jueves, 16 de octubre de 2014

¿Y si Santo Tomás hubiese tenido razón?


Ayer por la tarde-noche asistí a un seminario organizado por GlocalRed en torno a posibilidades de financiación para empresas y particulares fuera de los bancos. Fue interesantísimo comprobar cómo existen realidades apenas conocidas que están funcionando, que se están revelando como eficientes y que salen de las dinámicas de la banca tradicional.
Por ejemplo: ¿sabíais que la banca islámica presta apenas sin intereses? Amparados en el Corán, existen diferentes corporaciones en Londres, la zona del Golfo Pérsico y Malasia con crecimientos anuales en torno al 20-25%. La única condición que ponen para adelantar dinero a iniciativas es que no estén relacionados con el mercado de armas, pornografía, alcohol, etc.
En Estados Unidos primero y luego en Europa se ha desarrollado la Banca Ética, cuyo origen también está relacionado con la religión: parte de grupos cuáqueros que deseaban infundir un matiz ético al mundo de los negocios. Ya sabéis que dichos bancos apuestan por proyectos de desarollo social prestando a intereses por debajo del mercado o incluso gratis.
También nos hablaron de crownfunding, microcréditos, nanocréditos que se deciden en comunidades locales y moneda social, es decir, monedas de cambio paralelas a las oficiales que permiten intercambiar bienes, servicios o productos. En Alemania, curiosamente, están extendidísimas. En Íthaca lleva más de 30 años funcionando, llegando a la universidad. Allí, los alumno/as más veteranos ayudan a los más jóvenes pagándose con esta moneda, lo que en último término redunda en un descenso en el precio de sus estudios. ¿Os imagináis aquí pagar menos matrícula a cambio de dedicar un poco de tiempo a los demás o a colaborar con profesores? Sería, cuanto menos, una experiencia a abordar.

En fin, que resultó una reunión muy gratificante que demuestra que cada vez existen más posibilidades de sacar proyectos adelante partiendo de una premisa: la cooperación, la colaboración entre pocos o muchos, con o sin ayuda de las instituciones.

Y, por supuesto, todo parte de los debates sobre ética y economía que tienen siete siglos de Historia y que véis que siguen estando vigentes.





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