sábado, 11 de octubre de 2014

La usura como problema ético-religioso en la época moderna

La usura, un término que en la actualidad apenas usamos -aunque no es raro oír condenas a quien da crédito a interés-, puede ser definida como el "interés que se lleva en el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo", tal y como aparece en el Diccionario de la Real Academia Española o, como leemos en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611) de Covarrubias, "aquella cantidad de dinero, que el deudor da al acreedor, por el uso del que le ha prestado, y este se llama logro, y el usurero, logrero", siendo este logrero "persona de ruin trato". Es esta segunda definición, con sus connotaciones peyorativas, la que creemos que más se adapta al pensamiento económico de la Edad Moderna.
La usura era practicada mayoritariamente en Europa durante la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna por las comunidades judías, que en algunos casos sobrevivían gracias a ella en ambientes que les eran muy hostiles; como dice Attali, para muchos cristianos europeos "el prestamista y el judío terminan por no ser más que uno" (Attali, p. 174). La especialización de los judíos en el negocio del préstamo usurario era especialmente útil para los gobernantes cristianos, que en muchos territorios ya en el siglo XVI solo admiten a los judíos como prestamistas (Attali, p. 244). Esta dedicación a la usura hará que los prestamistas se ganen el odio de, tomando la expresión de Gramsci, las clases subalternas de todo el continente europeo.
El préstamo con interés o usura fue un tema que preocupó en la Edad Moderna tanto a las sociedades católicas como a las reformadas. Ya los padres de la Iglesia y los filósofos edcolásticos la habían condenado basándose en interpretaciones de algunos pasajes de la Biblia, como por ejemplo de Lucas 6, 35 (Jones, p. 82) o Eclesiástico 26, 29, donde leemos que "es difícil que un comerciante negocie sin cometer pecado y que un vendedor mantenga la reputación de justo", en lo que se apoyaría Lutero (Egido, p. 238). El interés de los clérigos en este punto fue especialmente significativo en los primeros siglos de la Edad Moderna, cuando su influencia en la política fue mayor.  El impacto se ve, por ejemplo, en las medidas legislativas aprobadas por numerosas ciudades italianas después de que el propio Bernardino de Siena congregara a centenares de personas en sus predicaciones contra la usura de mediados del siglo XV (Mormando, p. 184).
Con la división de la Cristiandad, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cambiará el modo de ver la práctica de los banqueros o mercaderes como usuraria. Si bien Calvino, reformador de la segunda generación, autorizaría a los pastores ginebrinos a practicar el préstamo a interés "en virtud de los piadosos esparcimientos que dispensa a los ministros del culto" (Attali, p. 245) no todos los cristianos reformados tendrían la misma opinión. En la obra Reforming the Morality of Usury: A Study of the Differences That Separated the Protestant Reformers, donde se matizan las opiniones de Calvino con respecto a este tema (estas habían sido exageradas, si no directamente interpretadas de forma sesgada en la obra de 1904 de Max Weber La reforma protestante y el espíritu del capitalismo), vemos la importancia que tuvieron los cambios en la interpretación de la Biblia por Calvino para que la usura fuera considerada de forma positiva (Jones, pp. 78-88). La ética cristiana, en este caso reformada, siguió desempeñando un papel fundamental. Si la usura dejó de ser condenada no se debió a un alejamiento de los valores cristianos, sino a una reinterpretación de los mismos.
El que podemos considerar como el primer gran reformador alemán, Martín Lutero, redacta en fecha tan temprana como 1519 (la controversia de las 95 tesis se produjo en 1517 y la condena de la Iglesia de Roma no se dio hasta 1521 en Worms) su Tratado sobre la usura, volviendo de nuevo el tema en 1524 en su Tratado sobre el comercio y en 1539 o 1540 en su Sermón a los párrocos, para que prediquen contra la usura (Egido, pp. 233-234). Si bien Teófanes Egido apunta a que la actitud de Lutero ante estas prácticas fue más tolerante de lo que dejan traslucir sus escritos (Egido, p. 234) queda claro que, contrariamente a lo que en ocasiones se ha creído, la reforma luterana no supuso un cambio en la concepción de la usura que se tenía en la Iglesia católica heredada del tomismo, tal y como apunta Pedro Fraile Balbín en su reseña (Fraile Balbín, p. 1). Tampoco en la Inglaterra anglicana el estamento de los no privilegiados había cambiado su opinión acerca de la usura a principios del siglo XVII. En una balada satírica inglesa de 1612 leemos:


Thou Usurer with thy money bags
That liveth so at ease:
By gaping after gold thou dost
Thy mighty God displease,
And for thy greedy usury

And thy great extortion:
Except thou dost repent thy sins
Hell fire will be thy portion.


[Tú, usurero con tu bolsa de dinero,
Que vives tan desahogadamente:
Con la boca abierta tras recibir el oro
Puedes disgustar a Dios,
Y por tu ávida usura
Y tus grandes extorsiones:
A menos que te arrepientas de tus pecados,
El fuego del infierno será tu destino]. (Burke, p. 218)


Vistas todas estas opiniones, debemos destacar lo que apunta el profesor de Historia económica Pedro Fraile Balbín, que defiende que fue en España y no en Suiza o Alemania donde se produjo el gran cambio en el pensamiento económico, pues para él "eran los autores católicos de la Segunda Escolástica, fundamentalmente españoles, quienes habían evolucionado hacia posiciones mucho más tolerantes que se adaptasen a la nueva realidad de la Revolución Comercial" (Fraile Balbín, p. 1). La Universidad de Salamanca, Juan de Mariana, Martín de Azpilicueta, Diego de Covarrubias o Luis de Molina tuvieron un papel fundamental en este proceso que, de nuevo según Fraile Balbín, se puede identificar con "los primeros pasos hacia el liberalismo económico" (Fraile Balbín, p.1).

  • ATTALI, Jacques, Los judíos, el mundo y el dinero. Historia económica del pueblo judío, Méjico D.F., Fondo de Cultura Económica, 2005.
  • BURKE, Peter, Cultura popular en la Edad Moderna, Madrid, Alianza Editorial, 2014 [1978]. 
  • EGIDO, Teófanes (ed.), Lutero, obras, Salamanca, Sígueme, 1977. (Tratado sobre el comercio, pp. 233-250).
  • FRAILE BALBÍN, Pedro, reseña de Martín Lutero, Sobre el comercio y la usura, José J. de Olañeta Ediciones, Palma de Mallorca, 2009, en Revista de Libros, nº154.[http://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible_pdf.php?art=4451&t=articulos] Consultado el 11/10/2014.
  • JONES, David W., Reforming the Morality of Usury: A Study of the Differences That Separated the Protestant Reformers, University Press of America, Lanham, 2004.[http://books.google.es/books?id=dGWP9IDXxjAC&printsec=frontcover&dq=reforming+the+morality+of+usury&hl=es&sa=X&ei=wWA5VNmCAYTlaOHpgfAP&ved=0CCIQ6AEwAA#v=onepage&q=reforming%20the%20morality%20of%20usury&f=falseConsultado el 11/10/2014.
  •  MORMANDO, Franco, The Preacher's DemonsBernardino of Siena and the Social Underworld of Early Renaissance Italy, Chicago, University of Chicago Press, 1999.[http://books.google.es/books?id=rNmByfYnjYoC&printsec=frontcover&dq=The+Preacher%27s+Demons:+Bernardino+of+Siena&hl=es&sa=X&ei=AGE5VI-zEoSUaqjogLAK&ved=0CCUQ6AEwAA#v=onepage&q=The%20Preacher's%20Demons%3A%20Bernardino%20of%20Siena&f=falseConsultado el 11/10/2014.

3 comentarios:

  1. Muy interesante la entrada Emilio. Me gustaría compartir contigo y con los demás compañeros una lectura reciente: Mercaderes y banqueros de la Edad Media, de Jaques Le Goff. En este libro, se contextualiza a la incipiente burguesía, que irrumpe en un marco social que apenas la esperaba. Uno de los diferentes apartados trata sobre la visión de la Iglesia sobre ella y sus actividades y se menciona que, efectivamente, hay una condena, fundamentalmente centrada en el ánimo de lucro, que, en palabras de Santo Tomás, "lejos de conocer límite, se extiende hasta el infinito". Además, como bien escribes, el crédito estaba condenado por las Sagradas Escrituras. Sin embargo, Le Goff apuesta por la diferenciación de esta actitud teórica con la actitud práctica, que se caracteriza por su aceptación, hasta llegar a modular la teoría, de modo que en el siglo XIII, una decretal del Papa Alejandro III reglamenta la venta a crédito autorizando la percepción de una indemnización por el riesgo que asume el prestamista. Por otra parte, lo más importante para la aceptación de los mercaderes - banqueros será la introducción en el siglo XIV del derecho romano y del concepto de "bien común", que llegará a hacer aceptar a Santo Tomás la actividad del mercader y banquero en pos de este principio. Por tanto, sería necesario, a la hora de estudiar la usura, distinguir entre el préstamo y la usura. El primero sería un bien común al lograr el desarrollo del comercio, como una herramienta más, mientras que el segundo sería únicamente una forma de oprimir a esa clase subalterna de Gramsci. Además, habría que hablar de usureros no sólo judíos, pues desde mucho tiempo los lombardos eran famosos por hacer préstamos a alto interés.

    Otro aspecto importante que aparece en el libro es cómo se produce esta aceptación de las actividades de la burguesía. Según Le Goff, mientras los canonistas y teólogos de la Edad Media son incapaces de darle al tiempo una concepción económica, ya que no conciben que el dinero por sí mismo produzca dinero con el tiempo. Para ellos se trataría de vender el tiempo, y el tiempo es una posesión de Dios, no de los individuos. Los mercaderes, por su parte, tampoco tienen una concepción clara, de modo que, en palabras del autor "... como el que prueba el movimiento andando, él prueba el crédito comerciando" (p.92 del libro). En definitiva, el autor muestra una actitud del mercader que sobrepasa a la propia Iglesia, y con el tiempo se impondría a ella. Es por tanto que podríamos entrar aquí en la reflexión sobre sí la aceptación en época moderna de la usura facilitó o promovió la actividad o simplemente sería directamente la ratificación de una realidad con la que desde hacía tiempo convivía.

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  2. Antes de nada, gracias por el comentario, Ángel. Tienes toda la razón al apuntar que una cosa era la teoría y otra algo distinta la práctica. La condena de la Iglesia a la usura se fue atenuando, aunque realmente tardó en desaparecer. Puede ser que muchos clérigos se dieran cuenta de que era imposible el desarrollo del comercio sin que mediaran estos préstamos y, aunque eso no supuso el abandono inmediato de las críticas a quienes se beneficiaban con ellos sí que podemos ver que se predique la resignación de quienes los sufrían.
    También es cierto, y no queda demasiado claro en lo que he escrito, que no eran los judíos los únicos "usureros", pero sí los que realizaban la actividad del préstamo con "mayor libertad", pues la Iglesia no podía atacar a quienes no eran cristianos por no cumplir un mandato que les era ajeno.
    Lutero diría "el préstamo sería una bella cosa si fuese posible entre cristianos (...) mas donde no hay cristianos es la autoridad la que tiene que forzar al que toma el préstamo a que reembolse lo que corresponda; si no lo hace y se muestra negligente, es preciso que el cristiano soporte el robo (...) pero al que no es cristiano que se le deje reclamar, exigir y hacer lo que quiera" (Egido, p. 242).

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  3. ¡Magnífico, chicos! Seguid así.
    La entrada y comentarios están muy bien fundamentados, incluyéndose notas bibliográficas.

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