no se agotaba nunca la tierra con prácticas intensivas de cultivo pero nunca se dejaba en descanso.

Otro fenómeno que se ha propuesto como posible causa del crecimiento en la productividad es el de los cercamientos, aplicados en Inglaterra a través de las enclosure acts desde por lo menos el siglo XVI y que establecían el cierre de las tierras comunales (open fields), bien para destinarlas a la ganadería (como es el caso de las actas promulgadas por Enrique VIII), bien para entregárselas a terratenientes para que éstos dispongan y dirijan su producción. Estas últimas son promulgadas de manera sucesiva a partir del siglo XVII y XVIII. Son muchos los que sostienen –con el apoyo de datos- que las tierras que pasaron a ser cultivadas en manos de terratenientes tuvieron una mayor productividad que las que permanecieron como campos abiertos.

Ante esto, Allen establece la necesidad de realizar un análisis comparativo entre la producción de ambos regímenes de propiedad en el mismo tiempo y utilizando como muestra áreas con las mismas características y en los mismos entornos naturales. Una vez realizado dicho análisis se puede observar cómo en las tierras con cercamientos se da un incremento de la producción, pero se trata de una magnitud “insignificante” puesto que solo se percibe un 10% más en suelos ligeros donde se aplicaba el sistema Norfolk. Sólo se observa una gran diferencia en el rendimiento en el caso de suelos pesados y arcillosos en los que la clave podía ser la aplicación de un tipo de drenaje profundo. Además, las tierras de las open fields ya habían comenzado a incrementar su productividad antes de los cercamientos y siguieron aumentando de forma paralela incluso después de las mismas.

Por último, otra teoría es la desarrollada por el propio Allen, que considera que el incremento en la producción y el cambio en la tendencia de los ciclos agrícolas europeos se debe al aumento de la productividad laboral y no al de la productividad de la tierra. De esta manera, los culpables de este éxito habrían sido primero los yeomen en los open fields hasta el siglo XVII y XVIII y después los nuevos terratenientes en los cercamientos.

En conclusión, el fenómeno de crecimiento agrícola acaecido en Inglaterra durante prácticamente toda la Edad Moderna ha sido un hecho que ha generado multitud de teorías y controversias entre los historiadores, los cuales aún no han conseguido alcanzar un acuerdo respecto a las causas de dicho crecimiento. Lo único que parece estar claro es que todavía hay mucho debate por delante.



- ALLEN, R. C., “Revolución en los campos: la reinterpretación de la Revolución Agrícola inglesa”, en Historia Agraria, nº 26 (2002), pp. 13 – 32.
- CARZOLIO, M. I., “Ecos recientes de un debate inconcluso acerca de la Revolución Agrícola en Inglaterra y de la transformación de su economía agraria entre 1500 y 1850”, en Mundo Agrario, vol. 7, nº 13 (2006).

1 comentario:

  1. Muy buena aportación, Laura. Efectivamente la agricultura se movió entre bajos rendimientos y aumentos muy importantes de los mismos en el caso de Inglaterra y Países Bajos.
    La bibliografía está muy bien seleccionada. Allen, por ejemplo, es uno de los grandes conocedores del tema.

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